Me imaginaba que la oficina de SpaceIL, la compañía que creó Bereshit, la primera nave espacial privada del mundo en intentar un aterrizaje en la Luna en 2019, estuviera ubicada en una zona industrial con una atmósfera robótica altamente clasificada.

Sin embargo, la sede de la empresa se encuentra en un edificio de oficinas común y corriente y convive con emprendimientos dedicados a actividades terrenales como la decoración del hogar y el blanqueamiento dental.
La única señal que indica que SpaceIL es un proyecto de largo alcance está en la modesta sala de conferencias de la oficina donde hay una réplica de Bereshit de cuatro patas algo más pequeña que la original.

De pie junto a la nave espacial en miniatura está Kfir Damari, cofundador y director ejecutivo adjunto de SpaceIL.
Al lado de la copia, Damari se veía enorme y también orgulloso, como si él y sus dos cofundadores Yariv Bash y Yonatan Winetraub acabaran de construir un complicado set de LEGO.

Kfir Damari junto a un modelo de Bereshit 1. Foto: Diana Bletter

Solo otros tres países consiguieron aterrizar naves espaciales en la Luna: Rusia, EEUU y China.

Me sorprendió que Kfir Damari, un hombre de 39 años de voz suave con cabello rojizo, barba espesa y anteojos acordes con Clark Kent, y un pequeño equipo de ingenieros y científicos, intentaran hacer de Israel la cuarta nación en alunizar.

“Casi lo logras”, le dije.

“Somos los cuartos en aterrizar en la luna -me corrigió Damari de forma amable-Podríamos haber tenido un aterrizaje forzoso pero llegamos a la Luna. Y mucha gente no se da cuenta de esto. Llegamos hasta allí”

A la Luna junto a los Emiratos Árabes Unidos

En octubre, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) firmaron un acuerdo de cooperación con Israel para trabajar en la exploración espacial y, en especial, con Bereshit 2.
El objetivo es logran llevar a cabo un lanzamiento entre 2024 y 2025.

La nueva nave espacial, que se construirá con un presupuesto de 100 millones de dólares, dejará caer un módulo de aterrizaje en un lado de la Luna y el otro en el lado oscuro del satélite natural, donde solo China se ha aventurado a llegar.

Luego, después de dejar los módulos de aterrizaje, la nave original orbitará la Luna durante dos años.

Desde la izquierda, Morris Kahn (presidente de SpaceIL), Sarah bin Yousef Al Amiri (presidenta de la Agencia Espacial y el Consejo de Científicos de los EAU), y Shimon Sarid, director ejecutivo de SpaceIL. Foto cortesía de SpaceIL

Damari afirmó que durante su órbita, la nave servirá como la primera plataforma educativa para involucrar a los niños de todo el mundo.
Bereshit 1 había involucrado a dos millones de niños en el proyecto espacial, la mitad de ellos dentro de Israel. Damari espera que la nueva nave inspire a adultos y niños en los EAU, Europa y África a crear vínculos con sus pares israelíes.

“Que Israel lidere la misión y que los niños den sus primeros pasos de ingeniería y exploración espacial a través de esto será increíble para la imagen del país. Creo que cuando los chicos de otros países trabajen con los de aquí en proyectos como esto también se moldeará su perspectiva”, describió el emprendedor, que añadió que el proyecto Bereshit2 no solo está dirigido a niños interesados ​​en el concepto STEM, que abarca ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

De cara el futuro, Damari se mostró más que entusiasmado: “¿Te imaginas los tipos de proyectos de arte que se pueden hacer con una plataforma que orbita la Luna?”.
En ese sentido, dijo que el Ministerio de Educación ya planifica ideas curriculares para estudiantes desde el jardín de infantes hasta la escuela secundaria.

“Para mí, esto está generando un fuerte impacto en Israel. Y muestra cómo todos nosotros podemos alcanzar algo improbable y hacerlo viable”, definió.

Pasajeros en la cápsula espacial

Con un presupuesto de 100 millones de dólares, Bereshit 1 fue la nave espacial más económica que entró en órbita lunar.
No era mucho más alta que un mostrador de cocina (un metro por 2,3), por lo que no tenía mucho espacio para almacenar combustible.

Los ingenieros planearon que viajara con la energía de las fuerzas gravitatorias de la Tierra una vez que despegara de Cabo Cañaveral, Florida (EEUU) el 22 de febrero de 2019.

Lanzamiento de Bereshit a bordo de un cohete SpaceX, febrero de 2019. Foto cortesía de SpaceIL

El dispositivo viajó en órbitas elípticas alrededor de la Tierra hasta que el 4 de abril hizo contacto con el campo gravitatorio de la Luna. Una semana después, comenzó su descenso hacia un campo volcánico llamado Mar de la Serenidad, cerca de donde aterrizaron los astronautas estadounidenses del Apolo 17 en 1972.

A apenas 13 kilómetros de la Luna, Bereshit 1 comenzó a reducir la velocidad mientras se preparaba para aterrizar. Si bien el mal funcionamiento del hardware impidió que la nave hiciera un aterrizaje suave, el aparato estrellado permanece en la Luna.

Junto con el módulo de aterrizaje, que todavía está en la superficie lunar, hay recuerdos de la Tierra que viajaron con él, incluidos miles de rostros humanos en fotografías tomadas junto a la réplica del Bereshit 1 ubicada en el “duty free” del aeropuerto internacional Ben Gurion.

“Mi familia, todos mis amigos de Facebook y yo estamos en la Luna. El objetivo era que fueran pasajeros en la cápsula espacial y lo fueron de forma digital”, afirmó Damari.

Las fotos se conservan en  discos magnéticos y discos ópticos que no necesitan lector sino apenas un microscopio (suponiendo que quienquiera que los encuentre tenga el equipo y los conocimientos para examinarlos).

“¿Crees que alguien que podrá verlos?”, le pregunté.

“No puedo decir si hay otras civilizaciones en el universo. Si hay, sería genial que llegasen a la Luna y vieran todo lo que dejamos en Bereshit 1, incluidos 15 000 libros en 37 idiomas, dibujos y bendiciones para los niños. No puedo prometer que los extraterrestres lo leerán todo pero estoy seguro de que nuestros hijos y nietos tendrán la oportunidad de hacerlo”, indicó el emprendedor.

A bordo también se encontraba una copia en miniatura de la Biblia hebrea. De hecho, la primera palabra de la Biblia es “bereshít”, que significa “génesis” o “en el principio”.

Yonatan Winetraub, cofundador de SpaceIL, muestra una copia de la nano-Biblia del tamaño de una moneda en la cápsula del tiempo a bordo de Bereshit 1. Foto: Abigail Klein Leichman

El nombre de la nave espacial fue elegido en una votación de Facebook. “No sé quién lo sugirió, pero el nombre nos conecta con el pasado y el futuro. Fue la primera nave espacial de Israel pero no la última”, anunció Damari.

SpaceIL quería que las personas se sintieran conectadas con la misión, por lo que Bereshit fue la primera nave espacial en tomarse una selfie que mostraba a la Luna con el eslogan “Nación pequeña, sueños grandes”.

La nave espacial lunar Bereshit envió esta selfie muy cerca de la superficie de la Luna y antes de perder contacto con la sala de control. Foto cortesía de SpaceIL/IAI

Embajadores de SpaceIL

Desde el comienzo de SpaceIL, los voluntarios sirvieron como embajadores.

Ellos viajaron por todo el país para hablar con estudiantes y adultos sobre la misión espacial. Aún hay cerca de 130 voluntarios que dan conferencias en Israel y en el extranjero.

“Los voluntarios van a comunidades religiosas, árabes, etíopes… Quieren hablar con todos sobre el espacio”, dijo Damari, que contó que uno de ellos habló en una escuela en Herzliya hace siete años y que recientemente SpaceIL recibió una carta de agradecimiento de un niño que dijo que hasta ese momento no sabía nada sobre el espacio.

La charla del voluntario lo inspiró a construir un nanosatélite.

“Esta es una nueva era espacial con nueva tecnología. La gente puede hoy construir satélites pequeños y baratos como Nanosats y Cubesats”, se entusiasmó Damari.
Algunos de los voluntarios de SpaceIL incluso han cambiado de carrera para dedicarse a la investigación espacial.

“Estamos conectando a tantas personas con el espacio como sea posible. Espero tener niñas de los EAU haciendo proyectos espaciales con pares de Israel”, reconoció.

En 2010 cuando nació SpaceIL, los estudios mostraron que la cantidad de estudiantes de STEM en Israel caía en proporción a la población. Desde el lanzamiento de Bereshit esta tendencia se revirtió.
“Esperamos seguir viendo aumento en el número de estudiantes de STEM de todos los sectores”, dijo Damari.

Sin embargo, el empresario espacial no impone sus intereses a sus dos hijos.
En 2019, Omer (8) y Maayan (5) viajaron con Damari y su esposa Dotan al lanzamiento en Cabo Cañaveral pero el padre asegura que quiere que sus niños encuentren sus propios sueños.

Dotan, una terapeuta ocupacional, trabaja con menores en el espectro autista. “Ella está cambiando el mundo de a una persona a la vez”, dijo Damari.

Un niño creativo

Consulté a Damari sobre su propia infancia. Y me respondió: “Cuanto tenía seis años, mis padres me compraron un clon de una computadora Apple. A esta le faltaban componentes así que todo lo que podía hacer era crear programas. Escribí uno para jugar Tic-Tac-Toe y creé un virus. Siempre estaba buscando otros desafíos”.

Luego de terminar la escuela secundaria en 2000, Damari fue aceptado en la unidad de inteligencia de élite 8200 de las Fuerzas de Defensa de Israel.

“Me convertí en oficial y más tarde estudié física e ingeniería espacial en la Universidad Ben Gurion. En 2010, mientras daba clases, Yariv Bash, un conocido, hizo una pregunta en Facebook. ‘¿Quién quiere ir a la luna?’”, relató Damari.

Bash, de profesión ingeniero, se inspiró en Google Lunar XPrize, una competencia internacional que ofrece 20 millones de dólares a cualquiera que pueda aterrizar un satélite en la Luna.

“Le pregunté a Yariv: ‘¿Hablas en serio?’ y me dijo que sí”, recordó Damari.

Yonatan Winetraub (también ingeniero), Bash y Damari se conocieron en un bar de Holón, una ciudad al sur de Tel Aviv.

Desde la izquierda, los fundadores de SpaceIL Yonatan Winetraub, Kfir Damari y Yariv Bash. Foto cortesía

¿Qué ocurre cuando tres chicos que sueñan con ir a la Luna entran a un bar?

La primera idea que surgió fue lanzar una pequeña botella al espacio. Cuando se dieron cuenta de que necesitaban más equipo y más dinero, recaudaron fondos y unieron fuerzas con Industrias Aeroespaciales de Israel (IAI), que construyó la nave.

Aunque el Lunar XPrize de 20 millones nunca fue entregado, SpaceIL recibió su premio Moonshot de un millón de dólares.

Una startup sin fondos

Damari reveló que en comparación con los programas espaciales de otros países SpaceIL es relativamente pequeño, no tiene fondos suficientes y opera más como una startup que como una iniciativa espacial nacional.

Alrededor de 40 personas trabajaron en la primera misión. Hoy hay unos 20 empleados.

SpaceIL recaudó 70 millones de dólares de tres donantes principales: la Fundación Patrick y Lina Drahi, la Fundación Espacial Moshal y del filántropo Morris Kahn, que tras el aterrizaje forzoso de Bereshit 1 anunció: “Completaremos la misión”.

De izquierda a derecha: Kfir Damari, Yariv Bash, Morris Kahn y Yonatan Winetraub de SpaceIL. Foto cortesía de Kfir Damari

En la actualidad, SpaceIL recauda fondos adicionales para su próxima misión junto con el dinero necesario para la nave que orbitará la Luna durante al menos dos años. Damari dijo que espera que los socios internacionales participen.

“Todavía no estamos seguros desde dónde haremos el lanzamiento pero se nos dará una ventana de seis meses por lo que debemos estar listos”, explicó.

“¿También te gustaría ir al espacio?”, le pregunté.

“Me encantaría ver la Tierra como una pequeña canica”, respondió, y añadió que las nuevas tecnologías pronto harán posible que las personas tengan esa experiencia.

Sin embargo, confesó que decepciona a la gente porque su formación es ingeniería y no astronomía.
Cuando las personas le preguntan por los nombres de las constelaciones en el cielo, se queda en blanco.

“Honestamente, no sé nada sobre las estrellas”, reconoció.