El medicamento finasteride parecía ser la respuesta al sueño de todo hombre de tener una tupida cabellera, pero fue causa de pesadillas para el pequeño número de quienes lo toman por causar disfunción eréctil y un alto riesgo de cáncer de próstata y de pecho.

Así que cuando Alexey Tomsov notó que su padre empezaba a quedarse calvo, propuso a sus compañeros del equipo de iGEM (International Genetically Engineered Machine) del Instituto Technion-Israel que inventaran un remedio que pudiera aplicarse directamente sobre el cuero cabelludo y así evitar efectos secundarios.

El proyecto del equipo obtuvo la medalla de oro Jamboree en el iGEM 2015 y el primer lugar en la categoría de “mejores aplicaciones nuevas” en la que compitieron 259 equipos de estudiantes y graduados en carreras científicas de todo el mundo.

El equipo está trabajando actualmente en perfeccionar y comercializar el producto en el futuro, dijo Tomsov a ISRAEL21c. “Hemos desarrollado un peine prototipo y validado la encima en el laboratorio”, explicó.

El potencial es enorme. Unas 61 millones de personas en Estados Unidos sufren de alopecia y los tratamientos existentes causan serios efectos secundarios o, simplemente, son ineficaces.

El equipo del Technion se enfocó en patrones de calvicie masculina, que son responsable del 95% de los casos de pérdida del cabello. El equipo se enteró de que un derivado de la testosterone, conocido como dihdrotestosterona (DHT), provoca el deterioro de los folículos del pelo. Aunque finasteride, o medicamentos similares, evitan que la testosterona se convierta en DHT, tienen también efectos secundarios desagradables.

“Queríamos tratar la DHT de forma localizada, no con un fármaco que se desplaza por todo el cuerpo”, dijo Tomsov. “Queríamos usar la microflora natural en el cuero cabelludo”.

13 meses de trabajo, 10 estudiantes

El usuario aplica un dispositivo en forma de peine que contiene una enzima que desencadena cierto tipo de bacteria en el cuero cabelludo, la cual segrega una sustancia que descompone la hormona DHT. El peine y la jeringa se pueden usar varias veces.

El prototipo y la documentación para el certamen fueron el fruto de 13 meses de trabajo y de 10 estudiantes (siete de ellos mujeres) de varias disciplinas, entre ellas biología sintética, ingeniería química e ingeniería eléctrica, que modelaron resultados previos a las pruebas de laboratorio. Los estudiantes de ingeniería mecánica diseñaron el peine.

“No es un proyecto de biología típico”, dijo Tomsov, de 25 años y nacido en Belarus, que se crió en Karmiel, una ciudad de Galilea. Recientemente obtuvo un grado en biotecnología e ingeniería alimentaria.

Desde regresar de Boston, donde el certamen tuvo lugar en septiembre, los miembros del equipo han estado trabajando con su consejero en el Technion, profesor Roee Amit, para perfeccionar el producto. Su objetivo a largo plazo es establecer una compañía, hacer pruebas clínicas y obtener las aprobaciones necesarias. El proceso puede llevar varios años y no hay garantía de éxito, pero los estudiantes están motivados por el logro.

“Ganar fue una agradable sorpresa, y los medios de comunicación nos dieron mucha atención”, dijo Tomsov a nombre del equipo. Sus compañeros son Yael Annis, Tal Ofek, Roni Cohen, Adi Yannai, Ruth Veksler, Liron Abrahami, Ma’ayan Lufton, Nitzan Shmuel y Sagi Sheinkman.

¿Qué piensa de la idea el padre de Tomsov? “Usé una fotografía suya en la presentación, y él le gusta la idea de que algo de la familia se convierta en proyecto”, dijo Tomsov entre risas. “Creo que va a ser uno de los primeros en probarlo clínicamente”.