Beit Lehi-Beit Loya, un pueblo desaparecido, enterrado durante siglos bajo las arenas del tiempo, está comenzando a emerger en las planicies cavernosas del sureste de Jerusalén. Como es costumbre en este tipo descubrimientos en Israel, excavar es una combinación de meticuloso trabajo manual y tecnología de avanzada.

Los directores del proyecto están mostrando al público los fascinantes descubrimientos en 3D gracias a la realidad virtual.

Beit Lehi-Beit Loya estuvo ocupado por los judíos en una primera etapa a finales del siglo décimo antes de esta era, luego abandonado y reconstruido por diferentes pueblos —paganos, judíos, cristianos y musulmanes— entre los siglos doce y catorce después de esta era. Las ruinas fueron descubiertas en 1899 por R.A.S. Macalister a nombre del Fondo de Exploración Palestino.

No se volvió a explorar hasta los años 80 del siglo pasado, cuando el arqueólogo de la Universidad Hebrea Yoram Tsafrir recibió financiación de donantes de Utah y excavó las ruinas de una iglesia bizantina cuyo suelo de mosaico estaba intacto.

Parte del mosaico de la iglesia descubierta. Foto de Gabi Laron.

Sin embargo, Tsafrir decidió dedicar su atención a las inmensas ruinas romanas de Beit She’an y no fue sino hasta 2005 cuando un ex alumno suyo, Oren Gutfield, ahora director del Programa de Excavación Rescate (Salvage Excavation Program) del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea, continuó la exploración de Beit Lehi-Beit Loya.

Su trabajo es financiado por la Fundación Beit Lehi, con sede en Cottonwood Heights, Utah. Es asistido durante la primavera por estudiantes y profesores de la Universidad Utah Valley.

Se encontraron siete grandes palomares en las ruinas. Foto de Asaf Peretz.

“Beit Lehi” significa “casa de la mandíbula” en hebreo y tal vez se refiera al lugar bíblico donde Sansón mató a miles de filisteos con la quijada de un burro. La Iglesia de los Santos de los Últimos Días, con sede también en Utah, cree que allí vivió un profeta de la Edad del Hierro llamado Lehi, al se hace referencia en el Libro del Mormón. (El nombre israelí del lugar es “Beit Loya”, que describe un tipo de adorno).

Gutfield dijo que se ha excavado menos del 20% de la ciudad porque el acceso estaba limitado a fines de semana, días de fiesta y cuando la zona, donde se practican maniobras militares, estuviera desocupada.

Vista aérea de las excavaciones. Foto de David Silverman.

A pesar de todo, se han hecho importantes descubrimientos en las muchas capas de los distintos asentamientos, de cerca de 2.600 años de antigüedad, que han sido posibles a los escáneres subterráneos de LiDAR (detección y expansión de luz) y a cámaras con visión de 360 grados.

“Hemos descubierto una de las primeras mezquitas jamás encontradas en Israel, que data del siglo once”, dijo Gutfield a ISRAEL21c. “Hemos desenterrado siete palomares, dos de ellos con más de 1.100 nichos; ocho almazaras, un establo subterráneo, un sistema de agua, minas, una residencia de la época helenística, con torre de vigilancia y tres baños rituales”. Los baños están decorados con una menorá [candelabro de siete brazos], que se prendía diariamente en el templo judío antes de que los romanos lo destruyeran en el año 70 después de esta era.

Incluso antes de que Tsafrir iniciara las excavaciones ya se sabía que esta región era rica en tesoros antiguos. En el parque nacional de Beit Guvrin-Maresha hay gran cantidad cuevas hechas por humanos que demuestran su importancia como capital del distrito durante muchos años entre la Edad del Hierro y la Época Bizantina.

En 1961, unos obreros de carreteras descubrieron por accidente siete inscripciones hebreas en dos cuevas funerarias de la zona que, según investigadores de la Universidad Hebrea, datan del siglo sexto antes de esta era. Una de ellas es la inscripción más antigua hasta ahora encontrada que menciona a Jerusalén y el tetragrama, las cuatro letras del nombre de Dios, como aparece en textos judíos sagrados. Las inscripciones se hallan en el Museo de Israel.

A partir de entonces, el equipo de Gutfield ha descubierto en el lugar más de 50 inscripciones en hebreo, griego y árabe.

Gutfield quiere ahora aprender más sobre cómo las ruinas de Beit Lehi-Beit Loya reflejan lo que ocurría en la región.

Con ese propósito, y junto a los arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel Michal Haber y Pablo Betzer, en 2017 inició el Proyecto Regional Beit Lehi, que recibe la asistencia de estudiantes universitarios de la zona y voluntarios.

Uno de los artefactos encontrados. Foto de Asaf Peretz.

Se han hecho nuevos descubrimientos recientemente analizando imágenes con una cámara 4K montada sobre un dron UVU para inspeccionar un área de 36 km² alrededor de la excavación.

Las imágenes mostraron las ruinas de “un edificio monumental en  una colina al norte de Beit Loya, apenas a un kilómetro y medio de distancia, del que no nos habíamos percatado usando los métodos de inspección tradicionales”, dijo Gutfield.

El edificio parece ser un palacio o templo de la época helenística de finales de los siglos tercero o segundo antes de esta era.

“Encontramos en él una habitación llena de delicada cerámica y dos quemadores de incienso, uno de los cuales tiene grabada la imagen de un toro frente a la entrada de un templo. Es un objeto precioso y peculiar, de posible origen idumeo, del cual sabemos muy poco”, explicó Gutfield.