Las islas Galápagos son conocidas por sus especies de animales únicas en el mundo: tortugas gigantes, iguanas y leones marinos. Ninguna, sin embargo, es más legendaria que unas aves cantoras conocidas como «pinzones de Darwin».

El descubrimiento de esa aves, que no son más grandes que un gorrión, ayudaron al científico inglés Charles Darwin en el siglo 19 a desarrollar su teoría de la evolución por selección natural. Ahora, 11 de las 13 especies de pinzones de esas islas, situadas a 906 kms de Ecuador, están en peligro de extinción a causa de una mosca parasitaria.

Un equipo de investigación de la Facultad Robert H. Smith de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de la Universidad Hebrea, en Jerusalén, integrado por los profesores Boaz Yuval, entomólogo reconocido por su innovador trabajo con las moscas de la fruta y los mosquitos, Edouard Jurkevitch y Micki Ben-Yosef, viajó recientemente a las islas para ayudar a salvar las emblemáticas aves.

La investigación, que durará tres semanas, es parte de un proyecto de cuatro años financiado por la Fundación Científica Binacional E.U.-Israel y la Universidad de Minnesota.

El profesor Boaz Yuval en un viaje que hizo a las Galápagos en 2015. Cortesía de Boaz Yuval.

El problema de las moscas apareció por primera en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado, y fue descubierto por un grupo de investigadores austríacos y australianos que querían saber por qué morían los polluelos de los pinzones en el nido, dijo Yuval.

Un análisis posterior reveló que las larvas de la mosca Philornis downsi, traídas accidentalmente a la isla desde el continente en los años 60, parasitan a las crías y se alimentan de su sangre hasta matarlas.

La tasa de mortalidad en las crías es de casi el 100%. “Lo que es realmente preocupante es que hay lugares en las islas donde algunas especies de pinzones han experimentado un parasitismo de cerca del 100% en los nidos en años recientes», dijo Yuval a ISRAEL21c. “Es de cero donde anida la población adulta”.

Aunque el parásito no ha afectado a todas las especies por igual, Yuval pronostica que de no aparecer una solución viable los pinzones pueden extinguirse en unos 10 años. Sólo existen 80 ejemplares de una especie en particular, el pinzón de manglar.

Lo positivo es que hay un consorcio de investigadores internacionales y agencias de financiación que están ayudando a encontrar soluciones.

“En el caso del pinzón de manglar, el Zoológico de San Diego e investigadores ecuatorianos recogen huevos cada año, los incuban en un laboratorio, crían los polluelos, los aclimatan y luego los dejan libres”, dijo Yuval.

Gracias a este método, que han practicado desde hace cuatro años, el número de pinzones de esa especie ha aumentado cerca de un 14% anualmente.

Otra prometedora técnica es proporcionar materiales para la anidación a los cuales se les ha aplicado insecticida previamente, lo que elimina los parásitos y permite que los polluelos sobrevivan. Sin embargo, aún no es una solución general pues los insecticidas pueden afectar a numerosas aves y las directivas del parque de las Galápagos no la aprueban.

Pinzones terrestres medianos. Cortesía de Boaz Yuval.

Los investigadores israelíes está estudiando un método diferente: atacar los microbios que portan las moscas para impedir que se alimenten de la sangre de los polluelos.

“Los humanos tenemos un microbioma enorme que viven en el intestino y que contribuye a nuestro bienestar, sistema inmunológico, combate enfermedades e incluso incide en nuestro estado de ánimo”, según Yuval. “No es algo único de los humanos. Los insectos también tienen microbios intestinales que son muy importantes en su nutrición y en su respuesta inmune, especialmente los insectos que se alimentan de sangre”.

Además de proporcionar suplementos dietéticos esenciales, que las moscas no reciben de la sangre, las bacterias también juegan un papel importante en la comunicación entre insectos adultos, incluida la búsqueda de alimentos y pareja, según Yuval.

“Podemos manipular el comportamiento de los adultos atrayéndolos a trampas basadas en sustancias volátiles producidas por sus microbios. Tenemos datos preliminares que son muy prometedores y ese será nuestro segundo enfoque durante el estudio”, dijo Yuval.

Los israelíes también tratarán de ayudar a un equipo de expertos ecuatorianos a encontrar la forma de cultivar con éxito la mosca en un laboratorio para aplicar un método de control de plagas que consiste en liberar en la naturaleza un alto número de insectos esterilizados.

De tener éxito, el intento para salvar a los pinzones significaría salvar mucho más que estas aves. Sin el pinzón los ecosistemas terrestres corren el peligro de desestabilizarse. “Uno nunca puede pronosticar qué pasará después”, advierte Yuval. “El problema de la extinción es que es para siempre y no se puede revertir”.