Esta es la época del año en la que miramos y reflexionamos acerca de nuestras acciones del año pasado. Es el momento de corregir nuestros errores y pedir perdón.
Sin embargo, hay algunas cosas por las que no tenemos intención de disculparnos: las horas que pasamos frente a los reality shows, nuestro gusto por la magnífica pero cero saludable barra de chocolate israelí con sabor a fresa, y no practicar Pilates cinco veces a la semana.
Antes de Yom Kipur (Día del Perdón) el 5 de octubre, que es algo mucho más serio que este artículo, damos un simpático vistazo a algunas cuestiones que ciertamente no estarán entre las disculpas que ningún israelí, incluidos nosotros, por supuesto.
1. No respetar las filas
Un fenómeno que sin duda ya afecta a los visitantes extranjeros ni bien aterrizan en el aeropuerto Ben Gurion es la absoluta incapacidad israelí para hacer fila como el resto de la humanidad. De hecho, las filas en Tierra Santa no se parecen en nada a la forma geométrica que sugiere el nombre, sino más bien a un “pogo” en los conciertos multitudinarios de rock.
Al dejar a dichos visitantes confundidos en cuanto a dónde comienza y termina la fila, nosotros los lugareños sabemos exactamente quién está dónde y cuál es el mejor sitio para intervenir y escabullirse más arriba en la cola. Y aunque a menudo esta maniobra es recibida con un buen “chist” a la antigua e incluso con algún que otro argumento picante, por lo general se pasa por alto de forma rápida porque, con la mano en el corazón, ¿quién no ha hecho algo similar el día anterior?
2. Conducir como un loco
Esto no es motivo de risa. Y cualquier persona que haya sobrevivido a un viaje corto al supermercado puede decirlo. El exceso de velocidad, la falta de cortesía y el hábito mortal de enviar mensajes de texto mientras se conduce son todas las características de las carreteras de Israel. La cuestión es que los israelíes son muy conscientes del peligroso comportamiento que está ocurriendo aquí. Pero nunca son ellos. No, siempre son los otros conductores los que están locos.
3. Acosarte para que salgar el viernes por la noche
¿Qué quieres decir con que no tienes planes para cenar el viernes por la noche? Tienes que venir. No, no, insistimos. Entonces, ¿qué sucede si gustas pasar un tiempo a solas, no conocer a nadie nuevo ni ser molestado por una conversación y o engullir una gran cantidad de comida? No hay absolutamente ninguna forma de que estés solo. Sin mencionar que… ¿Sabías que mi prima es soltera?
4. Presentarte a un primo
La familia es lo más importante en Israel. Tan así es que el hecho de que algunas personas aún no hayan establecido las suyas es suficiente para volver locos a otros. Como cualquier persona de aquí puede decir, es un trabajo de tiempo completo proteger a los casamenteros. Todo el mundo tiene un primo, un amigo, un jefe, un vecino, incluso un colega al que no pueden soportar, que sería absolutamente perfecto para ti. Confía en nosotros, no te arrepentirás.
5. Preguntarte cuánto ganas
Probablemente considerado tabú absoluto en cualquier otro lugar del mundo, discutir cuánto ganas tú y los demás es prácticamente un pasatiempo nacional en Israel. Y no estamos hablando de conversaciones discretas entre familiares y amigos cercanos, no. Incluso los relativamente extraños no se avergonzarán de preguntarte cuánto te llevas al bolsillo cada mes. ¿Tiene que ver la competitividad? ¿Los celos? ¿La codicia? ¿O quizás por orgullo? Ni idea. Tampoco importa, ya que no está mal.
6. Darte demasiada comida
El salón de desayunos de un hotel israelí es un espectáculo digno de contemplar: mesas que gimen bajo fuentes de comida, que van desde ensaladas interminables y todas las formas de huevo conocidas por el hombre hasta cantidades ridículas de pan, queso y pastas para untar. Y la gente se lo come todo, y vuelve al buffet una y otra vez. Y no es tan diferente en las casas privadas de muchos israelíes: la cena del viernes por la noche, por ejemplo, se considera mediocre si no terminas con los botones del pantalón abiertos y la resolución de no volver a comer nunca más. Y no te molestes en intentar decir «no» cuando te ofrezcan aún más comida. No vale la pena.
7. Llegar siempre tarde
Supongamos que concertaste una cita con tus amigos a las 19. No esperes encontrarlos en su lugar hasta al menos las 19.45, o que se disculpen por dejarte colgado. Aparentemente, nunca llegar a ningún lugar a tiempo es una regla no escrita y, de hecho, llegar justo a tiempo o -Dios no lo quiera-, temprano, se considera increíblemente grosero. Pregúntale a cualquier anfitriona que todavía estaba en la ducha cuando sonó el timbre.
8. Amar Eurovision
¿Que por qué no me encanta del Festival de la Canción de Eurovisión? ¿Que pienso que las canciones son menos que mediocres? ¿Qué creo que los trajes son horribles y las rutinas de baile vergonzosas? Bueno, no vayas a creer que algún israelí dirá esto alguna vez. Simplemente aman Eurovisión y es imposible que se lo pierdan.
9. Beber sólo café negro
Los israelíes están orgullosos de la cultura cafetera local y de la increíble variedad de cafeterías en todo el país. Starbucks no existe. Y ningún café con leche grande super especial los puede convencer de lo contrario.
10. Llevar chanclas a la oficina y a tu boda
Gracias a la pandemia de COVID-19, millones de personas de todo el mundo están descubriendo ahora lo maravilloso que es deshacerse de los tacones y los cordones en favor de sandalias o calcetines cada vez más cómodos. Pero para los israelíes, el placer de ventilar los dedos de los pies no es nada nuevo, ya que incluso en los mejores y más saludables momentos, vamos a la oficina vestidos con simples chanclas. Sí, como las que te pones para ducharte en la piscina.
Y no se trata solo de oficinas y reuniones de negocios: las chanclas son imprescindibles incluso en las bodas más elegantes, y se cambian justo después de que el novio rompe el cristal. Porque la frase “no hay ganancia sin dolor” claramente todavía tiene que hacer aliá.
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