Binyamin Houri tiene 17 años y vive en Netivot, ciudad obrera el sur de Israel. Se saltó un curso y ahora trabaja en la compañía Dynamic Yield como programador; sus compañeros aún cursan la secundaria. Otro estudiante, Yotam Salomon, también de 17 años y residente de Kiryat Ata, cerca de Haifa, ha estado trabajando durante las vacaciones escolares y en su tiempo libre durante tres años desarrollando software para impresores en 3D en una nueva compañía.

“Nunca fui ese niño al que hay que decirle lo que tiene que hacer; lo que pienso y digo siempre importa. [En la compañía] me tratan como cualquier otro empleado”, dijo Yotam, quien completó sus exámenes de matriculación en matemáticas, inglés e informática antes de lo proyectado.

Binyamin y Yotam son egresados de un programa nacional de educación cibernética llamado Magshimim, que forma parte del Centro de Educación Cibernética de la Fundación Rashi, y cuyo objetivo es capacitar en tecnología cibernética a jóvenes de sectores marginados.

Con sólo 17 años, Yotam Solomon trabaja ya en alta tecnología. Cortesía de Magshimim.

Creado en 2010, el programa también tiene en cuenta la escasez de mano de obra cualificada en el sector de alta tecnología en el país.

Sesenta y uno de los 234 estudiantes que se graduaron el año pasado empezaron a trabajar en empresas de alta tecnología antes de prestar el servicio militar, que empieza después de la secundaria.

Quince trabajan a tiempo parcial en la firma Rafael Advanced Defense Systems en los sectores de seguridad de información, centros de operaciones de seguridad cibernética, programación y pruebas de control de calidad.

Otros trabajan en Aqua Security, CyActive, Check Point Software Technologies, Deutsche Telekom, VIA, y Hysolate.

Ganan un salario promedio de 50 shekels por hora (unos 14 dólares), casi el doble del salario mínimo por hora en Israel, que es de 28,50 shekels, y 2,5 veces más de lo que ganan sus compañeros en trabajos ocasionales. Cuando trabajan a tiempo completo, por ejemplo durante las vacaciones o antes de alistarse al ejército, ganan un promedio de 10.000 shekels mensuales, casi lo mismo que un adulto promedio.

Según cifras de Magshimim, 92% de las colocaciones durante el año pasado fueron a iniciativa de empresas y se basaron principalmente en recomendaciones. Desde comienzos del año el programa ha recibido al menos una llamada por semana sobre cómo reclutar estudiantes.

Sagi Bar, director del Centro de Educación Cibernética de la Fundación Rashi. Cortesía.

“Colaborar con empresas representa una oportunidad en la que todos salen ganando: los estudiantes tienen la oportunidad de adquirir valiosa experiencia en sectores de alta tecnología y tecnología cibernética y las compañías, por otro lado, se benefician al emplear jóvenes excelentes y dinámicos”, dijo Sagi Bar, director del Centro de Educación Cibernética. “Esta conexión también tiene beneficios sociales al aumentar la representación de los sectores marginados en alta tecnología”.

Para celebrar la graduación de los 1.000 estudiantes que han egresado en sus 18 años de existencia, Magshimim organizó recientemente un evento en Ra’anana, en el centro del país, al cual asistieron Moshe Kahlon, Ministro de Finanzas, Yigal Unna, director de la Oficina Nacional de Cibernética, y Gabi Ashkenazi, ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y actual presidente de la Fundación Rashi.

El programa se estableció en colaboración con el Ministerio de Defensa y la industria de alta tecnología. También cuenta con el apoyo de la Oficina del Primer Ministro, el Fondo Nacional de Lotería y las fundaciones Adelis, Daniel y Davidson.