No son muchas las localidades de Israel que aparecen en las canciones populares pero Pardes Hanna-Karkur es una de ellos: en “Blues Canani” Ehud Banai canta sobre la “bienaventuranza eterna” de la ciudad mientras que la canción “Pardes Hanna” de Hanan Ben Ari la promociona como un buen lugar para criar niños.

Según muchos de sus 43.000 residentes, el lugar tiene un encanto especial, un sentimiento artístico y una calidad práctica.

“Podría vivir en cualquier parte del mundo, pero elegí vivir en Pardes Hanna-Karkur”, afirmó Miri Tal, dueña de Tatanka, una tienda que vende coloridos zapatos de cuero, joyas y accesorios en lo que se conoce como The Artists’ Stables.

Los establos de la ciudad solían albergar caballos pero ahora se han convertido en boutiques de artistas, cafeterías, restaurantes e incluso espacios para terapeutas.

Miri Tal, propietaria de Tatanka y HaYa’ar (El Bosque), un centro de retiro en Pardes Hanna-Karkur. Foto: Diana Bletter

“Aquí hay magia. Hay una comunidad espiritual y mucho amor. Si una quiere bailar  puede encontrar a alguien con quien hacerlo. Si quieren hacer música, también es fácil  encontrar eso”, remarcó Tal.

Ubicada en el distrito de Haifa, Pardes Hanna-Karkur nació en 1929 y lleva el nombre de Hannah Rothschild, nieta de Nathan Rothschild de la dinastía bancaria judeo-europea.
En hebreo “Pardes” significa huerta.

Pardes Hanna en 1938. Foto: Zoltan Kluger/ Colección Nacional de Fotografía de Israel/cortesía de GPO

En 1979 se unió al pueblo de Karkur para convertirse en un municipio conjunto pero todavía tiene un ambiente de pueblo chico.

Si bien es conocida por su ambiente hípster, la ciudad logra equilibrar a las personas que buscan un estilo de vida alternativo con aquellas más tradicionales.

Los visitantes encuentran allí una variedad de restaurantes que incluyen comida india, japonesa e italiana, o delicatessen de alta calidad como los sándwiches rellenos de HaMezaveh y cafeterías como Nuni veFortuna, que está llena de ropa vintage y chucherías.

Ohr HaOtiot (Luz de las letras), el taller de caligrafía hebrea del escriba Yaeer Suissa en los establos de los artistas en Pardes Hannah-Karkur. Foto: Diana Bletter

Hay tiendas que venden carillones, jabones caseros, joyas, trajes de baño y lencería hechos a mano y hasta incluso piezas de caligrafía hebrea del escriba Yaeer Suissa.

Yael Or-Shalom, que enseña yoga cuando no trabaja para una empresa de alta tecnología, indicó que el dueño de la tienda de comestibles local se adapta a la variedad de compradores.

“Me dijo que puede saber cómo es un cliente solo por la leche que compra. Cuando compré leche de arroz, me dijo: ‘Ah, ¿vas a comprar leche alternativa? Entonces no tomarás una bolsa de plástico’. Y cuando compré harina de espelta, expresó: ‘Definitivamente no quieres una bolsa de plástico’”, contó Or-Shalom.

Un cartel en los establos de los artistas en Pardes Hanna-Karkur. Foto: Diana Bletter

Pardes Hanna es conocida por atraer a cientos de artistas residentes de Tel Aviv que buscan salir de la ciudad, así como etíopes y pensionados como Rina Radai (80).

Ella y su esposo, que trabajaba como soldador, criaron nueve hijos en su granja en Pardes Hanna junto con ovejas, y cultivaron nogales, limoneros y naranjos.
Hoy solo quedan las gallinas ponedoras junto con los gatos callejeros a quienes, según el vecino Tomer Shimshoni, “les gusta pensar que son gallinas”.

Rina Radai, residente de Pardes Hannah-Karkur. Foto: Diana Bletter

Radai, que nació en Yemen, llegó a Israel cuando tenía ocho años. Su familia vivió durante un tiempo en una tienda de campaña y un gallinero porque no había casas disponibles .

La mujer reveló que luego de que ella y su esposo se casaran y se mudaran a Pardes Hanna, el sitio era muy tranquilo: “Nos conocíamos todos, solíamos dejar nuestras casas abiertas y nunca teníamos que cerrar con llave nuestras puertas. Había huertas por todas partes”.

Como en cualquier otro lugar de Israel, los huertos y los campos están dando paso a los edificios de apartamentos. En un recorrido por el vecindario, Shimshoni señaló construcciones de cuatro pisos con décadas de antigüedad.
Detrás de ellos, hay apartamentos de gran altura construidos recientemente para otra afluencia de residentes.

Malabares por doquier

Guy Lev, un diseñador web que también es malabarista, se mudó a la zona hace 20 años. Lo que lo atrajo fue la elección de las escuelas pero luego se encontró “en medio de una comunidad dinámica de artistas”.

Guy Lev  ayuda a organizar eventos comunitarios en el café Nuni veFortuna. Foto: Diana Bletter

Lev es uno de los líderes de Shikshuk, un popular mercado abierto que funcionaba el primer viernes de cada mes hasta que la pandemia de COVID-19 lo interrumpió. Por suerte, Shikshuk comenzó de nuevo en septiembre.

Ese mercado opera sobre varios principios. “Solo se puede vender lo que se produce o lo que se tenga de segunda mano y debe haber precios ‘amigables para la comunidad’“, explicó Lev, que también participa en el Festival HaNadiv (“el benefactor”, cuyo nombre se refiere al Barón Edmond Rothschild), que tendrá lugar del 10 al 12 de noviembre.

Todos los eventos son gratuitos y cualquiera puede crear uno.

“Esa es nuestra manera de ampliar el significado de la cultura. La gente puede organizar un evento que gire en torno al teatro, comida, artes plásticas, música o puede dar una conferencia porque la idea no es llevar el espectáculo a la gente sino que las personas sean parte del espectáculo”, destacó Lev, que creó una aplicación que conecta a las personas que quieren dirigir un evento y aquellas que ofrecen sus casas como anfitriones.

Avner Vaknin en su taller de carpintería en Pardes Hanna. Foto: Tomer Shimshoni

A menudo, aquellos que crecieron en Pardes Hanna-Karkur se van por un tiempo y luego regresan.

Uno de ellos es Avner Vaknin, cuyo padre tenía un taller de carpintería y qué después de su fallecimiento regresó para hacerse cargo de la tienda y agregar su propio toque artístico.

“Hubo muchos cambios desde que yo era pequeño pero todavía hay árboles, el mar está cerca y la gente es increíble. Me encanta”, dijo Vaknin.