Mientras el invierno recrudece en el hemisferio norte no son pocos los países que informan aumentos de casis de gripe, virus respiratorio sincitial (RSV), COVID-19 e incluso enfermedades causadas por estreptococos del grupo A.

Es cierto que las tasas de infección respiratoria suelen aumentar en los meses de invierno pero algunos especialistas en salud especulan que las políticas de utilizar mascarillas y de aplicar distanciamiento social durante la pandemia no permitieron que las personas generaran inmunidad a los microbios como ocurría antes.

Así, las tasas de gripe fueron bajas durante la pandemia y tal vez ahora la humanidad esté pagando el precio de haberse quitado los barbijos.

“La epidemiología es demasiado compleja como para culpar a un fenómeno. En general, sabemos que después de las pandemias, el comportamiento público cambia. Si en 2021 la gente estuvo menos expuesta a la gripe por las máscaras y el distanciamiento social, ahora son potencialmente menos inmunes y es posible que la temporada sea más difícil a medida que las personas se expongan”, afirmó el doctor Hagai Levine, presidente de la Asociación Israelí de Médicos de Salud Pública y profesor de epidemiología en la Facultad de Salud Pública y Medicina Comunitaria de la Universidad Hebrea-Hadassah Braun.

Para Levine, hay también factores adicionales en juego.

Un ejemplo es que en este este invierno muchas personas no se autoaislarán si se sienten enfermas pero dan negativo en la prueba de COVID-19, por lo que propagarán su enfermedad a otros.

El factor climático

Otra variable, dijo el experto, es el clima.

Los virus de la gripe no solo infectan con mayor facilidad cuando el aire es lo suficientemente frío sino que el clima fresco también genera contacto social en el interior, donde los gérmenes se propagan de forma más amplia.

En ese sentido, es probable que el cambio climático también tenga un efecto.

El doctor Hagai Levine de la Escuela de Salud Pública Hadassah Braun de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Foto: Avi Hayon/Hadassah

En 2021, Levine junto a colegas locales, palestinos y alemanes publicaron un artículo sobre la relación entre los patrones climáticos ciclónicos y la influenza estacional en la región del Mediterráneo oriental entre 2004 y 2017.

“Hay evidencia clara de que el cambio climático en los últimos 50 años ha afectado la salud humana, en parte al alterar la epidemiología de las enfermedades sensibles al clima”, indicaron los autores, que recomendaron desarrollar herramientas de climatología para estimar cómo un mundo “más caliente” afecta el ambiente de transmisión para una variedad de enfermedades contagiosas.

“La palabra ‘influenza’ viene de ‘influencia’ porque antes se sospechaba que el clima, o las estrellas influían en la enfermedad”, explicó Levine.

Como resultado final, el aumento de las tasas de infección puede deberse a un “triángulo epidemiológico” de cambios en el comportamiento humano, las condiciones climáticas y los patógenos mismos.

Los virus siempre están evolucionando y, a veces, simplemente son más virulentos.

Cómo protegerse

¿Es ´posible reducir el riesgo de infecciones respiratorias invernales?

De acuerdo con Levine, el primer paso es que los gobiernos inviertan más en cautela epidemiológica para producir datos concretos que respalden acciones como la promoción de vacunas y precauciones universales.

“Necesitamos poner nuestro énfasis en los hechos”, dijo Levine luego de hacerse eco de las recomendaciones de la actualización de influenza más reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para mejorar la vigilancia de los virus de influenza y SARS-CoV-2 en los países del hemisferio norte.

Además de las vacunas, Levine citó medidas prácticas para prevenir infecciones: cubrirse la boca y la nariz al estornudar o toser (no con la mano sino con otra parte del brazo opuesta al codo), y quedarse en casa cuando alguien se sienta enfermo.

Por otro lado, el especialista recomendó que durante la temporada alta de infecciones respiratorias se use tapabocas si se está en lugares concurridos, si se es un adulto mayor o si se tiene un alto riesgo de enfermedades respiratorias graves.

“Aún no hay suficiente evidencia para saber si usar máscaras en lugares públicos en invierno puede salvar vidas a gran escala. Personalmente, cuando estoy en lugares muy concurridos en invierno, uso una máscara pero solo en circunstancias excepcionales deberíamos considerar esto como algo obligatorio”, remarcó.

Las políticas de salud pública -añadió- deben basarse en la ciencia y evitar impedir que las personas realicen sus actividades diarias porque eso también puede dañar su salud.

“Deberíamos explicarle a la gente que en invierno hay que tener más cuidado en los espacios públicos y especialmente en los interiores. Si el clima lo permite, debemos abrir las ventanas y ventilar bien las habitaciones para reducir los riesgos de transmisión”, destacó Levine, que enfatizó en que no es posible predecir cómo evolucionará la temporada de gripe, COVID y otros virus.

Una declaración conjunta del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud resumió la actualidad epidemiológica: “Con el impacto continuo de la pandemia de COVID-19 y la circulación y el impacto en la salud de otros patógenos respiratorios, es un desafío predecir cómo el nuevo se desarrollará el período invernal”.