La mente puede entrenarse para mejorar la capacidad de rechazar información intrascendente, lo que resulta en menos reacciones neurológicas a situaciones emocionales. Esta es la conclusión de Noga Cohen, neurosicóloga israelí cuyo estudio, que escribió para obtener el doctorado, es el primero que demuestra que esto se puede lograr por medio de entrenamiento no emocional.

El estudio muestra también que esos mismos ejercicios de entrenamiento, hechos con un computador, pueden cambiar el “cableado” mental, los cuales fortalecen las conexiones neuronales entre regiones del cerebro relacionadas con la inhibición de reacciones emocionales.

Para la investigación se entrenó el cerebro de 26 voluntarios con resonancias magnéticas antes y después de diversas sesiones. La salud de los participantes fue óptima.

Parte del entrenamiento fue una “tarea de control ejecutivo” no emocional que consistía en identificar si una flecha apuntaba a la derecha o a la izquierda, sin tener en cuenta la dirección de las otras que estaban a su lado. Una resonancia magnética, hecha durante estado de reposo, evaluó las conexiones entre distintas regiones del cerebro durante el desempeño de estas tareas, en comparación con una prueba de reactividad emocional, que se hizo luego, en la que a los participantes se les pidió no poner atención a imágenes negativas.

“Como esperábamos, los participantes que completaron la versión más intensa del entrenamiento (pero no así los otros) mostraron una actividad reducida en la amígdala, una región del cerebro que tiene que ver con emociones negativas, entre ellas la tristeza y la ansiedad. Además, el entrenamiento resultó en un aumento en la capacidad de conexión entre la amígdala y una región en el córtex frontal que se sabe que tiene que ver con la regulación de las emociones”, escribió Cohen.

De importancia para personas con desórdenes neurológicos

Los investigadores esperan examinar el impacto que este entrenamiento tiene en personas con cuadros de depresión o ansiedad. Creen, además, que puede ser también útil para quienes tienen un elevado riesgo de presión arterial como reacción a “información emocional”.

“La dirección de esta investigación conlleva un importante potencial clínico para un gran porcentaje de la población”, explicó Cohen, quien hizo el estudio en el Laboratorio de Neuropsicología Cognitiva de la Universidad Ben-Gurion en el Negev bajo la supervisión del profesor Avishai Henik. “Este entrenamiento puede emplearse con facilidad en diferentes personas, tales como niños, ancianos y con desórdenes neurológicos o psiquiátricos”.

Un artículo sobre el estudio, publicado en la revista Neuroimage, contó con colaboradores de la Universidad de Haifa, la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Instituto Max Planck para las Ciencias Cognitivas Humanas y del Cerebro en Alemania, y la Universidad Nacional de Singapur.

Un estudio previo hecho por los mismos colaboradores había ya probado que un entrenamiento similar puede reducir la tendencia de la persona a quedarse atrapada en un ciclo repetitivo de pensamientos sobre un suceso negativo.

“Nuestro deseo es que estos trabajos lleven a futuras pruebas y, potencialmente, al desarrollo de una intervención eficaz para personas que muestran conductas causadas por inadaptación emocional”, apuntó Cohen.

“Aun reconociendo las limitaciones del estudio, basado en un número relativamente pequeño de participantes y enfocado a los efectos a corto plazo del entrenamiento, los ejercicios puede ser eficaces para personas con desregulación conductual”.

La investigación fue financiada por el Servicio de Intercambio Académico de Alemania, la Organización Internacional de Investigación del Cerebro y Minerva. También recibió fondos de Marie Curie Actions y del programa para Jóvenes Investigadores del Instituto Nacional de Psicobiología de Israel.