Mientras hacia una videollamada con la profesora Lilach Shalev-Mevorach, titular del laboratorio de Atención de la Universidad de Tel Aviv, todo el tiempo nos interrumpían pitidos, sonidos y tonos de llamada de nuestros diversos dispositivos.

Y nos reímos, porque eso ilustraba a la perfección lo que decía la especialista: las distracciones tecnológicas contribuyen de manera importante a la falta de concentración actual.

Si bien este no es un problema nuevo, parece haber empeorado en los últimos dos años de la pandemia.

Un estudio reciente halló que la capacidad de atención promedio se redujo de 12 segundos en 2000 a ocho en la actualidad.
Reportes citados en Stolen Focus: Why You Can’t Pay Attention (foco robado: por qué no puedes prestar atención) de Johann Hari mostraron que los estudiantes universitarios no pueden concentrarse en una tarea por más de 65 segundos y los trabajadores de oficina pueden mantener el foco por, en promedio, solo tres minutos.

“Este es un fenómeno que comenzó mucho antes del COVID-19 pero se volvió más complicado y pronunciado durante los últimos dos años, ya que todos estuvimos y estamos sentados frente a las pantallas. Las circunstancias aumentaron la carga de atención de forma significativa”, indicó Shalev-Mevorach.

Para la especialista, cuando las personas se unen a una reunión virtual con muchos participantes, o a una clase por Zoom, es realmente difícil describir cuán exigente es la acción en términos de atención y otros aspectos de la cognición.

Si aún el lector está prestando atención (algunos estudios recientes sugieren que las personas dedican menos de un minuto a leer contenido en línea), puede seguir leyendo para obtener algunas ideas y consejos.

Estar y mantenerse enfocado

La profesora Lilach Shalev-Mevorach, investigadora de la atención en la Universidad de Tel Aviv. Foto de Idan Malka

Shalev-Mevorach señaló que hay pocos datos empíricos sobre la disminución de la capacidad de concentración pero como investigadora experimentada de la atención sabe que hoy es mucho más exigente comprender lo que se dice cuando se comunica a través de dispositivos (o con mascarillas).

Eso es porque tanto el sonido como la visión están comprometidos. Y todavía es más difícil si el orador solo es escuchado y no se ve.

“Hay que invertir mucho más esfuerzo atencional y nos cansamos con mayor rapidez. Esto afecta nuestro procesamiento del lenguaje y nuestra capacidad de respuesta”, dijo.

Foto: RODNAE Productions/Pexels

 

Para ella, la comunicación remota perjudica tanto la atención sostenida -mantenerse enfocado mientras se realizan actividades sencillas, rutinarias y monótonas- como la ejecutiva.

“Cuanto más pasiva es la actividad, mayor es la probabilidad de distracciones internas y externas. En una reunión o clase de Zoom, la incapacidad de interactuar y reaccionar continuamente es un gran problema”, indicó Shalev-Mevorach, refiriéndose a las distracciones de la mente y el entorno.

La atención ejecutiva (también llamada control atencional) es una función más avanzada que se usa de forma activa para bloquear las distracciones. Esto también es más difícil cuando se trabaja, estudia e interactúa a través de dispositivos.

Niños, COVID-19 y concentración

Si en estos días un niño tiene más problemas para mantenerse concentrado, el primer paso es descartar factores mentales o físicos (incluido el COVID-19 prolongado) que pudieran afectar la concentración.

Ese es el consejo del psiquiatra de niños y adolescentes doctor Fortu Benarroch, director clínico del Centro de Estrés Postraumático Pediátrico en el Centro Médico de la Universidad Hadassah en Jerusalén y miembro de la junta de la Coalición de Trauma de Israel.

El doctor Fortu Benarroch, psiquiatra de niños y adolescentes. Foto: captura de pantalla

“Vemos un gran aumento de referencias y muchas de las quejas tienen que ver con problemas de concentración. La dificultad de concentrarse es un síntoma muy común que no es específico de problemas psicológicos y psiquiátricos. Es como una fiebre en la medicina general. La fiebre es un problema médico pero no se puede saber cuál es el problema solo por ese síntoma”, explicó Benarroch.

Según el especialista, la pandemia generó un período muy largo de angustia emocional, una situación que puede conducir a una disminución de la capacidad de concentración.
En ese sentido, Benarroch remarcó que los niños perdieron sus marcos regulares porque había mucha inestabilidad. “No iban a la escuela, o tenían clases de forma esporádica y no sabían cuánto duraría. Aprender en Zoom no siempre funcionó”, destacó.

Foto: Thomas Park/Unsplash

Del mismo modo, expresó, más niños se volvieron adictos a las pantallas (TV, computadora, teléfono inteligente), algo que ya era un problema antes de la pandemia, pero se volvió mucho peor.

“Cuando alguien pasa demasiadas horas mirando pantallas, eso afecta la concentración. Es fácil acostumbrarse a los medios donde hay una forma rápida e intensa de obtener satisfacción. Al presionar ‘enter’ se obtienen resultados inmediatos. No es así como funciona la realidad cuando uno no está frente a una computadora”, dijo Benarroch.

Según su visión, la necesidad de una solución rápida de satisfacción es una de las razones por las que los jóvenes se involucran en conductas de riesgo.

“No tienen paciencia para esperar procesos e interacciones humanas donde las cosas son lentas. A veces esto se manifiesta como un problema de concentración”, explicó.

Los padres pueden ayudar alentando las actividades físicas y sociales con compañeros o familiares. Si el problema continúa, se sugiere buscar ayuda profesional.

Consejos sobre cómo es posible mejorar la atención

Los siguientes consejos de Shalev-Mevorach están diseñados para ayudar a lograr una mejor atención sostenida y ejecutiva. El objetivo es estar más alerta en cualquier tipo de entorno o actividad.

  • Dormir lo suficiente. La gente se concentra mejor cuando no está cansada.
  • Siempre que sea posible, participar en actividades de interés en un entorno sin distracciones.
  • Organizar cualquier reunión, clase u otra presentación en unas pocas sesiones cortas en lugar de una sesión larga. La última o penúltima sesión debe ser dedicada a implementar o practicar una nueva habilidad o idea en un contexto del mundo real, individualmente o en pequeños grupos.
  • Cuando uno dirija o participe en una sesión larga (en vivo o grabada), los descansos breves y activos serán efectivos para procesar la información y sentirse alerta y concentrado. La actividad exacta durante el descanso (dar un paseo rápido, escuchar música) es una elección individual.
  • La escucha activa estimula la atención y ayuda a procesar lo que uno oye. En lugar de mirar o grabar de forma pasiva, es mejor tomar notas sobre puntos importantes, ideas o preguntas.