Los dinosaurios todavía podrían vagar por la Tierra si aquel famoso asteroide hubiera tomado un rumbo ligeramente diferente.

Si el profesor Avi Loeb hubiese seguido su trayectoria esperada, se habría convertido en filósofo en lugar de titular de la cátedra de astronomía de la Universidad de Harvard y director fundador de Black Hole Initiative.

Y si un objeto espacial brillante llamado Oumuamua no se hubiera desviado de una órbita formada por la gravedad del Sol, Loeb no habría escrito su exitoso libro Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth (Extraterrestre: el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra).

Imagen de portada cortesía de Planeta Libros

“El punto de partida de una trayectoria es extremadamente importante porque una pequeña desviación al principio puede cambiar todo después”, le dijo Loeb a ISRAEL21c.

Esta fue su 270° entrevista en los dos meses transcurridos desde que su controvertido libro hizo que todos hablaran sobre civilizaciones del espacio exterior.

El texto se inspiró en una observación de once días de un objeto extraño del tamaño de un campo de fútbol visto a toda velocidad a través del espacio desde un observatorio en Hawái en octubre de 2017.

Si bien la mayoría de los astrónomos teorizaron que Oumuamua (término hawaiano para “explorador”) era un cometa peculiar que atravesaba el sistema solar, su trayectoria desviada llevó a Loeb a una hipótesis radical que lo ponía en desacuerdo con la mayoría de los astrónomos.

Para él, Oumuamua era una vela liviana diseñada, construida y lanzada por seres extraterrestres inteligentes.

Aunque a muchos los extraterrestres inteligentes les parecen una idea loca, el concepto tiene mucho sentido para este profesor de Harvard de 59 años elegido como una de las 25 personas más influyentes por la revista TIME en 2012.

“Sería arrogante pensar que estamos solos” 

“En general, alrededor de una cuarta parte de los doscientos mil millones de estrellas de nuestra galaxia están orbitados por planetas que son habitables como la Tierra, con condiciones de superficie que permiten el agua líquida y la química de la vida tal como la conocemos”, indicó Loeb.

El punto de partida a las estrellas

La trayectoria de vida de Loeb comenzó en una granja agrícola de Israel, el moshav Hanan, al sur de Tel Aviv. Las tardes de su niñez las pasaba recolectando huevos y leyendo filosofía.

Shoshana Loeb conduce a su hermano Avi de 5 años al jardín de infantes en un tractor en el moshav Hanan en 1966. Foto cortesía del Centro de Astrofísica de Harvard

Su pasión por la naturaleza y la filosofía se desviaron hacia la exploración científica del universo luego de que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lo ubicaran en una dirección diferente.

Tras demostrar una aptitud excepcional para la física durante la escuela secundaria, Loeb fue seleccionado para Talpiot, un programa de las FDI de varios años en el que algunos reclutas seleccionados obtienen títulos universitarios, se someten a un entrenamiento militar intenso y trabajan en investigaciones relacionadas con la defensa.

“Yo no era el típico nerd interesado en las matemáticas y la física desde que era joven, como la mayoría de los demás en Talpiot. Yo terminé en ese programa porque era la mejor opción que tenía. Yo era diferente y eso me hizo hacer mis propias cosas”, expresó el científico.

El profesor de Harvard Avi Loeb. Foto de Lotem Loeb

Después de tres años de entrenamiento y academia, Loeb les presentó a sus comandantes una propuesta de investigación innovadora: en lugar de trabajar en un proyecto industrial o militar con aplicaciones prácticas inmediatas, quería ocuparse en el Centro de Investigación Nuclear de Soreq mientras realizaba su doctorado. .

“En realidad, no estaba permitido porque el Soreq es un centro de investigación civil y no militar. Pero debido a que había sobresalido en el entrenamiento, mis comandantes me dejaron hacerlo durante tres meses y finalmente me permitieron continuar allí durante los cinco años restantes de mi servicio de 1983 a 1988”, expresó.

El proyecto de Loeb en Soreq fue el primer esfuerzo internacional en recibir fondos de la Iniciativa de Defensa Estratégica “Star Wars” de EEUU, lo que lo llevó a Washington, luego a la Universidad de Princeton, más tarde a comenzar a enseñar astrofísica en Harvard en 1993 y así.

“Si no hubiera sido admitido en Talpiot, o si el programa no me hubiera permitido estar en Soreq, no habría ido a Princeton y llegado a Harvard ni haría el trabajo que hago ahora”, reflexionó Loeb.

Para el académico, nada de lo que es hoy se hubiera materializado. “Es como ese asteroide que mató a los dinosaurios. Si se hubiera desviado un poco, todo habría sido diferente”, especuló.

¿Quién más está allí afuera?

Extraterrestrial, el octavo libro de Loeb, ya ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos al español.
Por estos días, el escritor hace interminables apariciones en los medios y negocia contratos para un largometraje y un documental basado en el libro.

“Espero convencer aunque sea a un solo niño en algún lugar a que se dedique a la ciencia”, afirmó. Y contó que recientemente una joven de Malawi le escribió para decirle que pensaba convertirse en astrónoma después de leer su más flamante libro.

“Con eso, ya estoy satisfecho”, dijo.

El profesor Avi Loeb con su esposa e hijas: “Tengo la suerte de haber estado siempre rodeado de mujeres muy inteligentes”. Foto cortesía de Avi Loeb

Sin embargo, otra ambición es sacar a la comunidad científica de su zona de confort y lanzar una nueva disciplina astronómica que él denomina “arqueología espacial”.

En otras palabras, buscar evidencia de civilizaciones pasadas o presentes de otros planetas o galaxias, como la que él cree lanzó Oumuamua.

“Si nos atrevemos a apostar que Oumuamua era una pieza de tecnología extraterrestre avanzada, solo podemos ganar. Ya sea que nos impulse a buscar metódicamente signos de vida en el universo o emprender proyectos tecnológicos más ambiciosos, hacer una apuesta optimista podría tener un efecto transformador en nuestra civilización”, escribió Loeb.

Respecto a esto, Loeb se enorgullece de la iniciativa israelí SpaceIL que busca alunizar una nave no tripulada en la Luna.

“Entrar en el club de los exploradores espaciales es impresionante para una nación tan pequeña con pocos recursos”, expresó.

Un accidente en la nave espacial Beresheet el 11 de abril de 2019 no lo permitió pero SpaceIL ya planea el lanzamiento de Beresheet 2.

“Luego de eso, los encargados de la misión me contactaron para darme consejos y conexiones. Creo que Beresheet 2 tendrá éxito después de aprender las lecciones del primer intento”, dijo Loeb.

Un enfoque infantil

El profesor Avi Loeb dice que todos tienen que seguir la brújula interior. Foto de Lotem Loeb

Además de muchos otros nombramientos prestigiosos, Loeb es miembro del consejo asesor de “Einstein: Visualize the Impossible” (Visualizar lo imposible), una exposición interactiva exposición lanzada por su alma mater la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Loeb se enorgullece de mantener un enfoque “infantil” en su enseñanza e investigación. “En mi experiencia, los niños siguen su brújula interior con más honestidad y con menos pretensiones que muchos adultos”, destacó.

De manera inesperada, seguir su brújula interior lo llevó a donde está hoy: “Terminé en un ‘matrimonio arreglado’ con la astrofísica. Más tarde me di cuenta de que es mi verdadero amor porque aborda las cuestiones filosóficas que me interesaron a una edad temprana y nos brinda un método científico para abordarlas. Estos son aspectos de mi infancia que me moldean hasta el día de hoy”.

Loeb le dijo a ISRAEL21c que los humanos vienen al mundo como actores en un escenario sin un guión. “Debemos entender quién más está en el escenario con nosotros. Puede que algún día llegue a perseguirnos si no lo hacemos. Incluso ahora, con la pandemia, descubrimos que algo que sucede en Wuhan termina en nuestra puerta. Siempre tienes que preocuparte por el panorama general. De eso se trata mi ciencia”, finalizó.