Un bioprocesador de la compañía HomeBiogas está convirtiendo desperdicios orgánicos en energía renovable en el orfanato Buvundya, en Uganda, gracias a un donante que lo compró.

“Los niños quedaron encantados cuando vieron la magia de HomeBiogas y que podían transformar desperdicios y producir su propia energía”, según el director científico y cofundador de la compañía, Yair Teller.

HomeBioGas ofrece una solución eficaz para zonas rurales o en las afueras de las ciudades de climas cálidos, así como para dueños de casa interesados en la protección del medio ambiente o para propietarios de granjas pequeñas.

Hace un tiempo el Ministerio de Protección Medioambiental de Israel compró e instaló unidades de la compañía en dos poblados de beduinos en el Negev, que carecían de acceso a energía no contaminante o a recolección de basuras. Ahora pueden producir su propia energía para luz, cocina y calefacción, así como para fertilizante orgánico líquido.

Las unidades, que son para patios, vienen en una bolsa fácil de ensamblar y facilitan el procesado anaeróbico bacteriológico de sustancias orgánicas como sobras de comida y estiércol animal. Un biofiltro reduce los olores y otro de cloro eliminan patógenos en la producción de fertilizante. Los materiales son hechos en Israel.

El Ministerio de Energía y Minas de la República Dominicana ha adquirido un buen número de las unidades para reducir el uso de madera para calefacción de viviendas.

El Centro Peres para la Paz en Jaffa compró unidades para dos poblados árabes en áreas de Cisjordania administrados por la Autoridad Palestina que carecían de sistemas adecuados de eliminación de residuos.

Docenas de países se han interesado en el sistema y se han puesto  en contacto con HomeBioGas, dijo Amir.

“Hemos recibido pedidos de varios distribuidores en muchos países, entre ellos Australia, Nigeria y Costa Rica, que quieren instalaciones de demostración”, explica. “Unos 70 están interesados en distribuirlos. Está claro, pues, que estamos respondiendo a una necesidad”.

La compañía, con sede en Beit Yannai, al norte de Israel, cerca al Mediterráneo, se está lanzando al mercado mundial con el apoyo de una campaña de financiación colectiva que ha recaudado cerca del 200% de su objetivo, que es de $100.000 dólares.