La luz del sol no llega al deslizamiento de Palmajim, una extraña formación geológica en las profundidades del mar Mediterráneo ubicada a unos 30 kilómetros de la costa de Tel Aviv en el centro del país.

Sin embargo, ciertas criaturas únicas florecen en ese hábitat montañoso de 1.000 kilómetros cuadrados repleto de jardines de coral, filtraciones de metano, piscinas de salmuera y otras maravillas submarinas.

Formado en la antigüedad por un deslizamiento de tierra gradual en el lecho marino, este accidente natural es un punto crítico de biodiversidad donde se reproducen los tiburones gato y desovan los atunes rojos. Así lo indicaron estudios internacionales dirigidos en la última década por Yizhaq Makovsky de la Universidad de Haifa y la Investigación Oceanográfica y Limnológica de Israel.

Un tiburón gato de boca negra. Foto cortesía de la Universidad de Haifa e Israel Investigación Oceanográfica y Limnológica de Israel

En julio, el deslizamiento de Palmajim se convirtió en el primer «Hope Spot israelí» (punto de esperanza marino) designado por Mission Blue, la organización de la oceanógrafa Sylvia Earle dedicada a explorar y proteger áreas marinas importantes.

“La diversidad descubierta no se parece a nada antes visto en el sureste del mar Mediterráneo”, afirmó Earle, la primera mujer “acuanauta” en las legendarias exploraciones oceánicas de Jacques Cousteau.

Mission Blue ya identificó 144 puntos de esperanza marinos considerados críticos para la salud de los océanos y los mares.

“Los jardines de coral de aguas profundas que tardaron miles de años en crecer podrían desaparecer con un golpe de una red de pesca”. Hadas Gann-Perkal (SPNI)

Tras el descubrimiento, Earle instó a los legisladores israelíes a “seguir los pasos declarar 850 kilómetros cuadrados del deslizamiento de Palmajim como una reserva marina de devolución y de no extracción lo suficientemente grande como para proteger la vida marina que se encuentra allí y no permitir ninguna actividad destructiva en la reserva y sus alrededores”.

Una bolsa de plástico enredada en coral negro leiopathes del deslizamiento de Palmajim. Foto cortesía de la Universidad de Haifa e Investigación Oceanográfica y Limnológica de Israel

El respaldo de Earle ofrece un punto de esperanza para Hadas Gann-Perkal, coordinadora proyectos marinos y el ecologista marino Ateret Shabtay del programa marino de la Sociedad para la Protección de la Naturaleza (SPNI).

Junto con la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel, Gann-Perkal y Shabtay han estado abogando ante las autoridades israelíes e internacionales, como la Comisión General de Pesca para el Mediterráneo con sede en Italia, declarar la mayor parte del deslizamiento de Palmajim un área protegida.

“Obtener el reconocimiento internacional por el hecho de que este lugar debe protegerse ya ayudó en nuestras conversaciones con los responsables de la toma de decisiones sobre el medio ambiente marino”, dijo Gann-Perkal.

La idea es proteger el espacio de la exploración de petróleo y gas que destruye el hábitat y la pesca en alta mar, al tiempo de preservarlo para la investigación científica que, en última instancia, beneficiaría a la humanidad.

Es como explorar el espacio exterior

Hadas Gann-Perkal, coordinadora de proyectos marinos. Foto: Amnon Houri

Gann-Perkal indicó que los jardines de coral de aguas profundas que tardaron miles de años en crecer podrían desaparecer con un golpe de red de pesca.

“Si el deslizamiento de Palmajim se declara área protegida, estos hermosos ecosistemas podrían seguir creciendo y proporcionar una nueva frontera para la investigación y la exploración. Con submarinos y robots, podemos obtener imágenes y videos de lo que sucede allí. Y como dice Sylvia Earle, no podemos proteger lo que no conocemos”, afirmó la científica, que añadió que con el uso de nuevas tecnologías hoy es posible descubrir mucho más sobre las profundidades del mar que hace 15 o 20 años cuando no sea sabía muy sobre la asombrosa biodiversidad que contiene el Mar Mediterráneo y cómo eso afecta a la vida humana en la Tierra.

Un cangrejo bioluminiscente en las profundidades del deslizamiento de Palmajim. Foto cortesía de la Universidad de Haifa e Investigación Oceanográfica y Limnológica de Israel

Una forma en que eso influye en la cotidianeidad es que las profundidades del mar son un sumidero de carbono que absorbe y secuestra parte del carbono dañino para el medio ambiente.
Una mejor comprensión de esta función podría tener implicaciones para la investigación del cambio climático.

“En lugar de vastas áreas de arena y lodo como cabría esperar, esta zona de aguas profundas con características geológicas únicas es un área compleja con diferentes tipos de hábitats donde cada animal puede encontrar su propio nicho”, explicó Gann-Perkal.

Una especie blanca de coral negro fotografiada en el deslizamiento de Palmajim. Foto cortesía de la Universidad de Haifa e Investigación Oceanográfica y Limnológica de Israel

La vida es lenta allí abajo: sin la fotosíntesis del sol, la vida vegetal se nutre de la quimiosíntesis, que es cundo los nutrientes se transportan gradualmente a mayor profundidad en las corrientes de agua que parten de la superficie del mar.

Gann-Perkal señaló que el Mediterráneo cubre aproximadamente la mitad del área de Israel (unos 4.000 kilómetros cuadrados de aguas territoriales y 22.000 kilómetros cuadrados de aguas de la zona económica exclusiva (ZEE).

“Las profundidades del mar no se han estudiado bien, por lo que es muy emocionante. Es como explorar el espacio exterior. Necesitamos traer información de 1.000 metros bajo el mar”, concluyó Gann-Perkal.