Frances Etornam Goba tiene 10 años y vive con su padre en el poblado de Elmina en  Ghana. Cuando sea grande quiere ser médica y esa esperanza es la que la hace estar ansiosa por aprender todas la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) que pueda.

Cuando un día vio un aviso sobre una clase opcional de STEM en la cartelera de anuncios de su escuela -y escuchó más sobre eso a través de su maestro de ciencias- corrió a inscribirse.

La clase en cuestión fue patrocinada por el programa israelí de educación en ciencia y tecnología World ORT Kadima Mada de la red educativa global basada en valores judíos ORT Mundial.

La iniciativa “Kadima Mada” (traducido libremente como “travesía científica”) crea e implementa vanguardistas planes de estudio en entornos formales e informales para poblaciones desfavorecidas en Israel y en más de 30 países.

El programa al que aplicó la niña de Ghana -en marcha en 2020 por primera vez en una escuela, les enseña a las niñas a codificar, diseñar juegos y animar usando el software de codificación infantil Scratch y el equipamiento de Arduino.

Como miembro del segundo grupo que pudo disfrutar de la clase, Frances afirmó el curso aumentó su confianza y que hoy quiere programar todo el tiempo.

“Si sigo aprendiendo STEM y codificación, en el futuro podré desarrollar mis propios programas de animación”, indicó.

El doctor Moshé Leiba, director pedagógico y de investigación y desarrollo de World ORT Kadima Mada. Foto cortesía de World ORT

“Como organización judía e israelí, esto es parte de nuestro ‘tikun olam’ (reparar el mundo] para ayudar a los que están rezagados en el camino de alcanzar su potencial. Sabemos que en Ghana las mujeres necesitan un gran impulso para lograr la equidad educativa y laboral”, le dijo expresó el doctor Moshé Leiba, director pedagógico y de investigación y desarrollo de World ORT Kadima Mada, a ISRAEL21c en Español.

Leiba, quien también dirige el Proyecto de Aprendizaje Digital en el Colegio Académico de Tel Aviv-Yafo, enfatizó que el objetivo principal del programa es empoderar a las niñas y es por ello que la iniciativa solo tiene alumnas a cargo de instructoras.

Un llamado de la ONU

Según el pedagogo, hace unos años la UNESCO hizo un llamado para conseguir asistencia en la educación STEM en Ghana.

Cuando se enteró, llamó a Celeste Angus (representante de ORT Mundial en América Latina) y juntos participaron en una “tormenta de ideas” en la oficina de cooperación internacional en Nueva York.

“Empezamos a hablar de qué podíamos aportar. En Israel tenemos un programa con el que las mujeres del sector de la tecnología asesoran a estudiantes en universidades locales y ellas, a su vez, hacen lo mismo con niñas adolescentes pero en STEM. Así fue que le propusimos a la UNESCO comenzar a aplicar un programa similar en Ghana”, expresó Leiba.

La UNESCO dio una modesta subvención de cerca de 12.000 dólares. Con esa base, el socio del proyecto ORT en Elmina, Coconut Grove Beach Resort, compró algunas computadoras, un proyector digital y kits Arduino que contienen sensores y componentes electrónicos.
Todo el equipo fue instalado en la biblioteca pública de Elmina.

Más tarde, Leiba empezó a reclutar estudiantes universitarias de esa población que estudiaran temas orientados a la tecnología, algo que resultó ser un verdadero desafío.

“Queríamos instructoras que fueran modelos inspiradores para seguir. Pero no hay muchas mujeres estudiando tecnología en Ghana. Al final pudimos elegir ocho instructores para el programa piloto”, relató el educador.

Cada una de ella recibió un salario de WORLD ORT Kadima Mada y Coconut Grove.

Contratiempo cultural

Durante tres días completos, las mujeres se reunieron en la biblioteca de Elmina para unas jornadas intensas de desarrollo profesional dirigidas por dos instructores israelíes en Zoom.

Cuando presentó el programa el primer día, Leiba recibió una lección de cultura local: “Al terminar mi breve charla en inglés, hice algunas preguntas pero nadie dijo nada. Me sentí un poco incómodo”.

Más tarde, Leiba se acercó a Victor Opoku Minta, director general de Coconut Grove, para preguntarle si se había equivocado al hablar en inglés. Quizás las mujeres no lo habían entendido, pensó.

Minta le aseguró a Leiba que el inglés es un idioma oficial en Ghana pero que las mujeres de ese país africano están entrenadas para no hablar. “Tuve una reunión con Celeste sobre cómo darles habilidades de presentación y no solo técnicas. Luego, Nuestro socio local organizó un taller sobre esto en nuestro nombre”, contó.

Un cuatrimestre de clases

Tras la capacitación inicial, Kadima Mada siguió dándoles apoyo a las instructoras cuando estas comenzaron a trabajar con niñas que se habían inscrito en el curso en la biblioteca.

“Cada una trabajó con varios grupos de entre cuatro y seis niñas una o dos veces por semana durante una hora y media. Así, unos cuatro meses”, describió Leiba.

La primera cohorte fue agasajada con una gran ceremonia de graduación donde recibieron certificados. Allí, Leiba, que se unió a través de Zoom, notó que el evento se transmitió en la televisión local y que un ministro cristiano ofreció una bendición.

“Esto demuestra con qué énfasis la comunidad local respeta y aprecia el programa”, expresó Leiba.

Graduadas del curso World ORT Kadima Mada STEM en Elmina, Ghana, diciembre de 2021. Foto cortesía de World ORT

Para el educador, el piloto fue mucho mejor de lo que pensaba: “Había tantas variables que no estaba seguro de cómo funcionaría cuando no pudiéramos apoyarlos cara a cara con instructoras inexpertas en tecnología pero seguimos a los estudiantes para ver cómo les iba, y notamos que los niños estaban muy contentos e interesados ​​y participaban con mucha dedicación. Fue algo increíble”.

De ese modo, World ORT y Coconut Grove decidieron continuar y expandir el programa con sus propios fondos.
Es así que el curso actual ya tiene más de 100 graduados de varias escuelas. Incluso una entidad educativa en Uganda ya consultó acerca de la posibilidad de aplicar el programa en sus instalaciones .

Durante enero, la iniciativa forma a un nuevo grupo de estudiantes universitarias.

La mejor instructora

De 23 años, Josephine Eshun recibió un premio de 1.000 dólares como “mejor instructora” en la ceremonia de graduación de la segunda cohorte.

La joven, criada por su abuela en Elmina, está cerca de recibir una licenciatura en educación de primera infancia en el Colegio Nuestra Señora de los Apóstoles.

“Escuché sobre el programa en un anuncio de radio. Y me interesó la posibilidad de convertirme en instructora voluntaria allí ya que me apasionan la informática y enseñarles a los niños”, contó Eshun.

Josephine Eshun junto a la estudiante Frances Etornam Goba en Ghana. Foto cortesía de World ORT

Para la educadora, el hecho de aprender con entrenadores de Israel durante 28 horas fue una “excelente experiencia” y una “gran oportunidad” porque “había oído mucho” sobre cómo los israelíes han avanzado en tecnología y otras habilidades creativas como codificación, diseño de juegos y animaciones de video.

“La capacitación me ayudó a entender la relevancia de la codificación en la industria fabril y en las animaciones de video y juegos. Hoy busco escribir más código para mejorar mi conocimiento y desarrollar más habilidades en la construcción de conexiones de hardware para robótica, así como para las áreas de resolución de problemas e investigación”, expresó Eshun, que añora usar Scratch en su trabajo como educadora de la primera infancia para desarrollar en los niños habilidades de pensamiento lógico y creativo.

Finalmente, Eshun hizo una cita de la reputada pedagoga María Montessori: “Una vez dijo que ‘el juego es el trabajo del niño’, que en otras palabras significa que los niños aprenden y crecen a través de la acción de jugar. Pero además, ellos aprenden haciendo. Por lo tanto, integrar Scratch en sus lecciones facilitará su aprendizaje con muchas actividades”.