Es lindo creer que el virus SARS-CoV-2 se fue para siempre pero cada semana que pasa el panel de control de coronavirus de la Organización Mundial de la Salud (OMS) registra millones de nuevos casos confirmados de COVID-19.

Y si el COVID todavía está entre la gente también lo estará el COVID prolongado.

De acuerdo con la OMS, entre el 10 y el 20 por ciento de los sobrevivientes de COVID-19 sufren síntomas persistentes como fatiga, dificultades para respirar, dolor en las articulaciones, disminución del gusto o el olfato y problemas para concentrarse.

Recientemente, el doctor Anthony Fauci, hoy ex principal asesor médico del presidente de EEUU Joe Biden, declaró que el COVID prolongado es una “emergencia de salud pública traicionera”.

Un estudio publicado por el servicio de salud Macabi de Israel halló que entre los adultos que sufrieron COVID-19, uno de cada tres tiene déficits sanitarios persistentes, como la pérdida de la memoria y dolor muscular. Incluso un semestre después.

Mientras tanto, especialistas en Israel que investigan cómo prevenir y tratar el COVID descubrieron que las vacunas pueden ayudar a las personas a evitarlo y que los tratamientos con oxígeno hiperbárico, la terapia de ejercicio o un suplemento nutracéutico pueden ayudar a detenerlo.

Además, la vacuna puede prevenir el COVID prolongado mientras que el oxígeno podría ayudar a curarlo.

“Aún vemos cada día en hospitales y clínicas, pacientes poscovid que se quejan de síntomas incluso meses o un año o más después de recuperarse de la enfermedad”, contó el doctor Gabriel Izbicki, director del Instituto Pulmonar del Centro Médico Shaare Zedek de Jerusalén.

El doctor Gabriel Izbicki, director del Instituto Pulmonar del Centro Médico Shaare Zedek de Jerusalén. Foto cortesía del Centro Médico Shaare Zedek

Según Izbicki se trata de una minoría de pacientes con COVID pero «asusta porque no hay forma de saber quién se verá afectado por una versión prolongada”.

Otro estudio realizado por neumólogos del Centro Médico de la Universidad de Hadassah descubrió que aunque el COVID-19 grave aumenta el riesgo de deterioro respiratorio, cardíaco o neurológico duradero, los síntomas inespecíficos como dificultad de respirar y fatiga son tan frecuentes después cuando el mal es más leve.

Cómo puede ayudar la vacunación

El epidemiólogo Michael Edelstein de la Universidad de Bar-Ilan afirmó que hay un consenso cada vez mayor de que las vacunas pueden ayudar a prevenir el COVID prolongado.

Una investigación suya demostró que las personas que habían recibido previamente al menos dos dosis de la vacuna Pfizer reportaron un 62 por ciento menos de fatiga, un 50 por ciento menos de dolor de cabeza, un 62 por ciento menos de debilidad en las extremidades y un 66 por ciento menos de dolor muscular después del de COVID-19 respecto a aquellos que no se inocularon.

Así, la vacuna puede prevenir el COVID prolongado mientras que el oxígeno podría ayudar a curarlo

La vacuna puede prevenir el COVID prolongado mientras que el oxígeno podría ayudar a curarlo. Foto: Spencer Davis/Unsplash

Diferentes estudios actuales de Edelstein se centran en, como él mismo dijo, “mostrar que el COVID prolongado afecta de forma significativa el bienestar y la calidad de vida de las personas y que dura mucho tiempo”.

Edelstein le contó a ISRAEL21c en Español que midió el efecto de los síntomas prolongados de COVID-19 en el bienestar subjetivo (BS) en 2.295 participantes del estudio a los tres a seis meses, de seis a 12 meses y de 12 a 18 meses después de la infección.

“Los resultados sugieren que los cambios más grandes y sostenidos en el BS provienen de síntomas no específicos, que incluyen fatiga, confusión/falta de concentración y trastornos del sueño”, dijo el científico.

Síntomas específicos como la debilidad muscular y el dolor tuvieron un efecto menos profundo y más temporal en el BS.

“Tomar un enfoque similar para otros síntomas y seguir a las personas a lo largo del tiempo para describir las tendencias en los cambios del BS atribuibles a síntomas específicos ayudará a comprender la fase pos-aguda de COVID-19 y cómo debe definirse y manejarse mejor”, explicó Edelstein.

Tratamiento de COVID prolongado

Los hospitales de Israel abrieron algunas de las primeras clínicas post-COVID del mundo y en ellas el tratamiento depende de los síntomas y la gravedad.

Investigadores de la Universidad Ariel y el Centro Médico Sheba publicaron un estudio que sugiere que la disfunción autoinmune puede desempeñar un importante rol en los síntomas prolongados de COVID-19 como fatiga crónica, deterioro cognitivo y trastornos relacionados con el estado de ánimo, y muchos más.

Además, los científicos describieron que algunos pacientes se benefician de la terapia inmunomoduladora e inmunosupresora pero que el tratamiento con ejercicios puede ser más segura y efectiva porque estabiliza al sistema nervioso autónomo.

Tiempo atrás especialistas de la Universidad de Tel Aviv colaboraron con una clínica de COVID prolongado de Florida, EEUU, para formular un suplemento nutracéutico único para tratar los síntomas típicos de largo plazo.

Los resultados de su ensayo clínico revelaron una mejoría en la severidad de los síntomas en 51 pacientes, especialmente en la confusión mental y fatiga después de dos semanas de dosis diarias, y una mejora aún mayor después de cuatro semanas de dosis diarias.

Para los pacientes más graves con otros síntomas pulmonares graves o post-COVID, Izbicki prescribe esteroides para reducir la inflamación.

Por su parte, el doctor Fares Darawshy, neumólogo del Hadassah, coincidió en que el tratamiento más útil en esos casos es la terapia respiratoria, física o cognitiva.

La oxigenoterapia hiperbárica intensiva (OHB) es otra opción de tratamiento aunque hoy menos accesible.

En julio pasado, una investigación publicada por el Centro Sagol de Medicina e Investigación Hiperbárica en el Centro Médico Shamir y la Universidad de Tel Aviv informó que la OHB mejoró de forma crítica la condición de 37 pacientes post-COVID en comparación con un grupo de control.

Gráfico cortesía del Centro Sagol de Medicina Hiperbárica que indica la mejoría en pacientes que realizaron oxigenoterapia hiperbárica

Bajo la supervisión del director del Centro Sagol, el doctor Shai Efrati, esos pacientes recibieron 40 tratamientos de OHB, cinco sesiones por semana durante dos meses.

“El estudio reveló que el oxígeno hiperbárico puede inducir la reparación estructural y funcional de las regiones dañadas del cerebro y mejorar la función cognitiva, conductual y emocional de los desafortunados pacientes que sufren de condiciones post-COVID-19”, expresó Efrati.

La prevención es la mejor medicina

Mientras los investigadores en Israel y en otros lugares del mundo tratan de entender más acerca de por qué a menudo el COVID-19 causa síntomas persistentes, Izbicki advirtió que la mejor protección contra el COVID prolongado es, en primer lugar, evitar infectarse.

“Aunque no sea agradable, deberíamos seguir tomando precauciones y usando máscaras en el interior de los lugares para protegernos a nosotros, a nuestros padres y abuelos”, dijo Izbicki.

El especialista añadió que las personas pueden seguir siendo COVID-positivas durante mucho tiempo, incluso semanas después de la recuperación.

Y que cualquiera pueden infectarse más de una vez. “Podemos vivir una vida más o menos normal, pero solo tenemos que ser un poco más cuidadosos”, finalizó.