Las personas sanas que toman aspirinas con regularidad para prevenir enfermedades cardiovasculares tiene un 29 por ciento menos de probabilidades de contagiarse el COVID-19 en comparación con quienes no usan esa medicina.

Así lo indicó un estudio epidemiológico observacional realizado en Israel por científicos del servicio de salud Leumit, la Universidad Bar Ilan y el Centro Médico Barzilai. En total se analizaron datos de unos 10.477 socios de Leumit HMO que fueron sometidos a pruebas de detección de COVID-19 entre el 1 de febrero y el 30 de junio de 2020.

Un antecedente era que  la aspirina se había usado usó ampliamente durante la pandemia de influenza española de 1918,  varias décadas antes de que se entendiera su actividad contra los virus de ARN.

Los científicos también sabían de estudios que demuestran que la aspirina, además de reducir la inflamación, puede ayudar al sistema inmunológico a combatir algunas infecciones virales.

De ese modo, plantearon la hipótesis de que el tratamiento previo a la infección con aspirina en dosis bajas (75 miligramos) podría tener un efecto beneficioso sobre la susceptibilidad al COVID-19 y la duración de la enfermedad.

“El nuevo estudio buscó comprender mejor los posibles efectos favorables de la aspirina para ayudar al sistema inmunológico humano a combatir el COVID-19”, afirmó la doctora Milana Frenkel-Morgenstern de la Facultad de Medicina Azrieli de la Universidad de Bar Ilan.

Además de la menor probabilidad de infección entre los usuarios crónicos de aspirina, los datos también revelaron que el tiempo de conversión de positivo a negativo de los resultados de la prueba de PCR del nuevo coronavirus entre los pacientes positivos que usaron aspirina fue significativamente más corto y la duración de la enfermedad fue de entre dos y tres días menos, dependiendo de las condiciones preexistentes de los pacientes.

“Esta observación del posible efecto beneficioso de dosis bajas de aspirina sobre la infección por COVID-19 es preliminar pero parece muy prometedora”, indicó el profesor Eli Magen del Centro Médico Barzilai y director del estudio.

Por su parte, el investigador principal, el doctor Eugene Merzon de Leumit enfatizó en la importancia de repetir los resultados del estudio usando muestras más grandes e incluyendo pacientes de otros centros médicos y países para verificar los resultados.