Cuatro años atrás cuando Maayan Cohen (17) estaba en octavo grado cayó en una profunda depresión.
Solía llorar durante horas y pensaba: “Nadie puede entenderme”. Se sentía aislada y sola.
En esa época, la hermana de uno de sus amigos se suicidó y eso desató una ola de otros suicidios de adolescentes y adultos en su ciudad Beit Shemesh.
Las cosas solo empeoraron durante la pandemia. Los datos muestran que desde que comenzó el COVID-19, el uso de antidepresivos y antipsicóticos entre los jóvenes de israelíes se disparó y el número de diagnósticos de depresión clínica se duplicó.
Todo ese contexto inspiró a Maayan a ayudar a desarrollar un curso gratuito en línea para adolescentes. Y lo hizo con la ayuda del programa de capacitación en liderazgo juvenil israelí LEAD y los profesionales de salud mental de red de línea de ayuda ERAN.
Cohen llama a ese curso “Primeros Auxilios para el Alma”. Este es de 30 horas y capacita a los estudiantes para identificar si las personas están angustiadas, cómo manejar situaciones traumáticas y de qué forma ayudar a otros que sufren crisis emocionales.
Escrito por los profesionales de ERAN, Cohen brindó consejos sobre cómo hacerlo adecuado para adolescentes.
Unas 3.000 personas ya se inscribieron en el programa piloto, que se compone de sesiones de video grabadas para que los participantes puedan verlas de acuerdo con su conveniencia.
El curso está programado para ser parte del portal educativo gratuito del Gobierno CampusIL, que se espera que atraiga a miles de participantes más.
Dormir menos y ayudar más
Maayan es la hija mayor de una familia de seis hermanos de Beit Shemesh. Según afirma, está comprometida a “dormir menos y ayudar a más personas”.
Habla rápido y expresa sus opiniones con dinámica antes de pasar a lo siguiente.
La joven le contó a ISRAEL21c en Español que la idea de “Primeros Auxilios para el Alma” se le ocurrió el año pasado mientras tomaba un curso regular de RCP.
“Estaba aprendiendo qué hacer si alguien sufría necrosis en el pie pero de repente me pregunta con qué frecuencia me encontraría con alguien que necesite una ayuda como esta. Allí me di cuenta de que ya había conocido a otros adolescentes que necesitaban ayuda emocional”, explicó.
De ese modo, Cohen buscó un curso en línea sobre cómo ayudar a las personas con angustia emocional pero el único que encontró costaba 1.000 shekels (unos 280 dólares).
Fue entonces cuando se acercó a los líderes de su programa en LEAD en el que está involucrada durante los últimos dos años para saber sobre el desarrollo de un curso en línea gratuito para ayudar a los adolescentes a brindar primeros auxilios para el alma.
Desde que la organización fue establecida en 1999 por los empresarios israelíes Morris Kahn y Eliav Zakay, los participantes de LEAD ya generaron cerca de 700 iniciativas sociales.
Un primer paso
El programa de primeros auxilios de Maayan es solo el comienzo para que las personas obtengan ayuda.
“No pretendemos ser psicólogos al igual que los socorristas en la calle no son médicos. Las personas físicamente enfermas son llevadas a los hospitales y podemos sugerir que las que sufran angustia que acudan a los psicólogos”, remarcó la autora.
Aunque sus padres entendieron su situación y la llevaron a un psicólogo para que la ayudara, Maayan siente que con demasiada frecuencia las necesidades emocionales de los jóvenes no son tomadas lo suficientemente en serio.
“Una mujer me dijo: ‘¿Por qué tienes que estar molesta? No tienes hipotecas ni hijos que cuidar. ¿Cuál es el problema?’. La etapa de la adolescencia es muy difícil. Muchas veces sentimos que podemos estallar en lágrimas y nadie nos entiende. Pero queremos que sepan que si creen que están solos, hay muchos otros que sienten lo mismo”, dijo Cohen.
En ese sentido, la joven compartió un consejo práctico: estar con alguien que parezca que está sufriendo, incluso si este dice que lo dejen en paz.
También recomendó la práctica de algún tipo de deporte.
Maayan Cohen afirmó que espera que este programa ayude a prevenir más suicidios. Debido a sus propias experiencias, siente que desarrolló una sensibilidad al dolor de otras personas.
“Un amigo me dijo que mi corazón es como una herida abierta. Y eso es lo que puedo usar para ayudar a otras personas”, finalizó.
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