Un día después de que una tormenta azotara a Israel con granizo, truenos y fuertes lluvias, varias cajas de cartón con pájaros de toda clase esperaban en el Hospital de Fauna Silvestre de Israel, en Ramat Gan. Antes de las 11 de la mañana ya habían llegado más de 20 animales.

Un veterinario atendía a una lechuza traída desde el norte del país, otro se hacía cargo de un cernícalo con un ala rota. Al mismo tiempo, un empleado llenaba la ficha de admisión de la persona que había traído un busardo ratonero y un arrendajo.

Ubicado en el Centro Zoológico Tel Aviv-Ramat Gan (Ramat Gan Safari), el hospital, el único de fauna silvestre en el país, trata a más de 4.000 animales cada año. Miles aves cruzan Israel entre marzo y mayo gracias a la ubicación privilegiada del país en una ruta migratoria entre África, Asia y Europa y, como consecuencia, muchas se hieren.

Normalmente, los animales son traídos por gente que los encuentra en calles o en patios. Pero en los últimos años cada vez llegan más en un vehículo llamado “Haybulancia” (nombre que combina la palabra hebrea para animal, hayot, y ambulancia).

De propiedad de la Autoridad de Naturaleza y Parques, el vehículo se encarga de transportar animales heridos en todo el país. Miles de voluntarios usan Facebook y grupos de WhatsApp para informar sobre la situación de estos.

“Eso es muy útil, porque cuando los animales nos llegan directamente de la naturaleza, las posibilidades de éxito son mayores. Si sufren fracturas y no comen bien, cada día que no estén aquí puede cambiar todo el tratamiento”, dijo Elias, que ha trabajado en el hospital durante más de nueve años.

Desde que la Haybulancia comenzó a funcionar hace dos años, el número de animales traídos y devueltos a su medio natural una vez sanados ha aumentado, dijo Elias.

El hospital tiene como objetivo devolverlos a la naturaleza lo antes posible. El estrés del cautiverio puede ser mortal para muchos que, a diferencia de las mascotas, han vivido la mayor parte de su vida sin tener contacto con humanos.

“Con los animales salvajes tenemos que pensar en su capacidad para sobrevivir en la naturaleza”, dijo Elias.

Una cría de erizo, cuidada y alimentada en el hospital. Foto de Sagi Tabachnick.

El personal del hospital y los voluntarios hacen todo lo posible para reducir el estrés y evitar el contacto con los humanos. Las aves suelen envolverse en mantas para evitar que tenga contacto visual con los veterinarios antes y después del tratamiento.

Sin embargo, no siempre es posible con otras especies. Hace aproximadamente un año, el hospital recibió a una cría huérfana de hiena rayada de tan sólo una semana de nacida que fue encontrada en un pueblo al norte de Israel. Elias la crió durante cuatro meses e incluso la llevó a su propia casa y le puso un nombre: Luna.

“No teníamos otra opción; tuvimos que domarla porque era muy pequeña y no sabíamos dónde estaba su madre”, dijo Elias.

Roni Elias, directora de cuidadores del hospital, da de comer a Luna. Foto de Ofer Brill.

Cuando Luna creció lo suficiente para ser liberada, ya se había apegado a los humanos, por lo que Elias temía que se acercara demasiado a ciudades y pueblos en buscaba de comida. Para solucionar el problema, el hospital la llevó al zoológico del Negev, en Beersheva, donde Elias la visitó un día.

“Entré en la jaula y corrió hacia mí y me abrazó. Sabe por el olfato que soy parte de su vida”, dijo Elias.

Siempre que sea posible, animales en situación similar son enviados a programas de conservación en varias partes de Israel.

Un águila dorada herida que llegó hace varios meses fue trasladada a la región de Carmel, al norte, donde hay varios programas para especies en peligro, después de que el equipo no pudiera salvarle el ala.

El hospital está dividido en varias salas, incluido un quirófano, que ha tenido como pacientes a un león africano y un oso del Safari. También hay una unidad de cuidados intensivos donde ISRAEL21c fue testigo de la recuperación de una gacela que fue víctima de un accidente automovilístico, una sala de rayos X, y un criadero, donde cientos de polluelos huérfanos son tratados, alimentados y monitoreados por voluntarios.

“Aquí hay una gran variedad de animales y es necesario saber cómo adaptar el tratamiento correcto a cada uno y adecuarlo a su comportamiento”, dijo Elias.

El hospital tiene pocos empleados y la cantidad de animales aumenta, así que busca voluntarios de todo el mundo y jóvenes israelíes que quieran prestar el servicio nacional.