Cuando la variante Ómicron generó el resurgimiento mundial de la enfermedad  COVID-19 Israel aprobó una cuarta dosis de la vacuna de Pfizer (segundo refuerzo) para personas de 60 años o más que recibieron un primer refuerzo cuatro o más meses antes.

Días atrás, un estudio que involucró a los 563,465 miembros elegibles de 60 a 100 años del servicio de salud Clalit -el más grande de Israel- mostró que la mortalidad por coronavirus entre aquellos que recibieron el segundo refuerzo fue 78 por ciento más baja en comparación con los inoculados con una sola dosis de refuerzo.

“La conclusión principal es que el segundo refuerzo salva vidas”, afirmó Ronen Arbel, investigador de resultados de salud de Clalit y la Universidad Sapir.

De hecho, los investigadores consideran la posibilidad de publicar un artículo sobre los resultados en la revista Nature Portfolio.

Los autores del estudio incluyen a Arbel y al personal de la División de Servicios Médicos Comunitarios de Clalit y de la Universidad Ben-Gurion.

Por otra parte, un artículo del Centro Médico Sheba publicado en el New England Journal of Medicine que evalúa la efectividad y la seguridad del segundo refuerzo en trabajadores de la salud jóvenes y sanos, concluyó que el procedimiento es seguro pero tiene “solo beneficios marginales”.

“Con los datos anteriores que muestran la importancia de una tercera dosis frente a una segunda, nuestros resultados sugieren que la inmunogenicidad máxima de las vacunas de ARNm se logra después de tres dosis y que los niveles de anticuerpos se pueden restaurar con una cuarta dosis. Además, observamos una baja eficacia de la vacuna contra las infecciones en los trabajadores de la salud, así como cargas virales relativamente altas que sugieren que quienes estaban infectados podían contagiar”, revelaron los autores, que además señalaron que no se evaluaron las poblaciones de mayor edad y vulnerables.