Había una vez… Sí, la arqueología era en gran medida una actividad exclusiva de aficionados a la historia y a terrenos cubiertos de polvo que comenzaba con esa clásica frase. Pero ya no: en 2020 esta disciplina crece y muy rápido ya que incluye cuestiones como el ADN y el cambio climático.
Estas tendencias y otras más son el resultado de los grandes avances tecnológicos que ha vivido la arqueología en los últimos tiempos. Así lo definió el profesor Gideon Avni, jefe de la División de Arqueología de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
«La arqueología será una parte mucho más central en varias carreras, no solo en el campo de la historia y el estudio de la cultura sino también en las áreas de las ciencias naturales», aseguró el experimentado arqueólogo, que confirmó que hoy “hay mucha más conexión entre la arqueología y las ciencias naturales que hace 30 años».
De acuerdo con Avni, la arqueología se convirtió en una herramienta para hacerse preguntas muy relevantes como las causas del cambio climático, algo a lo que se enfrenta gran parte de la comunidad científica.
«Nos preguntan a los arqueólogos si las condiciones climáticas y ambientales que existieron en el pasado pueden reconstruirse y si es posible aprender algo de eso para el presente. En el frente científico, la importancia de la arqueología es cada vez mayor porque la precisión es más grande gracias a la investigación científica que se lleva a cabo en cooperación entre arqueólogos e investigadores climáticos», explicó Avni.
Pero el cambio climático no es el único campo en el que la arqueología se ocupa en la actualidad: otro desarrollo popular observado por Avni es el enfoque dado a la vida cotidiana histórica e incluso prehistórica. «Es una tendencia que se desarrollará en la próxima década ya que la vida cotidiana es una evidencia real”, describió.
Esto incluye el uso de métodos científicos como pruebas de ADN y datación con carbono 14 para descubrir cómo eran las ciudades antiguas, los pueblos y también las áreas. Todo eso sirve para responder preguntas como por ejemplo qué disfrutaban comer los primeros habitantes de la Tierra de Israel.
La investigación del tipo de cemento que se usaba en la antigüedad para construir viviendas o en qué momento se plantaron por primera vez diferentes tipos de semillas en la región son algunas vías de las nuevas tendencias de la arqueología.
Un caso: las berenjenas se abrieron camino desde Asia Central a Tierra Santa en el siglo VIII después de Cristo, así como se sabe que el azúcar llegó a la zona de la mano de los cruzados europeos.
A su vez, el trigo, la cebada y las aceitunas demostraron ser una parte básica de la dieta local durante los últimos 8.000 años. En los últimos tiempos también se ha investigado la vajilla que se usaba, los tipos de algodón y hasta la cerveza.
Israel, la zona de mayor actividad arqueológica del mundo
Aparte de saber más sobre la dieta diaria y las costumbres de los antepasados, este tipo de investigación también revela otras grandes cuestiones sobre el movimiento de las poblaciones y el comercio.
Desde los tiempos prehistóricos, la región ha sido puente entre diferentes partes del mundo, lo que hizo que se conocieran nuevas tecnologías y personalidades interesantes que pasaban por la zona.
Ese papel central de Tierra Santa ha demostrado que las formas tradicionales de arqueología siguen siendo muy importantes para las gente. «Generalmente, cuando se les describe la arqueología a las personas, inmediatamente llegamos a problemas de identidad. Cuando se habla del pueblo de Israel, por ejemplo, los grandes descubrimientos que resuenan son cosas como Masada, excavaciones en Jerusalén y los rollos del Mar Muerto».
En ese sentido, Avni explicó que para los cristianos, la arqueología está más relacionada con los descubrimientos que se relacionan con las actividades de Jesús en Jerusalén y los intentos de encontrar cosas que se relacionen con la figura misma de Cristo. Lo mismo ocurre con Mahoma y los musulmanes.
“Esta es la Tierra Santa de las tres grandes religiones monoteístas. Las reliquias que hallamos se relacionan casi siempre con alguna de ellas, y es por eso que las revelaciones resuenan más que en otros lugares», afirmó el científico. Y añadió: «Si hablamos de intensidad de trabajo, es posible que esta zona la más activa del mundo en lo referido a la arqueología».
En Israel hay cerca de 300 excavaciones cada año y el 80 por ciento de estas son “de rescate”, es decir que tienen lugar antes de comenzar con trabajos de desarrollo urbano y construcción.
En los últimos 30 años, esta clase de excavaciones revelaron importantes hallazgos como el asentamiento neolítico descubierto en las afueras de Jerusalén en 2019.
De acuerdo con el científico, el gran alcance de las obras de este tipo también muestra más información sobre eras que antes se eran consideradas como menos ricas en términos de reliquias arqueológicas, como la época de los cruzados y el período de gobierno musulmán en la Tierra de Israel.
«Hoy sabemos que esos momentos tienen un significado mucho mayor. Aquí vivía mucha más gente, había muchos más asentamientos e industrias con las que no estábamos familiarizados. Incluso, en algunos momentos de la historia, esta tierra estaba casi tan desarrollada como en los tiempos modernos», finalizó Avni.
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