Muchas personas tienen un sitio de comida favorito junto a su oficina y lo aman tanto que pueden recitar todos los ingredientes en su ensalada preferida y siempre recordarán pedir quitar el cilantro y que les salten las cebollas.

Pero, ¿qué tan bueno sería si no tuvieran que recitar su pedido personalizado cada día ni sacar la billetera para pagar?

Esta realidad es válida para unas 100 personas que disfrutan del almuerzo unos pisos más abajo de una oficina en la ciudad costera de Holón.
Este complejo también alberga a la startup israelí Preciate cuyos puestos de autoservicio reconocen a los clientes y les brindan una experiencia perfecta y personalizada.

Eyal Fisher, cofundador y director ejecutivo de Preciate. Foto: Noam Ben Shaul

“Veo gente que baja a comer sin billetera porque no la necesita. Eso es muy bueno”, afirmó Eyal Fisher, cofundador y director ejecutivo de Preciate.

Fisher, que antes fue jefe de la unidad de división cibernética en la prestigiosa Brigada 8200 de la inteligencia militar israelí, llegó al mundo de las plataformas de interacción con el cliente luego de haber trabajado en el reconocimiento facial para el control de acceso en la industria de la seguridad.

“Buscábamos hacer algo que brindara un retorno de la inversión (ROI) a los clientes que compraron el sistema y no solo para mejorar la seguridad o la facilidad. Y queríamos un mercado que no fuera de seguridad, que tuviera productividad para que pudiéramos ayudar a ganar mucho más dinero. Así es como llegamos al comercio minorista”, explicó el ejecutivo.

Pagar con el rostro

Preciate fue fundada por Fisher junto con Avi Naor y tiene dos productos principales.

El primero es un sistema que identifica a los clientes que repiten colocando una cámara en la vidriera y verificando si la persona que ingresa es una que regresa.
De ser así, se analiza qué compró anteriormente y qué asistencia pueden necesitar.

Esa información viaja a una aplicación dedicada en el teléfono del asociado de ventas.

Antes de la pandemia, Preciate ya trabajaba con empresas de alto nivel en la industria de la moda de EEUU.

Durante la crisis del COVID-19, las regulaciones impedían que las personas ingresaran a las tiendas físicas y la experiencia de Preciate ya no podía estar presente en EEUU.
Así, la compañía dio un leve giro para enfocarse en su segundo producto: el pago presencial.

En ese orden, la compañía creó un stand de autoservicio que reconoce al cliente que se acerca y le brinda una experiencia personal.
“Los puestos clásicos se están perdiendo al no saber quién está frente a ellos”, indicó Fisher.

Los puestos de autoservicio reconocen a los clientes que regresan y les brindan una experiencia personal. Foto cortesía de Preciate

“El puesto no sabe quién lo visita, por lo que obtiene la misma información y las mismas opciones que cualquier otra persona. Eso es irrazonable. No tiene sentido que no te reconozcan antes de que comiences tu experiencia de usuario sino que importa solo al final”, dijo el directivo.

Preciate hace posible la identificación y el pago mediante el reconocimiento facial, y luego el cliente obtiene una experiencia personal agradable. Es sin contacto; no es necesario sacar una tarjeta de crédito o un teléfono.

Los clientes se registran por separado para cada restaurante que frecuentan y que -claro- tengan disponible el servicio.

“El registro es con una sola selfie tomada con el teléfono personal del cliente. No es necesario descargar ninguna aplicación, sino simplemente hacer clic en un enlace, completar los datos personales, dar el consentimiento e ingresar las opciones de pago si es que lo quieren hacer”, describió Fisher.

La pandemia mostró la necesidad de tener puestos inteligentes en un momento en que los clientes tienen prohibido ingresar a los restaurantes.
Los minoristas en Israel -dijo Fisher- están abiertos a nuevas posibilidades.

“Todos los restaurantes y comercios de alimentos que conocí adoptan tecnologías y soluciones de forma muy rápida. Casi todas las personas con las que hablo dicen: ‘Probemos esto’”, manifestó.

De acuerdo con los nuevos hábitos a la hora del almuerzo de los vecinos de Fisher en el centro de negocios de Holón, los clientes están satisfechos: cerca de 700 personas se inscribieron, 100 de ellas usan el servicio a diario y solo una se ha excluido en los últimos tres meses.

“Nadie más puede usar el método de pago con un rostro, por lo que es una opción más segura que otros métodos de pago. La billetera puede ser robada, la cara no”, expresó.

Al cierre de esta nota, Preciate instalaba puestos de autoservicio en algunas cadenas de restaurantes en Tel Aviv que están comenzando a implementar el nuevo servicio.

De cara al futuro, Preciate planea regresar a EEUU y ofrecer allí sus puestos inteligentes de autoservicio a los restaurantes de servicio rápido. “Es ahí donde aportamos el valor más alto porque la cantidad de clientes que repiten es la mayor”, dijo Fisher. Y añadió que la gente siempre regresa a la misma tienda de comestibles o al mismo café, y generalmente pide los mismos artículos.

Sin embargo, Fisher manifestó estar contento con el enfoque inicial de Preciate en el mercado israelí gracias a la crisis del coronavirus. “Cuando se combinan las buenas oportunidades con los recursos humanos que ofrece Israel, se da algo muy bueno. Hoy disfruto mucho de las oportunidades que se nos han creado y pienso que si no hubiera sido por el COVID-19, difícilmente hubiéramos probado la solución en Israel”, concluyó.

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