“La palabra ‘autónomo’ se usa con una facilidad intolerable. Si se compras un dron simple, este será autónomo en el sentido de que volará a donde uno quiera e incluso aterrizará. Se le puede decir que vuele y luego aterrice pero no siempre funciona”, dijo Idan Shimon, director ejecutivo y cofundador de la startup israelí Wonder Robotics.

El directivo indicó que la empresa emergente desarrolla un sistema que da a los drones conciencia de las situaciones, una comprensión de su entorno, un sentido del mundo que los rodea y debajo de ellos y la capacidad de analizar el contexto, así como la capacidad de volar mientras sin chocar con cualquier cosa.

El cofundador y director ejecutivo de Wonder Robotics, Idan Shimon. Foto cortesía de Wonder Robotics

Shimon tiene décadas de experiencia y pasión con todo lo relacionado con la aviación. De niño piloteó modelos de aviones y de más grande se desempeñó como operador de drones en las Fuerzas de Defensa de Israel antes de comenzar a trabajar en Aeronautics, una compañía de vehículos aéreos no tripulados de uso militar, y más tarde como consultor en el campo.

La idea de Wonder Robotics, contó Shimon, surgió a raíz de una consulta de un cliente relacionado con el sector de Defensa.

Los drones no pueden pasar períodos prolongados de tiempo en el aire y siempre despegan y aterrizan en el mismo lugar pero aquel cliente preguntó por qué no se detenían cerca de su destino para reducir los tiempos de vuelo.

“Eso fue lo que generó la idea. Sí, la razón principal de esto es que los drones no son realmente autónomos. No pueden ver el mundo por sí mismos, navegar por sí mismos o aterrizar de forma segura, si es necesario, sin quedarse atascados en algo”, explicó el ejecutivo.

Así, los drones todavía dependen de los operadores para ayudarlos a superar obstáculos como líneas eléctricas, piedras, ángulos difíciles y más.

Pero a medida que el mundo avanza hacia los drones comerciales configurados para entregar artículos de compra y transporte a gran escala, ese modo de operación ya no será viable.

“Está claro que como requisito previo para las operaciones a gran escala no es posible que tener una persona para cada dron y por eso desarrollamos una solución que debe ser genérica. Será posible ubicarla encima de cualquier tipo de dron”, describió, y añadió que no será para el mundo de los consumidores sino para el comercial con drones que pesan más de 20 kilos e incluso los enormes de una y dos toneladas.

En dos y tres dimensiones

Shimon contó que el enfoque único de la empresa consiste en combinar algoritmos de diferentes mundos. Así, recordó que en el mundo de la visión computarizada existe el análisis bidimensional y la inteligencia artificial como en el caso de Tesla y Mobileye, o empresas 3D que analizan el mundo en 3D.

La visión en 2D permite que el dron vea de lejos mientras vuela mientras que la 3D es imprescindible para aterrizar y ver obstáculos y el terreno de cerca.

El análisis 3D permite un aterrizaje autónomo y seguro en un tejado. Foto cortesía de Wonder Robotics

“Cuanto más bajo vaya, más grande se vuelve el elemento 3D. El dron mira hacia abajo con una cámara estéreo que ve el mundo desde dos ángulos como el ojo humano y obtiene una imagen en profundidad. De esa manera es posible entender no solo la semántica -ya sea agua o tierra sólida- sino también su geometría, como rocas y cables. Y el dron decidir de forma autónoma el lugar correcto para aterrizar o dejar un paquete”, se explayó Shimon.

En el mundo comercial, dijo Shimon, “todos trabajan solo en soluciones para aterrizajes con la que se decide de antemano dónde nos gustaría aterrizar y marcar el lugar. Nuestro sistema sabe cómo hacer eso, pero también cómo hacerlo en lugares que no son familiares o que no han sido investigados, por ejemplo, en casos de aterrizajes de emergencia en los que el sistema debe decidir por sí mismo “.

Esto podría ser clave para la regulación. “El regulador quiere saber que el dron puede aterrizar en el suelo sin matar a nadie y sin atascarse en nada”, expresó.

El mundo vertical de drones

Wonder Robotics fue fundada en 2019 y financiada por Shimon y un socio comercial.
Hoy tiene siete empleados y recibió el apoyo de la Autoridad de Innovación de Israel.

Y ya tiene clientes. “Tenemos varios proyectos en el campo de la defensa, tanto con el Ministerio de Defensa como con una gran empresa local. Hay un producto existente y funciona. El objetivo de la próxima ronda es comercializarlo, hacerlo más pequeño y llevar a cabo la optimización necesaria para el mercado civil”, dijo Shimon.

Por el momento, la solución Wonder Robotics funciona en lo que se llama el mundo vertical de los drones: se trata de todo lo que tiene que ver con mirar hacia abajo para aterrizar.
La compañía planea dominar su mundo horizontal y permitir que los drones viajen a su destino de manera completamente autónoma. “La idea no es chocar con las cosas, tener una vista de 360 grados  desde el dron y no solo mirar hacia abajo”, finalizó Shimon.

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