La fruta que se pudre en los árboles o en el suelo les cuesta a los agricultores unos 30.000 millones de dólares en ventas al año mientras que los cultivos recolectados incluso con dos semanas de retraso pierden el 80 por ciento de su valor.
Una de las principales razones del desperdicio es la escasez mundial de recolectores de frutas, que se estima que para 2050 crecerá a cinco millones de trabajadores.
Incluso en la actualidad más del diez por ciento de toda la fruta del mundo no se puede cosechar, lo que equivale al consumo anual total de toda la Unión Europea.
Entonces, ¿qué debe hacer un productor? Si no puede contratar trabajadores para recoger la fruta, debería usar drones.
Con ese concepto, la startup israelí Tevel Aerobotics Technoloigies desarrolló robots autónomos voladores (FAR, por sus siglas en inglés) que despegan de una base, recogen solo la fruta madura del árbol y la bajan suavemente para que sea recolectada.
Al no ser humanos, durante la cosecha los recolectores robóticos de Tevel pueden trabajar las 24 horas del día, todos los días. No se cansan nunca y no necesitan salir a tomar un café o ir al baño.
Estos dispositivos funcionan con gas y electricidad y están atados, por lo que no necesitan aterrizar para recargarse.
Cada uno de los FAR está equipado con inteligencia artificial (IA) avanzada que lo ayuda a determinar si una fruta en particular está lista para ser recolectada.
El aparato tuerce y desvía la fruta de la rama con su brazo mecánico de un metro de largo y, si esta tiene imperfecciones que la hacen invendible, comprende que debe desecharse.
“Los robots están equipados con sensores y cámaras. Recopilamos toda la información, hacemos la fusión de datos en el video, y gracias a nuestros algoritmos de aprendizaje automático calcular cómo está la fruta, cuál es la mejor trayectoria para acceder a ella, etc. Hay muchas decisiones que deben tomarse. Y todo se hace de forma autónoma y en tiempo real”, le explicó Yaniv Maor, director ejecutivo de Tevel, a ISRAEL21c en Español.
Sin embargo, los robots de Tevel necesitan algo de configuración. Los agricultores, señaló Maor, establecen los parámetros sobre qué frutas quieren recoger, cuál es su clasificación de color para la maduración, cuál es el peso y tamaño deseados y más.
La configuración toma de una a dos horas, y el personal de Tevel se queda durante una semana para capacitar al agricultor sobre cómo operar el sistema.
La empresa también está disponible para resolver problemas que surgen.
Además de recoger, los FAR pueden podar hojas muertas o innecesarias, y en el futuro, podrán rociar pesticidas si es necesario.
Los robots se controlan a través de una aplicación en un dispositivo móvil que analiza los datos recopilados para los agricultores.
“Se puede ver la cantidad de fruta recolectada, su peso, la efectividad de cualquier pesticida o si hubo alguna enfermedad. Los datos pueden permitirle al agricultor saber si debe regar más o menos, ver qué partes de la huerta se están produciendo más o menos fruta y más. Todo esto le permite al productor saber qué áreas deben abordarse. Los agricultores están muy necesitados de estos datos. Los análisis son invaluables para este negocio”, indicó.
Los datos también ayudan a administrar la planta de empaque. “Hoy en día, los distribuidores no saben lo que hay dentro de las cajas. Simplemente saben que lo obtuvieron del recolector”, dijo Maor.
De manzanas a aguacates
Tevel comenzó con manzanas pero desde entonces sumó melocotones, nectarinas, ciruelas y albaricoques.
“Todas las semanas añadimos una variedad adicional de fruta. Ahora tenemos una biblioteca completa de frutas para poder elegir de antemano”, manifestó. Y agregó que el año que viene se sumarán los aguacates.
Estos son fruta, a pesar de que algunos s insisten en que es una verdura.
Pero, ¿por qué no darles el mismo tratamiento a las verduras?
“Las frutas son cultivos de muy alto valor. Se cultivan durante todo el año, luego solo hay un tiempo de producción. Entonces, el valor de cada pieza de fruta es muy alto. También es necesario elegir selectivamente y no todo a la vez”, explicó.
Todas estas inteligencias robóticas no fueron fáciles, económicas ni rápidas de comercializar: el sistema estuvo en desarrollo durante unos cinco años y la compañía ya recaudó alrededor de 30 millones de dólares.
Listo para la venta
Finalmente los FAR de Tevel están listos para la venta pero no de forma directa a los agricultores, sino a través de los vendedores que construyen los sistemas de recolección y transporte para llevar la fruta de la granja a la mesa.
Tevel cobra una tarifa de software como servicio que incluye todos los costos para el agricultor. El precio varía dependiendo de cuántos robots se requieran.
Maor estimó que un solo robot puede cubrir una hectárea en el transcurso de una temporada de cosecha. Así, una finca grande puede necesitar entre 1.000 y 2.000 unidades.
Para Maor, la tecnología de la compañía les ahorrará dinero a los agricultores: “No necesitarán tanta gente pero la razón principal no son los ahorros, sino que la mano de obra no están disponible”.
En EEUU, los trabajadores mexicanos, que constituían la mayor parte de los recolectores de la industria, no volvieron luego de la pandemia.
Los problemas de cuotas y visas han contribuido a la escasez.
En China, la urbanización dejó a muchos huertos sin nadie que trabaje en ellos.
“El año pasado recolectamos en Italia y trabajamos durante cinco semanas seguidas. Tuvimos excelentes resultados. Cada noche, el granjero tomaba una canasta de los recolectores humanos y otra de los recolectores robotizados. Los robots recogieron igual o mejor que las personas”, destacó.
De todos modos, aún hay margen de mejora. “Estamos trabajando en la velocidad. Nuestro objetivo es que un robot volador elija tal como lo hace una persona”, definió.
Un robot por hectárea
Tevel tiene alrededor de 20 colaboraciones en EEUU y Europa, incluidos Italia, el Estado California y (pronto) Washington.
El presidente del directorio de la compañía es Eyal Desheh, ex presidente de Isracard y director financiero de Teva Pharmaceuticals y Check Point.
Entre los inversores están Maverick Ventures y OurCrowd.
La empresa tiene competencia pero no con robots voladores. “Todas las otras soluciones se basan en unidades terrestres con movimiento limitado mientras que nuestros robots son pequeños, ágiles y con excelente movilidad”, remarcó.
Maor no es agricultor de oficio sino un ejecutivo de tecnología con experiencia en visión artificial y electro-óptica para electrónica de consumo y aplicaciones de defensa.
“Diez años atrás veía en la TV un documental sobre la crisis laboral en la agricultura en Israel. Ví como llevaron a jóvenes sanos de 20 años a trabajar en el campo. Después de medio día, todos se fueron. Me quedé impactado. Desde una perspectiva tecnológica, vi que ese era un gran problema que necesitaba una gran solución”, se sinceró.
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