Varias organizaciones caritativas están distribuyendo sillas de ruedas, de colores llamativos y livianas, diseñadas y hechas en Israel, a niños necesitados en el país, los territorios de la Autoridad Palestina, Perú y Tayikistán, gracias a Pablo Kaplan, ex vicepresidente ejecutivo de la compañía Keter Plastic.

Como informó ISRAEL21c hace casi dos años, Kaplan y su pareja y antigua colega en Keter, Chava Rotshtein, se pusieron al frente de una misión humanitaria, Wheelchairs of Hope, Sillas de Ruedas para la Esperanza, para diseñar ese tipo de sillas para niños de países en vía de desarrollo con movilidad reducida. Keter tiene sede en Herliza, cerca a Tel Aviv.

Las sillas, de plástico resistente, pueden funcionar en toda clase de terreno y son económicas. No requieren mantenimiento y su montaje es sencillo.

A través de sus contactos con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Agencia de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Kaplan y Rotshtein supieron que unos siete millones de niños en el mundo necesitan sillas de ruedas.

Las compañías israelíes Ziv-Av Engineering Group y Nekuda Design Management desarrollaron un sistema para fabricarlas por un precio de 100 dólares por unidad. Los prototipos, realizados en impresoras 3D gigantes, fueron probados y perfeccionados por personal del Hospital ALYN, en Jerusalén. La patente fue obtenida por la firma de abogados Reinhold Cohn, que no cobró por sus servicios.

Una ceremonia para celebrar el primer envío de 250 para niños menores de nueve años en Israel y los territorios de la Autoridad Palestina tuvo lugar en diciembre en el hospital. El envío tuvo la colaboración de la OMS, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, UNICEF, la Autoridad de Innovación de Israel, USAID y organizaciones de rehabilitación, entre ellas Beit Issie Shapiro, de Ra’anana, en el centro de Israel.

Más de 600 han sido enviadas a Perú y Tayikistán a través de una fundación filantrópica y la OMS. Algunas están destinadas para refugiados sirios.

Organizaciones como el CICR han mostrado interés en tenerlas a su disposición para distribuir en emergencias y desastres naturales, y para niños de bajos recursos económicos de países como Etiopía y la República Dominicana.

«La idea no es la silla en sí misma, si no la movilidad e independencia que le dan a niños que de otra forma no tendrían acceso a la escuela o a vida comunitaria», dijo Kaplan.