En Israel estamos acostumbrados a los tiempos difíciles, esa es la verdad. En los 28 años que llevo viviendo aquí, el país pasó por la segunda intifada, cuatro guerras, una ola de apuñalamientos es incontables ataques con misiles y salvadas milagrosas.

Y aquí la gente absorbe las crisis, una por una, y se recupera con una resistencia extraordinaria.

Sin embargo, la crisis del coronavirus es algo totalmente diferente porque nos pide que hagamos algo completamente fuera de lo común. Sí, nos está separando de las personas que, en otros momentos de estrés, están ahí para ayudarnos: nuestra familia, amigos y vecinos. Nuestra comunidad.

En cambio, estamos encerrados en nuestras casas, lejos de ellos. A veces solos, a menudo temerosos, haciendo llamadas telefónicas y reuniones en Zoom para tener la oportunidad de hablar o ver a las personas que amamos.
No estamos seguros de cuándo podremos ser capaces de abrazarlos de nuevo.

Y esta vez no es solo en Israel. No, el mundo entero vive una crisis en una proporción que no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial. Hay tanta gente que sufre, tantos trabajos perdidos, tantos enfermos, tanta gente separada de sus seres queridos.

Y lo peor de todo es que no tenemos idea de cuándo terminará.

En estas oscuras horas, las historias positivas son más importantes que nunca. Es demasiado fácil dejarse atrapar por las crudas estadísticas y el constante flujo de noticias aterradoras pero hay también otras cosas que contar.

El viernes 3 de abril de 2020 Centro Azrieli de Tel Aviv se iluminó con el "Shemá Israel", la oración central de la fe judía, "Oye, Israel, Adonai es nuestro Di-s, Adonai es Uno.". El rezo debe decirse en voz alta. Foto: Micha Mitch Danzig.
El viernes 3 de abril de 2020 Centro Azrieli de Tel Aviv se iluminó con el «Shemá Israel», la oración central de la fe judía, «Oye, Israel, Adonai es nuestro Di-s, Adonai es Uno.». El rezo debe decirse en voz alta. Foto: Micha Mitch Danzig.

Hay historias de piedad y solidaridad, de personas que se ayudan entre sí contra viento y marea, de músicos que hacen recitales en sus terrazas o de que gente común que se esfuerza por salvar vidas.

También hay historias de generosidad, tanto a nivel personal como comercial, con compañías que ceden sus patentes para ayudar a otros a fabricar equipos vitales para salvar vidas, o países y ONG que envían ayuda a los más necesitados.

Y hay historias de personas que trabajan las 24 horas para en el desarrollo de increíbles tecnologías en un esfuerzo por combatir el COVID-19 y protegernos del contagio. O que hacen que nuestras vidas en cuarentena sean mejores y más fáciles de llevar.

Ni hablar de los expertos que comparten consejos que nos ayudan en la cotidianidad de los días de encierro.

Y estas son las historias que contamos. Porque nos dan esperanzas y nos ayudan a ser resistentes.

Desde nuestro nacimiento en 2001, nuestra misión siempre ha sido ver el lado positivo de las cosas y compartir el tipo de historias que otras publicaciones normalmente no publican.

Hoy más que nunca, estas historias son vitales. Y se las presentamos no solo en nuestras páginas web y boletines quincenales sino también en nuestros nuevos boletines especiales porque en esto estamos todos juntos.

El equipo de ISRAEL21c es igual a sus lectores. Todos nos encontramos atrapados en nuestros hogares, separados -a veces en otros continentes- de los padres ya mayores o de nuestros hijos.
Y tenemos familiares y amigos que perdieron sus trabajos o que luchan contra el coronavirus.

Pero eso no nos impedirá buscar y compartir las mejores y más brillantes historias con ustedes.

Les deseamos todo lo mejor. Que tengan felices fiestas con salud, fuerza y ​​resistencia.

Juntos vamos a superar esto y a lo largo del camino celebraremos toda la maravilla de la humanidad.