¡Mazal tov a Jana y Matusalén por sus milagrosos 111 bebés! No, no se trata de humanos sino que los orgullosos padres son palmeras datileras cultivadas a partir de semillas antiguas descubiertas en excavaciones arqueológicas en Israel.

Estos dátiles, recientemente recogidos en el Instituto Arava en el kibutz Ketura en el sur del país, son de un tipo que no se había probado desde los tiempos de Jesús y los Macabeos.

“La doctora Elaine Solowey, directora del Centro de Agricultura Sostenible, cultivó nuestro primer árbol de dátiles antiguo, Matusalén, en 2005”, explicó Miriam May, directora ejecutiva de la asociación Amigos del Instituto Arava.

May contó que ese árbol nació de una semilla de 2000 años hallada en excavaciones en Masada y que su crecimiento fue un éxito sin precedentes que nadie esperaba. Sin embargo, debido a que es un árbol macho, no pudo producir frutos.

Pero luego Solowey logró germinar seis semillas antiguas más, una de Masada y cinco de las cuevas de Qumrán, hogar de los Rollos del Mar Muerto escritos entre 150 A. C. y 70 D. C.

Uno de los árboles de Qumran, Jana, fue polinizado por Matusalén y cultivó dátiles que maduraron a principios de septiembre, algo que fue muy celebrado en el mundo.

Solowey y su compañera, la doctora Sarah Sallon, la “abuela de dátiles” no podrían estar más complacidas.

De izquierda a derecha, la horticultora del desierto Elaine Solowey y la doctora Sarah Sallon con Hannah y sus dátiles protegidos por una malla. Foto: Marcos Schonholz

«Las mejores semillas que pude encontrar»

Sallon, una ex gastroenteróloga pediátrica del Centro Médico Universitario Hadassah en Jerusalén, fundó el Centro de Investigación de Medicina Natural Louis L. Borick en ese hospital en 1995. Durante los últimos 15 años, la médica se enfocó a tiempo completo en cómo las plantas pueden usarse como medicamentos.

“Estaba muy interesado en las plantas antiguas, en cómo y dónde crecían, y qué les está sucediendo con el cambio climático, la contaminación y el desarrollo”, le dijo Sallon a ISRAEL21c.

Ella y Solowey recolectaron y probaron muchos tipos de plantas, y Solowey las cultivó en el Instituto Arava.

Las doctoras Sarah Sallon a la izquierda y Elaine Solowey con Matusalén. Foto cortesía del Instituto Arava

Más tarde, Sallon tuvo consigo semillas de dátiles descubiertas durante las famosas excavaciones de Yigael Yadin en Masada a mediados de la década de 1960 (almacenadas durante más de 40 años) además de semillas de dátiles encontradas en Qumran por el profesor Joseph Patrich del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea.

“Patrich me dejó elegir lo que quisiera. Elegí las mejores semillas que pude encontrar, en extraordinariamente buenas condiciones. Le di un poco a Elaine (Solowey) y así fue como creció Matusalén (llamado así por el ser humano más viejo de la Biblia)”, relató Sallon.

Matusalén, cultivado a partir de una semilla de hasta el siglo I D. C. (fue fechada por radiocarbono).
Esta fue semilla más antigua jamás que se haya convertido en una planta viva y fue objeto de artículos publicados en la revista Science en 2008.

Seis semillas antiguas de dátiles germinadas antes de ser plantadas: (A) Adán, (B) Jonás, (C) Uriel, (D) Boaz, (E) Judith, (F) Jana y (G) HU37A11 (sin plantar pero utilizada como control). Foto: Guy Eisner

Seis de las 32 semillas adicionales elegidas por Sallon brotaron bajo el cuidado de Solowey. Fueron calentadas e hidratadas lenta y gradualmente, alimentadas con una hormona vegetal promotora del crecimiento y un fertilizante enzimático.
Luego se convirtieron en palmeras datileras saludables llamadas Adán, Ana, Judith, Jonás, Boaz y Uriel.

En febrero pasado, un artículo publicado sobre la germinación de las semillas en Science Advances generó cientos de consultas, según narró Sallon.

A principios de 2019, trasladaron a Adam, Jonás y Jana de su invernadero al Parque de Investigación y Visitantes Daniel Fischel & Sylvia Neil del Instituto Arava.

La naturaleza no se rinde

“Fue tan extraordinario traer estos árboles de entre los muertos… En realidad solo estaban durmiendo. Verlos crecer varios metros de altura y tener bebés fue un rayo de luz en un momento como este en que la gente está preocupada y deprimida. Es una señal de la notable resistencia de la naturaleza frente a esta terrible destrucción de especies. La naturaleza no se rendirá sin luchar. Ese es un mensaje para nuestro tiempo”, afirmó Sallon.

Dátiles (A a C) Adam (a los 110 meses), Jonás (63 meses) y Uriel (54 meses) y (D a F) Boaz (54 meses), Judith (47 meses) y Hannah (88 meses). Foto: Guy Eisner

¿Y qué gusto tienen los dátiles de Jana?

“Sabrosos. Yo siento que los dátiles de Medjoul son demasiado dulces. Los de Jana son más suaves y secos, con un regusto a miel que me hace pensar en la tierra de la leche y la miel”, detalló la especialista.

Los expertos en dátiles del kibutz Ketura dicen que los dátiles saben a la especie Zahidi de dátiles iraquíes. Eso tiene sentido, ya que Jana está relacionada genéticamente con una especie que creció en Babilonia, el actual Irak.

“La domesticación de la palmera datilera para el cultivo comenzó hace unos 6.000 años en Babilonia y en la Península Arábiga. Matusalén y Adam, de Masada, son muy parecidos a los árabes y tienen más de 2.000 años. Jana es más iraquí. Suponemos que fue traída por los exiliados que regresaron después de la destrucción del Primer Templo, porque el Talmud nos dice que los exiliados de Judea trabajaron en plantaciones de dátiles en Babilonia”, describió Sallon.

Dátiles recolectados de Jana polinizados por Matusalén en el Instituto Arava. Foto: Marcos Schonholz

El cultivo de dátiles en la antigua Judea estaba bien establecido alrededor del año 300 A. C. Uriel, Boaz y Jonás son del año 200 de la era cristiana y sus semillas fueron encontradas en cuevas donde los judíos se refugiaron de los romanos.

“Son más occidentales, como los dátiles del norte de África, probablemente porque los romanos se ocuparon de esos machos para ayudar a polinizar a las palmas orientales”, dijo Sallon.

La científica manifestó que la idea es reintroducir los dátiles de Judea en la agricultura moderna. “Los dátiles en la antigüedad eran una de las mayores fuentes de ingresos. Sería bueno recuperar de la extinción a esta antigua variedad que está produciendo dátiles muy buenos y reintroducirlos en el mercado”, remarcó.

Sallon también espera recaudar dinero para publicar un libro para niños que escribió “desde el punto de vista del propio Matusalén que se va a dormir a Masada y se despierta en un laboratorio 2000 años después”.​