El viernes 11 de marzo a la noche en Chisinau, justo antes de Shabat, recibí una llamada telefónica de mi suegro Eli Beer, presidente y fundador de United Hatzalah of Israel, que me decía que había un bebé de dos días cuya madre estaba en Israel y que la criatura tenía que ser rescatada de Kiev.

“Debes dejarlo todo y ayudar en esto”, me dijo. Y ese iba a ser el comienzo de un periplo de 36 horas sin dormir.

Ya contaba con los detalles necesarios para montar la misión de rescate. Nuestro equipo, con sede en la capital de Moldavia, ofrece ayuda humanitaria y atención médica de emergencia a refugiados ucranianos que cruzan la frontera.

De todos modos, sabemos por nuestras experiencias en Israel y en otras misiones internacionales de socorro, que cuando hay que hacer algo rápidamente y hay vidas en juego se interviene donde se puede.

En este caso, una beba había nacido de una madre sustituta y la biológica estaba en Israel. Luego del nacimiento, la gestante lo abandonó en el hospital y huyó de Ucrania por la guerra.

La enfermera a cargo nos informó que si no recogíamos a la beba a las 9 de la mañana del sábado 12, la colocarían en un orfanato porque permanecer en el hospital era muy inseguro.

En vez de disfrutar de la comida de Shabat con otros miembros de la misión que regresaban de sus esfuerzos en las fronteras, comencé a llamar por teléfono a no menos de 29 compañías locales de ambulancias.

Luego de unas horas conseguí a una empresa que estaba dispuesta (por una gran suma de dinero) a dirigirse a un punto de encuentro a 80 kilómetros de Kiev pero los choferes se negaron a ingresar a la capital ucraniana debido al intenso bombardeo que se producía.

De ese modo empezó una operación de rescate secundaria para evacuar a la beba de Kiev hacia el lugar de encuentro.

Un duro viaje para una recién nacida

Después de varias conexiones, logré encontrar un médico dispuesto a ayudar. Él fue quien llevó a la beba al lugar de reunión bajo escolta armada.

Durante ese tiempo, el sitio acordado de reunión con la compañía de ambulancias había sido cambiado debido a los ataques en la región.
Y después de ocho horas, la recién nacida llegó a la ambulancia que habíamos contratado.

Otras nueve horas tensas y angustiosas involucraron montones de llamadas telefónicas y coordinación. Luego de todo eso, la beba llegó a salvo a la frontera con Moldavia.

Junto con Itzik Kagar, representante del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, que se comprometió a ayudarnos, y con la asistencia del ex embajador de Israel en Ucrania Joel Lion conseguimos todos los documentos necesarios para que la beba fuera transferida a nuestro cuidado en Moldavia.

La policía fronteriza, que ya nos conoce bien, también fue informada y coordinada con nosotros sobre la operación.

Misión cumplida: la niña cruzó la frontera. Allí, la voluntaria de United Hatzalah Vicky Tiferet, madre de cuatro hijos, y yo, la recibimos.

Aharon Ben Harush, subcomandante de la misión de socorro de United Hatzalah en la frontera entre Ucrania y Moldavia. A la derecha, Vicky Tiferet, voluntaria de la ONG con los padres israelíes de la beba nacida de una madre sustituta ucraniana. Foto cortesía de United Hatzalah

Pero los problemas aún no habían terminado.
Manejamos hacia la frontera rumana ya que el aeropuerto moldavo adyacente a la frontera con Ucrania estaba cerrado al tráfico aéreo.

Vicky y yo fuimos interrogados, algo que era de esperar. Es que querían saber qué estábamos haciendo con una beba de tres días que no tenía lazos con nosotros.

Encuentros emotivos en serie

Por suerte, luego de otras diez horas, el lunes 14 a la mañana llegamos al aeropuerto de Iasi en Rumania donde esperamos a los padres que llegaban en un vuelo especial desde Israel organizado por United Hatzalah.

El vuelo llegaba a Rumania junto con equipos médicos adicionales y suministros para nuestra misión en Moldavia.

La reunión fue emotiva para todos.

Se trató de una complicada misión de rescate que involucró a cuatro países, varios equipos y dos días completos de esfuerzo de mi parte y de muchos otros, y que afortunadamente dio sus frutos.

Sin embargo, mientras los desafíos para esta familia habían terminado, para otra apenas comenzaban.

A bordo del vuelo desde Israel había un segundo grupo de padres que venía a rescatar a su hijita bebé. La criatura también había nacido de una madre sustituta en Kiev.

Con mi ayuda, también esperaban recuperar a su hijo. Y así tuve que volver al trabajo.

No puedo dar los detalles de toda la operación pero después de 28 horas, la segunda beba también estaba, gracias a Dios, camino a Israel.

Aharon Ben Harush, subcomandante de la misión de socorro en la frontera ucraniano-moldava de United Hatzalah junto a padres israelíes a los que ayudó a reunirse con su hija nacida de una madre sustituta ucraniana. Foto cortesía de United Hatzalah

Las lágrimas de alegría de ambos padres nos conmovieron y nos afectaron profundamente a todos.

He organizado muchas operaciones diferentes en mi vida pero esta fue una que nunca olvidaré mientras viva.

Salvar a dos bebas recién nacidas, atrapadas en medio de una guerra, es algo que se quedará conmigo para siempre.

No puedo explicar la sensación que tengo cuando recuerdo los eventos pero el trabajo realizado y la humanidad mostrada por todos los involucrados fue simplemente alucinante.

Estoy encantado de que esas dos parejas de padres se hayan reunido con sus hijas. Y me siento orgulloso y emocionado de ser parte de la misión de rescate de United Hatzalah que ayuda a los refugiados de Ucrania sin importar la edad que tengan.

*Aharon Ben-Harush es voluntario de United Hatzalah de Israel.
Dejó a su esposa recién casada en Jerusalén para ejercer como comandante adjunto de la misión de ayuda médica y humanitaria de la Operación Alas Naranjas de United Hatzalah en la frontera entre Ucrania y Moldavia.