Un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv (TAU) en el centro de Israel descubrió que los anticuerpos aislados del sistema inmunitario de pacientes recuperados de COVID-19 son eficaces para neutralizar todas las cepas conocidas del virus incluidas las variantes Delta y Ómicron.

De acuerdo con los científicos, el tratamiento dirigido con estos anticuerpos administrados en altas concentraciones al organismo humano puede eliminar la necesidad de repetidas vacunas de refuerzo y fortalecer el sistema inmunológico de las poblaciones en riesgo.

Esta investigación es la continuación de un estudio anterior realizado en octubre de 2020. Y fue publicada en la revista Nature Communications Biology.

Dirigido por la doctora Natalia Freund del departamento de Microbiología Clínica e Inmunología de TAU, el equipo secuenció todas las células B del sistema inmunitario de la sangre de personas que se habían recuperado de la cepa original de COVID-19 en Israel y aisló nueve anticuerpos que produjeron los pacientes.

En el nuevo estudio, los investigadores hallaron que algunos de esos anticuerpos son muy efectivos para neutralizar a Delta y Ómicron, las variantes más recientes del coronavirus.

“En el estudio actual probamos que dos anticuerpos -TAU-1109 y TAU-2310- que se unen a la proteína de pico viral en un área diferente de la región donde se concentraba la mayoría de los anticuerpos hasta ahora (y por lo tanto eran menos efectivos para neutralizar la cepa original) son realmente muy efectivos para neutralizar las variantes Delta y Ómicron”, explicó Freund.

La científica explicó que los nuevos descubrimientos ponen en relieve la eficacia del TAU-1109 para neutralizar la cepa Ómicron con un 92 por ciento de eficacia mientras que lo hace en un 90 por ciento con la variante Delta.
Además, Freund añadió que el anticuerpo TAU-2310 neutraliza a la variante Ómicron con una eficiencia del 84 por ciento y a la cepa Delta con un éxito del 97 por ciento.

Para Freund, la efectividad de estos anticuerpos podría estar relacionada con la evolución del virus, que se volvió cada vez más infeccioso con cada variante, cambiando la secuencia de aminoácidos de la parte de la proteína espiga que se une al receptor ACE2.

“Por el contrario, los anticuerpos TAU-1109 y TAU-2310 no se suman al sitio de unión del receptor ACE2, sino a otra región de la proteína del pico, un área del pico viral que, por alguna razón, no sufre muchas mutaciones, y por lo tanto, son efectivos para neutralizar más variantes virales”, profundizó.

Freund reveló que los hallazgos surgieron cuando el equipo probó todas las cepas de COVID conocidas hasta la fecha.

Ambos anticuerpos clonados en su laboratorio fueron enviados a pruebas para verificar la efectividad contra virus vivos en cultivos de laboratorio en la Universidad de California en San Diego, y contra pseudovirus en la facultad de Medicina de la Universidad Bar Ilan en Galilea.
En los dos casos  los resultados fueron idénticos e igualmente alentadores.

Freund dijo que cree que estos anticuerpos pueden provocar una verdadera revolución en la lucha contra el COVID-19 ya que ofrecen una alternativa viable a las dosis de refuerzo.

“Necesitamos mirar a la pandemia de COVID-19 en el contexto de brotes de enfermedades anteriores que la humanidad ya presenció. Las personas que fueron vacunadas contra la viruela al nacer y que hoy tienen 50 años aún tienen anticuerpos por lo que probablemente estén protegidas, al menos parcialmente, del virus de la viruela del simio del que hemos estado escuchando recientemente. Lamentablemente, este no es el caso con el coronavirus. Por razones que aún no comprendemos del todo, el nivel de anticuerpos contra el COVID-19 disminuye de forma significativa después de tres meses, por lo que vemos personas que se infectan una y otra vez, incluso después de haber sido vacunadas tres veces”, enfatizó la científica.

El equipo indicó que el tratamiento dirigido con anticuerpos y su entrega al cuerpo en altas concentraciones puede servir como un sustituto eficaz para los refuerzos repetidos, especialmente para las poblaciones en riesgo y aquellas con sistemas inmunológicos debilitados.

“La infección por COVID-19 puede causar una enfermedad grave y sabemos que proporcionar anticuerpos en los primeros días posteriores a la infección puede detener la propagación del virus. Por lo tanto, es posible que al usar un tratamiento efectivo con anticuerpos, no debamos proporcionar dosis de refuerzo a toda la población cada vez que haya una nueva variante”, concluyó Freund.

La investigación también fue realizada por los estudiantes de doctorado Michael Mor y Ruofan Lee del departamento de Microbiología Clínica e Inmunología de la Facultad de Medicina Sackler, y en colaboración con los doctores Ben Croker de la Universidad de California en San Diego y Moshé Dessau de la Universidad Bar-Ilan; y los profesores Ye Xiang de Universidad Tsinghua en Beijing y Meital Gal-Tanamy de la Universidad Bar Ilan.