Si en la visita a Israel el turista busca una salida fuera de lo común, la Bolsa de Diamantes en Ramat Gan -en el límite con Tel Aviv- ofrece visitas guiadas privadas de las cuatro torres que componen el centro líder mundial para comprar, vender, cortar y pulir diamantes grandes y gruesos.

ISRAEL21c en Español fue invitado a unirse a Assaf Shimoni en un tour de dos horas.

Un cortador de diamantes israelí muestra sus diamantes pulidos. Foto cortesía de IsraelTours4U

Si la imaginación lleva a pensar en un piso de operaciones gigantesco y bullicioso como se ve en Wall Street, el concepto es equivocado: Las transacciones se llevan a cabo en silencio en cientos de mesas que salpican el espacio comercial.

La sala comercial más grande del mundo en la Bolsa de Diamantes de Israel. Foto cortesía de IsraelTours4U

Los vendedores publican en línea lo que tienen y los compradores lo que necesitan. Así, solo si hay una coincidencia los dos se encontrarán en persona.

Pero incluso hoy en día, los tratos todavía se cierran con un apretón de manos y un cordial “¡Mazel Tov!”

Comerciantes de diamantes venden sus productos en la Sala de Comercio. Foto cortesía de IsraelTours4U

Hay algo más. todos esos carritos con ruedas que los vendedores empujan alrededor del edificio podrían tener millones, incluso decenas de millones, de dólares en diamantes.

En consecuencia, el recorrido comienza con seguridad, y mucha.

Para obtener acceso a la Bolsa de Diamantes, hay que tomarse su fotografía y escanear las huellas dactilares. Imposible olvidarse del pasaporte o el documento de identidad israelí!

Un maestro cortador de diamantes israelí. Foto cortesía de IsraelTours4U

Si bien Shimoni aseguró que los recorridos, que pueden costar hasta 80 dólares por persona -unos 275 shekels-, no son un argumento velado de ventas, los mismos están a cargo de IsraelTours4U en asociación con Savransky, un fabricante internacional de joyería.

De hecho, después de la visita oficial, Shimoni acompañó a los invitados a la sala de exposición de Savransky, donde los esperaban té, galletas y dátiles frescos.

Todo lo que faltaba era el olor a pan horneado para que a los visitantes se les hiciera agua la boca por una buena oferta de diamantes.

Sin minas de diamantes

Durante el recorrido, ISRAEL21c en Español recogió algunos datos y curiosidades.

Israel es el principal centro de grandes diamantes (de un quilate o más), y para piezas más pequeñas los compradores van a la India.

El país solía tener un próspero ecosistema de pulidores y cortadores de diamantes en las calles laterales de Ramat Gan.

Pero al igual que las piedras pequeñas, la mayor parte de ese tipo de producción minuciosa se trasladó a sitios más baratos, en particular a la India.

Alguna vez hubo unas 400 pequeñas ”fábricas” en Ramat Gan pero hoy no superan las 20.

La mesa de un cortador de diamantes con herramientas que no han cambiado en décadas. Foto cortesía de IsraelTours4U

Israel no tiene minas de diamantes, por lo que la materia prima debe importarse de África, Australia y América del Norte.

“También solíamos importar de Rusia pero ya no lo hacemos debido a las sanciones (por la guerra en Ucrania)”, le dijo Shimoni a ISRAEL21c en Español.

Un negocio “judío”

Tradicionalmente, los diamantes han sido un negocio “judío”.

“En muchos países europeos no se nos permitía tener propiedades ni comerciar con propiedades así que entramos en los diamantes al igual que en la banca”, explicó Shimoni.

Además, cuando los judíos huyeron de Europa durante las guerras mundiales del siglo XX, no se les permitió tomar grandes posesiones. “Se podían coser diamantes en sus mangas”, señaló Shimoni.

Sin embargo, la Bolsa de Diamantes no está exclusivamente poblada por hombres ancianos ultraortodoxos: en estos días, el porcentaje de compradores y vendedores ultraortodoxos ha caído de un máximo del 90 a poco más del 40 por ciento.

Qué fue lo que cambió

Shimoni explicó que la industria de diamantes era una tradición que pasaba de padres a hijos pero que ahora los jóvenes decidieron que no quieren meterse en el negocio de sus progenitores sino trabajar como comerciantes, joyeros, creadores y diseñadores en lugar de cortadores.

Diamantes en bruto antes de ser cortados y pulidos. Foto cortesía

Parte de la razón puede ser que el romance se está desvaneciendo.

Antes, cada roca solía inspeccionarse cuidadosamente con una lupa pero durante la última década los diamantes en bruto se empezaron a colocar en máquinas computarizadas que realizan el análisis en minutos.

“Antes de las computadoras, podíamos argumentar durante un siglo. Ahora, el precio está claro”, dijo Shimoni.

Diez años para una membresía

Casi todas las piedras que pasan por la Bolsa de Diamantes son compradas por joyerías en EEUU.

Los dueños de las tiendas, o sus intermediarios, viajan a Israel varias veces al año para conseguir las mejores ofertas.

La Bolsa de Diamantes de Israel en Ramat Gan. Foto: Miriam Alster/Flash90

Cuando los visitantes ingresan a este mundo autónomo, pueden sentirse como si estuvieran en un aeropuerto entre los carritos con ruedas y diferentes restaurantes que atienden a unas 15.000 personas que trabajan allí.

“Para convertirse en miembro del ‘club’ -hay apenas 3.100- primero hay que ser pariente de alguien ya registrado o contar con alguna persona que pueda responder por el nuevo candidato”, contó Shimoni.

Luego de presentar la solicitud, el interesado debe esperar diez años hasta obtener la membresía permanente y durante ese tiempo deberá presentar cuatro garantes financieros que respondan por él.

Herramienta de un cortador que sujeta el diamante mientras se corta y pule. Foto cortesía de IsraelTours4U

El dinero en efectivo es el rey en la Bolsa de Diamantes.

En el período de espera de diez años, todas las ventas son solo en billetes. Una vez que se le otorgue la membresía, el nuevo integrante del “club” puede solicitar un préstamo o hacer arreglos para una transferencia bancaria.

Los miembros tienen su propio código de conducta: si hay una disputa, se comprometen a no acudir a un abogado sino a elegir un meditador interno.

“Si hacen algo deshonesto, los diez años que transcurrieron para obtener la membresía desaparecerán en dos segundos”, contó Shimoni.

Las piedras pasan por muchas manos

De acuerdo con Shimoni, un diamante puede pasar por seis o siete manos hasta que llega a una joyería en, por ejemplo, California.

“Están los agentes de Beers (la firma británica y sudafricana que controla la mayoría de las minas de diamantes del mundo), los diversos comerciantes, el pulidor, la empresa que corta la piedra y hasta un intermediario en Nueva York”, reveló.

Cortes de diamantes únicos dominados por cortadores israelíes. Foto cortesía de IsraelTours4U

¿Podría la Bolsa de Diamantes volverse completamente digital? Es decir, emular el proceso actual de adquisición de un automóvil, un sofá o incluso un condominio en línea sin verlo en persona.

Shimoni dijo que cree que eso suceda. “Tal vez puedan vender las piezas de 5.000 dólares de esa manera pero nadie comprará 25 millones en diamantes sin verlos primero con sus propios ojos”, remarcó.

En la sala de exposición de Savransky, la estrella que impresiona es un diamante negro muy inusual.

Sin embargo, Shimoni informó que este tipo de joyas son las piedras más baratas.

Luego sacó un raro diamante rojo, el más caro del mundo, donde un solo quilate puede costar hasta un millón de dólares.

Por cierto, en la Bolsa de Diamantes de Israel no es posible encontrar piezas sintéticas  como la zirconita cúbica.

Vino y cena con diamantes

IsraelTours4U ofrecer una interesante variedad de experiencias de intercambio de diamantes.

Además del clásico tour privado, hay opciones para agregar como una cata de vinos, un almuerzo en el Mercado Carmel, un recorrido arquitectónico a pie por Tel Aviv; un paseo en velero, o una visita a una fábrica de chocolate boutique.

Y para los visitantes más aventureros (y con mucho dinero), existe la posibilidad de mejorar un recorrido por la Bolsa de Diamantes con un viaje en helicóptero de dos horas sobre gran parte del país.

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