«Siempre quise tener una motocicleta pero mi mamá no dejaba de decirme que era demasiado peligroso». Así comenzó la charla con el artista israelí Boris Shpeizman.

Para no decepcionarla ni quedarse con las ganas de tener su propia moto, Shpeizman puso manos a la obra y construyó una hermosa motocicleta de tamaño natural… pero de vidrio.

Shpeizman es reconocido como uno de los artistas locales más importantes del «vidrio caliente», una técnica en la que el material se funde hasta convertirse en un líquido que puede reconstruirse en nuevas y sorprendentes formas, como las ruedas y el manillar de una moto.

“El vidrio a altas temperaturas se comporta como un tejido vivo -explicó Shpeizman- y no hay otro material que tenga tantas propiedades únicas”.

La motocicleta de Shpeizman es toda dorada. «como el caballo de Helios, el dios griego del sol», según el artista.
Esa escultura es un trabajo mucho más ligado a la fantasía que a la realidad: «Cuando crecí y pude permitirme el lujo de comprar una, me di cuenta de que en realidad era mucho mejor tener un sueño sobre una moto que tenerla de verdad», describió el artista graduado de la Academia de Arte y Diseño Bezalel de Jerusalén, donde también es docente desde 2006.

La moto de vidrio es parte de su serie «Rise of a Lollipop» (“Esplendor de una piruleta”).

«Todo se trata de los sueños infantiles de los hombres, de los juguetes con los que nunca dejan de soñar y de su frágil mundo interior. Detrás de cada hombre se esconde un niño pequeño que quiere conseguir su piruleta”, afirmó acerca de esta serie especial de obras.

Boris Shpeizman con su moto de cristal. Foto cortesía

El propio artista tiene una historia plagada de grandes sueños. Creció en San Petersburgo en una familia de refuseniks (término para distinguir a los judíos soviéticos a los que se les impidió emigrar a Israel) que regularmente se metía en problemas con la KGB por su actividad sionista. “Por suerte nunca me han arrestado por más de unas pocas horas», aclaró.

Finalmente, en 1988 Shpeizman recibió el permiso para emigrar a Israel. Hoy vive en las afueras de Jerusalén y gerencia la primera tienda de “vidrio caliente” abierta al público en Tel Aviv.

Una de las creaciones de vidrio caliente de Boris Shpeizman. Foto cortesía.

Pero no todo brilla como el cristal en su vida. El artista estuvo cerca de no convertirse en lo que es hoy. En su Rusia natal se formó para ser dentista y trabajó en su oficio durante una década. Incluso se dedicó a eso en sus primeros años en Israel.

«Un día, pensé: ‘Si muero, la gente no sabrá qué decir de mí en mi funeral, excepto que fui bueno para arreglar dientes. Eso no es lo que quería para mí’», le confesó a ISRAEL21c.

Por eso, comenzó a estudiar en Bezalel como un pasatiempo para eliminar el aburrimiento de la rutina, según él mismo definió. Pero luego el diseño se convirtió en pasión y comenzó a crear. No tardó mucho en alcanzar una repercusión internacional.

«Una motocicleta de cristal cuesta mucho más que una real. ¡Los sueños tienen precios significativos!» – Boris Shpeizman

En 2012 fue invitado a construir un taller de “vidrio caliente” en la Universidad de Veliko Tarnovo en Bulgaria. Allí se desempeñó como profesor invitado durante casi un lustro. Hoy, ese claustro lo invita cada año para dar clases magistrales.

El trabajo de Shpeizman se puede hallar en todo el mundo. Algunos ejemplos son la Pyramid Gallery de York y la Peter Layton Gallery en Londres en el Reino Unido, y el Museum of American Glass en Nueva Jersey (EU).

El artista también participó en muestras en Canadá, Alemania, Holanda y la República Checa. Asimismo, el prestigioso Museo de Israel tiene en exhibición un caballero de cristal creado por Shpeizman.

Pero, ¿cuánto cuesta comprar su vehículo dorado? «Una motocicleta de cristal cuesta mucho más que una real. ¡Los sueños tienen precios significativos!», finalizó.

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