De vestido y zapatos blancos, y una pequeña corona plateada, “B” era la invitada de honor a una fiesta de despedida para celebrar su salida del Hospital Infantil Ruth Rappaport del Centro Médico Rambam, en Haifa, donde permaneció siete meses.

B, de seis años de edad, llegó a principios de febrero al hospital tras haber sido herida en la guerra civil de su país, Siria. Durante su estadía los médicos descubrieron que sufría también de una enfermedad hematológica.

Con la ayuda del gobierno israelí, el equipo médico que la atendía se puso en contacto con familiares allá y obtuvo muestras de sangre de varios de sus parientes. Se descubrió que su hermano era perfectamente compatible.

“Nunca olvidaré cuando trajeron por primera vez esos tubos de ensayo, discretamente cubiertos con trapos de cocina”, dijo Iris Porat, una de las enfermeras que atendieron de B durante la hospitalización.

El gobierno le concedió un permiso especial al hermano para que viajara de Siria, desde cuya frontera fue llevado al centro médico. Fueron necesarias dos semanas para completar la donación de médula ósea, tras lo cual volvió a Siria. B y su madre permanecieron en el Departamento de Oncología Pediátrica de la institución para ver si el trasplante había sido exitoso.

Ciento cuarenta civiles sirios —hombres, mujeres y niños— han sido tratados en la institución durante los últimos tres años. (Israel y Siria no tienen relaciones diplomáticas).

La pequeña celebró la salida del hospital con el personal médico y los voluntarios que la cuidaron durante los siete meses.

Sonriente, la niña, que confesó que sueña con llegar a ser algún día diseñadora de moda, entró a una sala de mesas a rebosar con pasteles y regalos, acompañada de cálidos aplausos y el sonido de darbukas, o tradicionales tambores árabes. Se mostraron en una pantalla varias fotografías de su estancia en el hospital.

Ashwak El-rabia, una organización árabe sin ánimo de lucro que asiste a niños con cáncer, la regaló una tableta en la que podrá guardar sus recuerdos, además de una mochila para su primer año de colegio.

Judíos, musulmanes, cristianos y drusos del personal médico leyeron mensajes de despedida en árabe. La madre de la pequeña también tuvo un mensaje para ellos: “Mentiría si dijera que esperaba el grado de humanidad que aquí he descubierto. Estoy agradecida por sus cuidados y sensibilidad; que Dios les proteja. Y siempre recordaremos lo que hicieron por nosotros”.