Al oído humano las conversaciones de murciélagos pueden parecer iguales, pero un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv muestra que estos mamíferos son en realidad una especie socialmente sofisticada que aprende a comunicarse.

“Cuando uno entra en una cueva de murciélagos oye una cacofonía ensordecedora, pero la cuestión es si se trata de simples chillidos o si en medio de tanto ruido hay información», dijo el profesor Yossi Yovel, del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias de la Vida en la Universidad de Tel Aviv. “Investigaciones anteriores daban por hecho que gran parte de la comunicación entre ellos se basaba en gritos y chillidos. Queríamos saber cuánta información era transmitida y si podíamos extraerla”.

Yovel y su equipo muestran en el estudio, recientemente publicado en la revista Scientific Reports, que hay evidencia concreta de que los murciélagos aprenden a comunicarse y que no nacen con un conjunto de aptitudes para hacerlo.

“Encontramos en la investigación que los gritos que dan contienen información sobre la identidad del que se comunica y del destinatario, lo que implica que hay un elemento de reconocimiento entre ellos”, explicó Yovel. “También pudimos discernir el propósito y el contexto de la conversación, así como el posible resultado de ésta”.

Los investigadores dicen que los resultados sugieren que estudiar más a fondo el lenguaje de los animales pueden servir para aclarar la evolución de la comunicación.

“Hemos descubierto que los murciélagos pelean, por ejemplo, por la posición para dormir, el acoplamiento, la comida o por el simple hecho de pelear”, dijo Yovel. “Para sorpresa nuestra, pudimos ver la diferencia que hay en todas esas situaciones en completa oscuridad, y creemos que ellos mismos pueden identificar incluso más información y con mayor precisión. Son, después de todo, una especie eminentemente social que vive con los mismos vecinos durante docenas de años”.

Los investigadores pudieron incluso identificar diferentes entonaciones que indican si son saludos a un “amigo” o a un “enemigo”.

“Los recientes resultados nos permiten pronosticar si los dos permanecerán juntos o separados, o si la relación terminará bien o mal”, dijo Yovel.