Apagar las luces y permanecer entre sombras a la hora de dormir puede ayudar al cuerpo a controlar el aumento de peso, según un estudio hecho en Israel y publicado recientemente en el International Journal of Obesity.

El estudio confirma, además, los resultados de investigaciones anteriores que muestran una relación entre la luz artificial nocturna, especialmente la de bombillas blancas de LED, y determinados tipos de cáncer.

“En los últimos años ha habido varios estudios que señalan a la luz artificial nocturna como catalizadora de diferentes problemas de salud, incluida la obesidad. Investigaciones en laboratorios han analizado cómo este tipo de iluminación hace que los ratones ganen masa corporal”, explicó Nataliya Rybnikova, estudiante de doctorado de Matemáticas y Economía de la Universidad de Haifa.

“Los investigadores creen que la causa está en que la luz suprime la producción de melatonina, una hormona producida por animales y humanos principalmente por la noche”, le dijo a ISRAEL21c. “La melatonina cumple una función metabólica, influencia que también tiene en ella la luz artificial. Así que decidimos analizar si había alguna relación entre la luz nocturna y el aumento de masa corporal”.

El estudio estuvo bajo la supervisión de los profesores Boris Portnov y Abraham Haim, de la Universidad de Haifa, coautores del libro Light Pollution as a New Risk Factor for Breast and Prostate Cancer, publicado en 2013.

Por medio del uso de imágenes de luz artificial emitida desde la superficie por la noche, disponibles públicamente y capturadas por satélites del Programa Meteorológico de Defensa de los Estados Unidos, Rybnikova identificó los niveles de contaminación lumínica por países y lo comparó con datos específicos de obesidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En total, examinó información de más de 80 países.

Incluso tras ajustar los resultados con otras variables que influyen en la obesidad, tales como los índices de natalidad, patrones alimenticios, producto interior bruto y porcentaje de población urbana, la luz artificial nocturna resulta ser un indicador válido para pronosticar la obesidad, según la investigadora.

A apagar las luces y a dormir

“Muchos investigadores están comenzando a entender que la luz artificial no es siempre buena. Recomiendan apagar las luces, correr las cortinas y guardar los aparatos electrónicos cuando llega la hora de dormir por la noche”, dijo Rybnikova, quien acaba de recibir una prestigiosa beca de tres años de la Fundación Ilan Ramon.

Los autores del estudio señalan que el sobrepeso y los índices de obesidad están en aumento en todo el mundo. Según la OMS, unos 1.900 millones de adultos sufren de sobrepeso (índice de la masa corporal entre 25 y 29,9) y unos 600 millones son obesos (índice de masa corporal de 30 o más).

“Aumentar la exposición a la luz artificial por la noche puede influir en la masa corporal, al suprimir la producción de melatonina y alterar los biorritmos diarios, lo que deriva en cambios fisiológicos o de comportamiento en el cuerpo humano, y podría ser un factor decisivo en la pandemia mundial de sobrepeso y obesidad”, escribieron en un resumen de la investigación, que es la primera en confirmar los resultados de estudios de laboratorio sobre la luz artificial y su relación con el exceso de peso en humanos.

“Esto representa la primera vez que alguien demuestra una conexión entre la obesidad y la contaminación lumínica a gran escala”, dijo Portnov a Haaretz, un periódico israelí.

En cuanto al cáncer de pecho y de próstata, el problema es que cuando la luz blanca suprime la producción de melatonina, el cuerpo pierde las propiedades antioxidantes y anticancerígenas de la hormona. Basándose en sus estudios, el profesor Haim propone limitar el uso de luz blanca por la noche y usar solamente la cantidad necesaria para realizar algunas tareas o por seguridad.

Estudios realizados en Israel indican que niveles más elevados de luz artificial en un barrio tienen relación con una mayor incidencia de cáncer de pecho y de próstata en la misma zona.