La vida de una vaca lechera con una caravana con un número en la oreja es un ciclo continuo de embarazo, parto, separación inmediata de tus terneros y máquinas que extraen su leche.

Luego de cinco años, su cuerpo se desgasta por este proceso antinatural y su siguiente paso es el matadero.

Ángela era una de esas vacas pero gracias a un agricultor de buen corazón, en lugar de terminar en una parrilla se reunió con Gali, su ternero bebé no vidente.

Esto ocurrió en Freedom Farm (Granja de la Libertad) donde cerca de 250 vacas, pollos, ovejas, cabras, cerdos, pavos, patos y 18 conejos rescatados de laboratorios de investigación viven sus días en paz.

Adit Romano y Meital Ben Ari, cofundadoras de este santuario educativo de Israel, saben que su lugar no impacta en el multimillonario sector de las granjas industriales pero sí esperan que los visitantes se muestren más compasivos después de encontrarse con animales que, de otro modo, hallarían trozadas y envueltas en plástico en el supermercado o asadas a la parrilla.

Orit el lechón y Gary la oveja se hicieron amigos. Foto cortesía de Freedom Farm Sanctuary

 

“Aquí los animales son muy preciados para nosotros pero sus hermanos y hermanas se quedan atrás y sufren y si bien no estamos salvando a tantos, cada persona que visita y hace un cambio finalmente rescata a muchos animales”, afirmó Ben Ari.

La mayoría de los animales de Freedom Farm fueron entregados al santuario porque tienen discapacidades, lo que los hace poco rentables para la industria alimentaria.

Roy nació con discapacidades en una granja lechera pero recibió vitaminas, fisioterapia y acupuntura para ayudarlo a caminar. Foto: Danielle Meiri/Freedom Farm Sanctuary

 

“Aquí es posible hallar ovejas y cabras en sillas de ruedas, vacas y cabras ciegas. Hemos hecho mucho para curarlos física y mentalmente, construimos su confianza en los seres humanos… Hoy tenemos voluntarios todo el día que los alimentan a mano y les muestran que no todos los humanos son crueles”, dijo Romano.

Una misión común

Romano y Ben Ari trabajaban en el mundo de los negocios hasta que en 2011 sus vidas se transformaron al ver la conferencia “El discurso más importante que jamás escucharás” del activista estadounidense por los derechos de los animales Gary Yourofsky.
Sus pláticas sobre el sufrimiento y el daño ambiental en las granjas industriales tuvieron un papel importante en el impulso de la revolución vegana líder mundial en Israel.

Ben Ari ayudó a crear Vegan Friendly, una organización sin fines de lucro fundada en 2012 por Omri Paz que promueve y mejora el estilo de vida vegano en Israel.

Antes de conocerse, ambas mujeres supieron del Santuario de Animales de Granja de Woodstock en el estado de Nueva York y soñaron con comenzar algo similar en Israel. Después de ser presentadas por Paz, empezaron a planificar la idea.

Adit Romano y Meital Ben Ari, fundadoras de Freedom Farm Sanctuary. Foto: Nir Kalush

 

“No sabíamos a qué nos ateníamos y eso fue una suerte porque podríamos habernos desanimado si hubiéramos sabido que la burocracia sería tan complicada y costosa”, indicó Romano.

Es que Israel no tenía pautas legales que regulasen un santuario para los animales que normalmente se crían para el matadero.

“No se trataba de un refugio de burros o de animales silvestres, ni siquiera un zoológico de mascotas. Entonces no sabían cómo tratarnos porque el proyecto era crear un espacio educativo para hacer que las personas vean a los animales de una manera diferente”, contó Ben Ari.

Por su parte, Romano describió que durante dos años elaboraron un plan de negocios, buscaron aprobaciones especiales y terrenos, y recolectaron donaciones. “El Ministerio de Agricultura sugirió el norte o el sur donde podríamos tener más tierra, pero queríamos que fuera más accesible para que pudieran llegar más personas”, añadió.

El 5 de octubre de 2016, Freedom Farm Sanctuary abrió en el moshav Olesh, 45 minutos al norte de Tel Aviv.

Hoy cuenta con 15 trabajadores de media jornada más voluntarios que ayudan en el lugar y con el marketing y las redes sociales. La granja tiene 500.000 seguidores solo en su página de Facebook en inglés.

Tamir, una cabra rescatada de la industria láctea. Foto: Rotem Biran/Freedom Farm Sanctuary

Gracias al dinero recaudado por las donaciones e ingresos de visitantes israelíes y extranjeros -hay grupos que llegar a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Birthright – Freedom Farm ha crecido.

“Fundamos esto para sumar a la educación y durante la pandemia damos muchas clases por Zoom. Así, llegamos a 2.000 estudiantes en los últimos meses y hoy tenemos una larga lista de espera de escuelas que se han puesto en contacto con nosotros”, contó Ben Ari.

Sophie la gallina y Yossi el cerdo, donado por un criador porcino en cooperación con la organización israelí Let the Animals Live. Foto: Shelly Sternberg/Freedom Farm Sanctuary

 

A los visitantes nunca se les pregunta sobre sus hábitos alimenticios ni se los presiona para que se vuelvan vegetarianos o veganos.
Los recorridos en el refugio enfatizan en la compasión y el valor de ayudar a los menos afortunados.

Los maestros les dicen a Romano y Ben Ari que sus alumnos se relacionan de manera diferente entre sí después de sus sesiones de Freedom Farm. “La compasión por los animales conduce a una sociedad en la que las personas se compadecen entre sí”, dijo Romano.

Debido a las restricciones por la pandemia, la granja está cerrada. Cuando las condiciones lo permitan, será posible organizar excursiones por correo electrónico.

Para obtener más información, contactarse aquí.