“El mundo necesita con urgencia una nueva manera de tratar los problemas de salud mental y en PsyRx creemos que los psicodélicos son una gran parte de la solución”, afirmó Itay Hecht, director ejecutivo y cofundador de esa empresa que desarrolla componentes de ese tipo de grado farmacéutico provenientes de fuentes naturales.
Con el uso de un biorreactor agromédico creado en la facultad de Agricultura de la Universidad Hebrea, PsyRx produce extractos botánicos psicodélicos de psilocibina (proveniente de hongos “mágicos”) e ibogaína (presente en la corteza de la raíz del arbusto iboga).
La ciencia demostró que la psilocibina tiene efectos positivos en el tratamiento de la depresión, ansiedad y adicción. De hecho, esta sustancia ha sido sugerida como tratamiento potencial para la obesidad, el trastorno de estrés postraumático (TEPT), los ataques de cefalea y más.
Por su parte, la ibogaína mostró su éxito como fármaco contra las adicciones, entre otras indicaciones.
En ese sentido, PsyRx enfoca su trabajo para mejorar los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) vigentes.
“Los ISRS tienen algunos efectos secundarios muy nocivos sobre la libido y el apetito, y a menudo los pacientes dejan de usarlos. Creemos que agregar una microdosis de ibogaína contrarrestará esos efectos y hará que el remedio sea mejor”, explicó Hecht, que enfatizó que las microdosis de sustancias psicodélicas no causan alucinaciones.
El ejecutivo remarcó que la compañía comenzará pronto a realizar ensayos con animales pequeños para comprobar la seguridad y eficacia del desarrollo. “Esperamos dentro de un año poder empezar las pruebas en humanos”, le dijo a ISRAEL21c.
Tendencia mundial
Añadir psicodélicos a los medicamentos convencionales puede parecer algo «fuera de onda» pero la realidad es que es una especie de moda.
Según el informe de inteligencia de mercado de CB Insights, la financiación de las compañías de medicamentos psicodélicos crece rápidamente mientras los gigantes farmacéuticos ven disminuciones en el retorno de la inversión en investigación y desarrollo de fármacos, y se muestran interesados en explorar productos alternativos.
A su vez, el interés de los consumidores por las drogas alucinógenas también crece de forma sostenida.
De acuerdo con los estándares de la industria, las versiones sintéticas de sustancias psicodélicas son más fáciles de fabricar pero hay posibilidades de que no funcionen tan bien como las naturales.
“Creemos que hay una gran diferencia entre las moléculas biológicas y las sintéticas, sobre todo en la manera en que interactúan con los receptores del cerebro. Los psicodélicos sintéticos no tienen tanto éxito pero no siempre es fácil trabajar con moléculas biológicas”, expresó Hecht.
Es allí donde entra en juego el biorreactor ya que ese innovador sistema es lo que podría permitir que PsyRx transformase el creciente mercado de los psicodélicos.
Del cannabis a la psilocibina
Hecht comenzó su carrera hace 20 años en los Países Bajos con la gestión de dispensarios de cannabis y empresas de semillas.
En 2007 regresó a Israel para estudiar ingeniería del agua y del suelo para comprender mejor el mundo de la botánica.
Hace unos cinco años -aprovechando las nuevas regulaciones locales- fundó Hi Pharma, la primera compañía de cultivo de cannabis que cotiza en la Bolsa de Valores de Tel Aviv. Más tarde pasó a trabajar en Stickit Labs, otra empresa de cannabis.
Por su parte, el doctor Asher Holzer, cofundador y actual presidente de PsyRx, es un emprendedor biotecnológico serial y entre sus exitosas intervenciones financieras se destacan InspireMD, TheraCoat y UroGen.
Holzer también formó parte del equipo directivo de Biosense, una compañía israelí adquirida por Johnson & Johnson en 1997.
“Hace dos años y medio vimos una oportunidad en el sector psicodélico pero no había empresas con licencia en Israel”, comentó Hecht. Así fue como PsyRx se convirtió en la primera de todas.
A su vez, el doctor Kobi Buxdorf, cofundador y director de tecnología de PsyRx, es un microbiólogo con un doctorado de la Universidad Hebrea.
Buxdorf desarrolló biorreactores de cultivo de tejidos para producir cannabis con un estándar farmacéutico y fundó Cannadorf para comercializar esta técnica.
“Luego desarrolló un biorreactor para psilocibina y lo llevó a una fase comercial. Todavía no hay estándares para la regulación de la psilocibina, por lo que esperamos que esto tarde unos meses en recibir la designación de buenas prácticas de fabricación (GMP) para la industria farmacéutica”, dijo Hecht.
Hecht afirmó también que la Universidad Hebrea realiza investigaciones adicionales sobre la psilocibina, algo que genera nuevas ideas sobre cómo las microdosis de esta poderosa sustancia podrían mejorar los productos farmacéuticos.
“Esperamos que para fines del próximo año tengamos la capacidad de vender nuestra psilocibina en todo el mundo para la investigación clínica y el desarrollo de fármacos”, remarcó Hecht.
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