El genocidio de Ruanda de 1994 provocó una enorme crisis humanitaria en el país y esa masacre encendió la pasión de Shachar Zahavi de ayudar a las personas a superar los desastres, ya sean naturales o provocados por el hombre.

El hombre que fundó IsraAID y hoy dirige SmartAID acababa de terminar su servicio militar en Israel cuando se asoció con un inmigrante francés recién llegado para movilizar a escolares israelíes y voluntarios adultos que buscaban ayudar a los refugiados ruandeses. Juntos lograron enviar un avión lleno de artículos de socorro.

Shachar Zahavi en su casa con su familia. Foto cortesía

En 1996, Zahavi comenzó un período de seis años liderando programas de ayuda internacional para la rama israelí de la organización humanitaria francesa Equilibre Israel, que luego se transformó en Latet, la ONG más grande del país que lucha contra la pobreza e inseguridad alimentaria en Israel.

En 2001, Zahavi fundó IsraAID como una coalición informal de pequeñas ONG humanitarias. El proyecto no duró mucho, pero la organización tomó vida propia.
En 2007, el voluntario registró IsraAID como una ONG oficial y se desempeñó como su director ejecutivo durante 16 años.

Desde entonces, IsraAID llevó programas de asistencia para el desarrollo de emergencia y a largo plazo a más de 50 países. Y siempre es una de las primeras en responder a los desastres y, a menudo, la última en irse.

Hoy, IsraAID está dirigida por Yotam Polizer y tiene misiones en curso en 13 países.

Aplicar tecnología en entornos humanitarios

“Hace unos años vi que la escena tecnológica comenzó a estar tangente a la humanitaria”, le dijo Zahavi a ISRAEL21c. Y manifestó que estaba intrigado por las posibilidades que había como paneles solares para alimentar teléfonos y generadores de agua atmosférica, tecnología financiera para no bancarizados, drones para arrojar artículos de socorro en áreas demasiado peligrosas para el ingreso de voluntarios, tecnología educativa para ampliar los horizontes de aprendizaje de los niños y más.

“Los israelíes son muy adaptables e innovadores. La integración de la tecnología en entornos humanitarios, localizados para cada país, requiere mucha flexibilidad. Esta fue una oportunidad real para personas de todo el mundo que trabajan en la escena tecnológica de ofrecer algo más que dinero como voluntarios”, describió el voluntario, que dejó IsraAID para cofundar un nuevo proyecto con Ron Zeltzer, primero llamado iAID y luego rebautizado como SmartAID.

SmartAID envió suministros y asistencia a numerosos países desde su fundación en 2019, entre ellos China, Indonesia, Australia, Italia , México, Filipinas, Perú, Brasil e India, entre otros.

Además, abrió una oficina en EEUU y próximamente se abrirán varias más en Asia y América Latina.

SmartAID envió un equipo profesional de voluntarios a México luego de un terremoto en 2017.

“Enviamos un grupo para proporcionar agua potable y tecnologías de iluminación solar en Indonesia después de un terremoto. Establecimos un centro de telecomunicaciones para grupos de ayuda internacional que trabajaban en las Bahamas después del huracán Dorian, así como un centro donde 30 voluntarios podían usar una ducha, un inodoro y una bomba de gasolina con energía solar”, contó Zahavi.

Suministros de SmartAID que se entregaron en las Bahamas después del huracán Dorian. Foto cortesía

A su vez, SmartAID distribuyó miles de linternas de energía solar a ciudadanos desplazados en las Bahamas y a refugiados yazidíes del Kurdistán en el norte de Irak.

A través de terceros, la ONG también recogió y entregó suministros médicos para hospitales e instalaciones de salud abrumados en Beirut luego de la explosión química en agosto.

Equipos de SmartAID empacan suministros médicos para llevarlos a instalaciones de salud en Beirut, Líbano, tras la explosión química de agosto de 2020.

Hallar la tecnología adecuada

Todas las misiones de SmartAID se llevan a cabo con corporaciones multinacionales, socios filantrópicos e internacionales sin fines de lucro que van desde Toyota, la ONU y la Fundación Arison hasta pequeñas agencias locales.

Uno o dos profesionales tecnológicos de Israel van a trabajar con voluntarios locales en las áreas de desastres, a menudo incluidos profesionales tecnológicos israelíes que viven en las cercanías.

“DHL Global es uno de nuestros socios corporativos y nos ayuda a enviar nuestra ayuda por todo el mundo. Usamos tecnología según sea necesario y también obtenemos tecnología local para ayudar a reconstruir la economía”, afirmó Zahavi.

Alethea Gold, embajadora global de SmartAID, entrega suministros en las Bahamas. Foto cortesía

La tecnología se elige según sus méritos para cada situación y no es necesariamente de origen israelí. A veces es posible un híbrido israelí-local.
SmartAID obtuvo una tecnología fabricada por la planta de Netafim en India para ayudar después de una inundación en India.

Zahavi narró e que a menudo hay muchos “elefantes blancos” tecnológicos instalados por grupos extranjeros bien intencionados, solo para caer en desuso porque no se pueden reparar localmente. “Así que incluso si traemos una tecnología del exterior, nos aseguramos de que se pueda mantener en su lugar”, explicó.

“Cada vez más centros y aceleradores locales en África, Asia y América Latina están inventando aplicaciones, drones, entre otras soluciones tecnológicas, que SmartAID utiliza para abordar las necesidades de la comunidad local”, añadió.

SmartAID y COVID-19

“La pandemia de COVID-19 fue una expansión interesante para SmartAID. Inicialmente, una empresa china de capital de riesgo se acercó a nosotros para entregar primeros auxilios en Wuhan en diciembre de 2019. Lo hicimos volar allí con la ayuda de DHL y lo distribuimos a los principales hospitales del ciudad, asegurándonos de tener un socio local que se vuelva autosostenible”, detalló el activista.

Toyota fabricó máscaras faciales para SmartAID para distribuirlas en Melbourne. Se hicieron otras donaciones de PPE para Italia, EEUU, Brasil, India y Filipinas.

Un socio local en Sudán del Sur y Etiopía trabajó con SmartAID para establecer 15 centros de computación para el aprendizaje a distancia.

En 2017, suministros de alimentos de SmartAID llegaron a los refugiados de Sudán del Sur en Uganda en dos misiones financiadas por un inversor estadounidense. Foto cortesía

“El COVID-19 hizo que todo el mundo humanitario entendiera que tienen que empezar a adoptar tecnología para sobrevivir y localizar su trabajo”, contó Zahavi, que también es miembro de la junta de STEMpower, una ONG con sede en EEUU que implementa programas educativos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) en Etiopía, Ruanda, Sudán del Sur, Tanzania y otros países africanos.

Zahavi, de 44 años, vive en el moshav Emek Hefer, una aldea que sus abuelos sobrevivientes del Holocausto ayudaron a construir a 20 minutos al norte de Tel Aviv. Allí pasa sus días con su esposa y dos hijos de 10 y 7 años.

“Mi sueño final para SmartAID es trabajar en ambos lados: integrar la tecnología en los entornos humanitarios y también, lo que es más importante, integrar la mentalidad y los valores humanitarios y sociales en el mundo de las empresas emergentes y la tecnología corporativa global”, dijo Zahavi.

Y finalizó: “El eslabón perdido para las nuevas empresas es ajustar su tecnología a las necesidades locales en situaciones humanitarias. Comprender las necesidades y culturas de estas comunidades puede beneficiar a las empresas financieramente y abrir nuevas oportunidades para que los usuarios finales creen nuevos negocios que ayuden a que la economía local prospere y se vuelva más autosustentable”.​