Durante muchos años, Gil Devora se ofreció como voluntario en la unidad de oncología infantil del Centro Médico Sheba en Israel.
Se inspiró en su madre, que también fue voluntaria en ese hospital durante los últimos 42 años.

Devora, un ejecutivo de alta tecnología, contó que le gustaba bromear con los niños, hacerlos reír y hablar de sus sueños, y que conocía a todos los médicos y enfermeras de la sala.

“Nunca pensé en mi peor pesadilla”, confesó. Sí, que su hija Ella terminase siendo una paciente en esa misma sala y que moriría a los 14 años de rabdomiosarcoma, un tipo raro de cáncer que afecta con mayor frecuencia a niños.

El 29 de mayo, para honrar la memoria de su hija, Devora y su esposa Karen Delaney-Devora abrieron el “Spa de Ella”. En esa fecha, la muchacha habría cumplido 15 años.

El spa ofrece tratamiento gratuito para padres de niños con cáncer y todas las personas que trabajan allí son voluntarias.

Ella Devora con su padre Gil. Foto cortesía de la familia Devora

Por estos días, la familia recauda dinero para abrir spas en otros hospitales de Israel.

El sueño de Ella

La niña, contó Devora, estuvo enferma durante tres años y, sin embargo, “siempre pensó en otras personas antes de pensar en sí misma”.

Un mes antes de que muriera, donó su guitarra y batería a los niños del barrio donde vivía. Y mencionó que pensaba que sería una buena idea tener un spa para los padres de los pacientes.

Como explicó Devora, “los padres no se sienten cómodos yendo a cortarse el cabello o recibir un masaje cuando sus hijos están tan enfermos pero también necesitan cuidar su propio cuerpo y alma, y cuando los niños ven que sus padres se sienten bien, se sienten mejor”.

Es por eso que Devora y su esposa decidieron seguir adelante con el sueño de Ella de tener un spa en el mismo hospital.

Ella Devora con su madre Karen Delaney-Devora. Foto cortesía de la familia Devora

El proyecto se realizó en cooperación con Rachashei Lev, una organización sin fines de lucro para niños con cáncer que administra la Casa Infantil Zholty en el campus del  Sheba para niños en tratamiento y sus familias.

El spa pudo ser construido a través de donaciones e incluso el contratista de obras y el arquitecto que lo erigieron ofrecieron sus servicios.

En el sitio se ofrecen masajes, tratamientos faciales y manicuras, así como jacuzzi y sauna. Todo es sin cargo para los padres de pacientes pediátricos con cáncer.

Otro mundo

Durante los dos años que Ella recibió tratamiento en el Sheba, sus padres se comprometieron a “divertirse lo más posible” haciendo cosas juntos como familia, incluido su hijo Tomer que ahora tiene 17 años.

Ella Devora con su hermano Tomer. Foto cortesía de la familia Devora

Dos meses antes de que Ella muriera, la familia comenzó a planear un viaje a las Seychelles aunque el médico de la joven les advirtió que no lo hicieran.

“Queríamos llevarla para que pudiera nadar y estar en la playa. Me di cuenta de que era imposible salvarla”, dijo el padre, que también comprendió que no todos pueden hacer viajes familiares cuando sus hijos están enfermo.
Pero el “Spa de Ella”, afirmó, puede ser como unas minivacaciones porque da la sensación de estar “en otro mundo”.

“Cuando se abre la puerta, es si se estuviera en un spa en un hotel de cinco estrellas”, describió Devora, que añadió que ya no es voluntario en el hospital porque no quiere decirles a los padres de niños que reciben tratamiento allí que perdió a su hija. Él quiere que tengan esperanza.

“A través del spa, Ella aún toca a la gente y les da algo. Mi hija murió después de estar en la Tierra por solo 14 años, pero así y todo trajo mucho significado al mundo”, destacó.

Para información sobre cómo donar al “Spa de Ella”, clic aquí.