Es probable que los visitantes de las regiones desérticas de Israel se encuentren con la encantadora el íbice nubio nativo de Oriente Medio.

A pesar de que esta especie de cabra montés ya se menciona en la Biblia, aquellos que visitaron Israel antes de la década de 1950 seguramente tuvieron dificultades para detectarlas porque la población de esta especie sufrió mucho a manos de los cazadores.

En gran medida, esta actividad ha desaparecido gracias a una ley contra la caza aprobada en los primeros años del Estado.

Un íbice nubio en acantilados cerca del Mar Muerto al amanecer. Foto: Matanya Tausig/Flash90

“No tenemos los números exactos, pero sabemos que antes, cuando se hacía una excursión al área de Ein Gedi era difícil detectar íbices. Hoy en día, es mucho más fácil ver a la cabra montés. Basta con salir de paseo, mirar a los acantilados y verlas”, explicó Zehava Sigal, ecologista de la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel para la región de las montañas del Néguev.

Sigal es responsable de monitorear la población, las condiciones y el hábitat de la cabra montés en el sur.

“Contamos íbices en cuatro lugares de Israel para dar una estimación de cuántos de ellos hay”, reveló.

La población de cabra montés evoluciona bien en Israel, en gran parte por una ley contra la caza aprobada en los primeros años del Estado. Foto: Yaniv Cohen/INPA

“No se trata de un censo porque en realidad no sabemos la cantidad exacta de cabras montesas en el país. El conteo es una forma de verificar si hay algún problema o si ocurre algo a lo que debemos prestar atención, como la migración”, contó Sigal.

Un íbice en el sur. Foto: Matan Bogomolsky/INPA

En ese sentido, la ecologista estima que la población de cabras montesas en Israel es de entre 1.200 y 1.400 animales.
Puede que eso no suene particularmente alto pero esas cifras muestran un aumento moderado y positivo.

“No hay declive y hoy no nos preocupa ningún peligro para el tamaño de la población”, le dijo Sigal a ISRAEL21c en Español.

Humanos se interponen en el camino

A pesar del optimismo existe cierta preocupación con respecto a la intromisión de la gente en los hábitats naturales de las cabras montesas. Hay un número creciente de turistas, trabajos de construcción y más pavimentación de carreteras.

Esto es especialmente relevante para la migración ya que los íbices tienden a vagar de un hábitat a otro y la actividad humana se interpone en su camino.

Una cabra montés joven se aventura en un parque infantil en Mitzpé Ramon. Foto: Zoe Vayer/Flash90

“Al ocupar parte de su hábitat, reducimos sus posibilidades de moverse de forma adecuada. A menudo, esta conexión espacial entre ellos se ve interrumpida por carreteras o vallas en sitios industriales. Nos involucramos en todos los casos de construcción de carreteras o vallados para asegurarnos de que haya corredores por los que pueda pasar la cabra montés”, indicó Sigal y enfatizó que la transferencia genética entre las diferentes poblaciones es muy importante.

Los íbices en la ciudad

La ecologista reveló un segundo problema: la tendencia de la cabra montés a aparecer en las ciudades del sur donde a menudo comen basura y asustan un poco a los lugareños.

“No son animales aprensivos. Tienen la tendencia de acostumbrarse a estar cerca de los humanos. El hecho de que puedan acercarse a las personas es un peligro: terminan comiendo plásticos, quedan atrapados en cables o son atropellados”, explicó Sigal.

Los huéspedes del lujoso hotel Beresheet en el Néguev se deleitan con los íbices pero su proximidad no es necesariamente algo bueno. Foto: Yaniv Cohen/INPA

Y cuando los íbices ingresan a jardines privados y comen de los botes de basura, la gente los ve como animales destructivos o peligrosos.

“Un residente que haya sufrido a una cabra montés una y otra vez o que tiene miedo de salir de casa con sus hijos porque ve un macho de cabra montés es un problema importante. Trabajamos con las comunidades para monitorear la situación y explicar las cosas. Queremos asegurarnos de que la conciencia hacia estos animales siga siendo positiva y que la gente quiera protegerlos”, afirmó Sigal.

Las autoridades ayudan a mitigar los conflictos que a veces surgen cuando la cabra montés ingresa a las ciudades. Foto: Yaniv Cohen/INPA

Esto se hace, por ejemplo, colocando letreros en los que se les pide a los residentes que no alimenten a la cabra montés o comunicando la importancia de mantener los botes de basura bien cerrados.

Sigal cree que empoderar a los residentes para que ayuden a cuidar a los íbices que ingresan a sus comunidades es muy importante: “Este sentido de responsabilidad es lo que ayudará a que la cabra montés siga existiendo”.