A fines de la década de 1990, la joven Orit Strauss Raz acababa de terminar el ejército y había sido aceptada para estudiar derecho en la Universidad de Tel Aviv. Antes de comenzar su carrera -y como muchos jóvenes israelíes- planeó un viaje de un año como mochilera por el sudeste asiático.

Un amigo que había estado trabajando con refugiados de Myanmar le sugirió que fuera voluntaria en alguno de los muchos pueblos necesitados a lo largo de la frontera entre ese país y Tailandia. «Enseña inglés allí durante unos meses antes de emprender tu viaje», le propuso.

Strauss Raz aceptó el desafío y se quedó todo un año allí enseñando inglés. Luego regresó a Israel, se recibió de abogada y empezó a trabajar en Herzog Fox Neeman, una de las tres firmas de notarios más grandes del país.

Orit Strauss Raz, Cofundadora de GivingWay. Foto cortesía

Sin embargo, a la joven le faltaba algo: echaba de menos ayudar a los más necesitados.

Por eso, cinco años atrás dejó su trabajo y fundó GivingWay, una startup que une a las personas que buscan ser voluntarias con organizaciones sin fines de lucro que necesitan ayuda de forma desesperada.

«Siempre supe que volvería a esto de ayudar a inmigrantes en las fronteras. Quería perseguir cosas que me apasionaran más», le contó Strauss Raz a ISRAEL21c.

En los 20 años transcurridos desde que Strauss Raz viajó por primera vez, el sistema de convocar voluntarios ha cambiado de forma drástica. Antes, explicó la directiva, la industria de viajes solía estar muy orientada hacia el destino, pero ahora se ha desplazado hacia las «experiencias inmersivas, en las que conoces mejor a una comunidad».

Los viajeros de hoy han comenzado a incorporar períodos cortos de voluntariado en sus viajes. «Puede ser con enseñanza de inglés en una escuela en Uganda, trabajo en la conservación de tortugas marinas en Costa Rica o asistencia en una granja orgánica en Camboya», afirmó Strauss Raz.

Con esta tendencia, la emprendedora quería ofrecer una alternativa a las agencias que venden paquetes de voluntariados al por mayor. «Estas compañías de viajes se han colocado en el medio entre los voluntarios y las organizaciones sin fines de lucro y venden un paquete de voluntariado en Kenia o Bolivia como si compraras un paquete de cuatro días en Praga. La mayoría de la gente no tiene 2.000 dólares para pagarle a una agencia y es por eso que ser voluntario en el extranjero se había convertido en un privilegio reservado para las personas pudientes», describió la directiva de GivingWay.

Para ella, estas agencias no entienden las necesidades reales de las comunidades locales. “Estos desajustes totales son claros: por ejemplo, una organización sin fines de lucro necesita un maestro de inglés y se le envía un joven de habla francesa desde Bélgica», remarcó Strauss Raz. Y añadió: «Estamos en una era de Airbnb, en la que los mercados están echando a los intermediarios en todo tipo de industrias».

Justamente, la mujer creó GivingWay para democratizar el mundo de los voluntarios.

GivingWay coopera con  la organización latinoamericana de tortugas marinas en Costa Rica. Foto cortesía

Para abrir su emprendimiento, Strauss Raz se asoció con los cofundadores Alon Elish (ahora jefe de tecnología) y el veterano inversor israelí Gigi Levy-Weiss, y recaudó poco más de dos millones de dólares.

Establecida en 2015, GivingWay trabaja hoy con unas 4.000 organizaciones sin fines de lucro de 123 países a las que conecta en su plataforma con miles de voluntarios en todo el planeta. Las ONG seleccionadas deben estar legalmente registradas y ser organizaciones locales de base y no filiales de una agrupación multinacional.

Los potenciales voluntarios utilizan la plataforma para buscar una causa y una ubicación y, en general, pagan una tarifa a la ONG local para cubrir gastos de viviendas, alimentos y actividades.

Para sustentarse, GivingWay toma un porcentaje del cinco por ciento de la transacción. Otro tres por ciento va al procesador de pagos y el 92 por ciento restante le queda a la organización sin fines de lucro.

Un voluntario de GivingWay en una escuela dirigida por la ONG Kaaso en Uganda. Foto: Beau Outteridge.

Uno de los desarrollos más sorprendentes para esta compañía de ocho personas, con sede en el corazón de Tel Aviv, fue la demanda de conciertos voluntarios online. Y eso no es todo. Según explicó Strauss Raz, “en la era digital, si tienes un par de horas y una computadora portátil, puedes ayudar a una ONG con la redacción de contenido para su página web o con sus redes sociales».

Hoy, un 50 por ciento de los voluntarios de GivingWay donan su tiempo desde sus hogares en lugar de viajar a algún rincón remoto del mundo para ayudar.

Una nueva asociación con la plataforma independiente digital Fiverr de Israel le permite a los miembros esta empresa dar servicios a las organizaciones sin fines de lucro de GivingWay de forma gratuita.

Los voluntarios de GivingWay no son exclusivamente adultos jóvenes: «Vemos a muchos pensionados y personas de mediana edad que han viajado por el mundo y tienen los medios y los conocimientos para transmitir sus habilidades», contó Strauss Raz.

GivingWay fue reconocida por Wired como una de las diez principales startups israelíes de 2019 , y fue galardonada por el presidente israelí Reuven Rivlin.

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