La imagen del clásico y rudo granjero de Israel que cuida los campos y sacude los árboles para que caigan aceitunas, manzanas y uvas es a la vez icónica y romántica pero está muy desactualizada.

Hoy, la mayoría de la plantaciones del mundo occidental -incluido Israel- se parecen más a fábricas mecanizadas al aire libre que a los campos de kibutz del pasado que usaban una intensiva mano de obra.

Ese contexto representó una oportunidad para Boaz Bachar e Iftach Birger, directivos de Fieldin, una startup de Israel que busca digitalizar la agricultura.

Para Bachar, la agricultura comercial está basada en capacidades operativas y no en conocimientos agronómicos ya que es “como fabricar pero en lugar de un automóvil, producimos una nuez o una uva”.

A la izquierda, Boaz Bachar, director ejecutivo de Fieldin. A su lado, Iftach Birger, director de operaciones de la compañía. Foto cortesía de Fieldin

La empresa digitaliza todo el proceso al conectar sensores al equipo en una granja (tractores, arados, cosechadoras y rociadores de pesticidas) que transmiten de forma inalámbrica datos sobre lo que sucede en los campos.

¿Falto rociar una hilera? ¿Cuántos segundos hacen falta para cosechar cada árbol y qué se puede hacer para mejorar la eficacia? ¿Los trabajadores cosechan de la mejor forma? ¿Cuánta agua se está usando? ¿Qué tan dramáticas son las emisiones de carbono?

El sistema de Fieldin busca responder a estas y a otras preguntas, y se puede personalizar para enviar mensajes según sea necesario (es que la información se comparte con el personal de la huerta correspondiente).

Los que dirigen las cuadrillas de agricultores pueden querer tener una actualización cada pocas horas mientras descansan de su trabajo en el campo, y es posible que el propietario de una granja solo necesite un resumen semanal.

“Lo primero que hacemos es crear puntos de referencia, algo que los productores nunca habían tenido antes. ¿Cuál es una buena tasa de productividad en términos de hectáreas por hora? Antes de Fieldin, nadie lo sabía y todos tenían sus propias prácticas tribales y culturales. Cuando miramos el panorama más amplio, podemos realizar un análisis. Así es como los huertos mejoran su eficiencia. Dentro de un mes de la evaluación comparativa, los granjeros comenzarán a ver el éxito”, le dijo Bachar a ISRAEL21c en Español.

En la actualidad, Fieldin aborda tres áreas principales de la agricultura: cosecha inteligente (todo lo relacionado con la recolección de frutas y verduras de la manera más eficiente), pulverización inteligente (los plaguicidas son un mal necesario para la agricultura moderna y hay que saber qué y cuánto se rocía) y las “prácticas culturales” inteligentes (punto clave para la forma en que los peones manejan las tareas mecanizadas distintas de la fumigación o la cosecha).

Fieldin incluso puede rastrear a los empleados cuando escanean sus etiquetas de identificación al principio o al final del día mientras que también ayuda a los agricultores a evitar fallas en los equipos, mejorar sus actividades de cosecha, realizar un seguimiento de la duración de los procesos y determinar los mejores momentos para fumigar.

Almendras, aceitunas y uvas

La compañía se enfoca en cultivos de alto valor como almendras, aceitunas y uvas aunque uno de sus clientes más fuertes es Taylor Farms que cosecha un tercio de toda la lechuga consumida en EEUU.

Iftach Birger nació en el seno de una familia de agricultores que, según el directivo, es uno de los mayores productores de almendras y aceitunas en Israel.
Su padre fue presidente de la junta de almendras de Israel durante casi 20 años.

Por su parte, Bachar accedió a la agricultura a través de su esposa ya que la familia de ella -nacida en un kibutz- cultivaba aguacates.

Cuando Bachar y Birger se conocieron les quedó claro que mejorar la agricultura era su vocación principal.

En 2013 fundaron Fieldin y cinco años después ya habían alcanzado el 50 por ciento de los productores relevantes en Israel, lo que los decidió a expandirse.
Así, la empresa abrió una oficina en Silicon Valley y los directivos se mudaron a Sunnyvale.

Fieldin tiene como meta digitalizar la agricultura. Ilustración fotográfica cortesía de Fieldin

En la actualidad, Fieldin tiene 60 empleados (en su mayoría ingenieros) en sus instalaciones locales en Yokne’am; otros 46 en California; y cuatro en Australia, donde uno de sus clientes californianos gestiona una gran plantación de almendros.

Además, la empresa tiene unos 200 clientes en todo el mundo, incluidas cinco de las diez plantaciones más grandes de California. Entre sus clientes se encuentran Olam (almendras), California Olive Ranch (aceitunas) y Carmel Wines (uvas) en Israel.
Un dato: el software Fieldin respalda más del 20 por ciento de la producción mundial de almendras.

Cambio de reglas

Luego de recaudar 55 millones de dólares en inversiones, Fieldin trabaja hoy para permitir que las granjas se vuelvan totalmente autónomas con recolectores y pulverizadores mecanizados.

“Este es un cambio de las reglas de juego para los agricultores comerciales que quieren prosperar en medio de las complejidades de la era agrícola que se avecina”, dijo Bachar.

Fieldin afirma que su software puede mejorar la productividad en un 25 por ciento medido por la cantidad de hectáreas cubiertas por turno.
Gracias a su creciente base de clientes, Fieldin ya monitoreó casi tres millones de horas de tractor y más de cuatro millones de hectáreas.

Al optimizar la forma en que se utilizan los equipos agrícolas que funcionan con combustible es posible reducir las emisiones de carbono y el uso de pesticidas.

“Intentamos que la agricultura sea más sustentable”, le dijo Birger ISRAEL21c. Y añadió: “No se trata solo del cambio climático sino de mejorar la agricultura”.

Adaptarse a la pandemia

Los directivos de Fieldin se encontraron tratando de hacer crecer su empresa en medio de la pandemia de COVID-19, algo que en un principio se convirtió en un desafío al principio.

Con la actividad turística reducida de manera drástica cuando comenzó la crisis del coronavirus, la demanda de frutas y verduras usadas en hoteles y aviones cayó a un nivel histórico.
Ese fue un problema para las huertas, que deben plantar sus campos con meses de anticipación en función de las previsiones de ventas.

Luego, a fines de 2020 cuando los productores comenzaban a adaptarse a su nueva realidad, la demanda se recuperó, lo que provocó problemas en la cadena de suministro.
Para el primer trimestre de 2021, la situación había vuelto a los niveles anteriores al COVID-19.

La necesidad de restringir la interacción humana cuando tras la aparición de la pandemia solo aceleró el deseo de la industria de automatizarse. Esa fue una de las razones por las que Fieldin recaudó una ronda de Serie B de 30 millones de dólares en septiembre.

Algunos de los fondos ayudarán a fortalecer el equipo de productores exitosos.
A cada huerta se le asigna un miembro del equipo de Fieldin que trabaja con los agricultores para instalar los sensores y configurar la interfaz de notificación y el tablero centralizado.

Fieldin tiene competidores pero otras compañías buscan principalmente áreas específicas como el riego o el presupuesto en vez de la digitalización.

Bachar estimó el valor mundial de cultivos de alto valor en 1.200 billones de dólares. “Creemos que podemos capturar el 5 por ciento de eso”, contó.

Por sí sola, la industria agrícola de California tiene un valor de 30 mil millones.

La meta final es llevar una sensibilidad de alta tecnología a una industria que normalmente tarda en abrazar la revolución tecnológica.

Si eso da como resultado frutas y verduras de mayor calidad a precios competitivos y más ganancias para los agricultores, el beneficio será compartido para toda la actividad agrícola.