Con un flequillo rubio que asoma debajo de su boina, Esther Altura se describe a sí misma como una mujer menuda que no ocupa mucho espacio en el mundo. Su apellido dice exactamente lo contrario y no se equivoca.

Sin embargo, cualquiera que conozca a esta ingeniera de software, profesora de matemática, inversionista de bienes raíces y abuela ortodoxa israelí de casi 60 años pronto se da cuenta de que, si bien puede ser de baja estatura y de suave hablar, ciertamente no es diminuta en su impulso y determinación.
Y mucho menos en el espacio que llena con su obra.

Luego de años de una exitosa carrera como directora de proyectos en los que supervisó el desarrollo y diseño de sistemas informáticos sofisticados para algunas de las compañías más grandes de California -donde vivió durante casi veinte años con su esposo estadounidense y sus cuatro hijos-, y a una edad en la que la mayoría de las personas están pensando en reducir la velocidad y disfrutar de la jubilación, Altura trabaja 18 horas diarias ampliando la startup de conservación de agua que lanzó con su hijo Ariel.

Cada día, lo primero que hace por la mañana es revisar todos los mensajes y correos electrónicos de su trabajo. “No creo que tenga derecho a vivir y no hacer algo que creo puede resolver con éxito un problema”, le dijo Altura a ISRAEL21c en Español.

Durante años, esta mujer tuvo en la mira el tema del consumo y conservación del agua en propiedades multifamiliares en EEUU.

Esther Altura hizo foco en el problema del desperdicio de agua en las viviendas multifamiliares de EEUU. Foto: Noam Chen/ISRAEL21c en Español

Debido a la manera en que se instala la infraestructura de plomería, los propietarios nunca saben cuánta agua usa cada unidad individual, y los inquilinos no conocen el costo real del agua que consumen porque sus facturas de agua se incluyen como parte del alquiler o se dividen por igual entre los vecinos, independientemente del uso.

Altura indicó que el resultado es que no hay incentivos para que los inquilinos conserven el agua y nadie se da cuenta de las fugas o el uso excesivo de ese recurso.

De ese modo, ella y su hijo combinaron su conocimiento como especialista en hardware y software, y experiencia en bienes raíces, para llegar, luego de numerosas pruebas, al diseño óptimo de un dispositivo inteligente de medición de agua localizada.

“Mi hijo es diseñador de productos y tiene una mente muy creativa, piensa fuera de la caja. Así comprendió que necesitábamos algo que fuera económico”, explicó Altura.

Según ella, los medidores de agua inteligentes existentes no se ajustan a las necesidades muy diferentes de los propietarios y administradores de edificios multifamiliares.

Justo antes de que estallara la pandemia de COVID-19, madre e hijo lanzaron un programa piloto para el medidor desarrollado a través de su startup DrizzleX.

Ubicado en puntos de uso individuales dentro de las unidades residenciales, el medidor inteligente brinda transparencia sobre el uso del agua en tiempo real.

Los datos que recopila y almacena también aceleran el proceso de localización y alerta de fugas e identifican posibles usos indebidos. Pero también permiten facturar a los inquilinos por el agua que realmente usan, ya que es una solución inteligente.

La menuda Esther Altura tiene una gran influencia en la gestión del agua. Foto: Noam Chen/ISRAEL21c en Español

De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de EEUU, cerca del 13 por ciento del desperdicio de agua corresponde a fugas.
En ese sentido, Altura también afirmó que alrededor del 30 por ciento del uso de agua en propiedades multifamiliares se desperdicia por a la indiferencia de los inquilinos.
Esa indiferencia suma unos 8.000 millones de dólares anuales.

Altura explicó que la tasa diaria de consumo de agua de los estadounidenses -de entre 300 y 380 litros por persona- es tres veces mayor que la de Israel.

Como dueña de una propiedad mientras su familia vivía en Los Ángeles, la mujer comenzó a monitorear de forma manual el uso semanal de agua para detectar fugas pero debido a que el medidor no midió a las unidades individuales, no pudo determinar la ubicación de la fuga a menos que enviara un plomero a cada unidad.

“No podía soportar ver el agua goteando. Va en contra de mi ADN como israelí. El mundo se nos está secando y ahora debemos vigilar cada gota. Vi un problema y supe que la solución era tener un medidor dentro de cada apartamento y necesitaba tecnología inteligente. Hablé mucho sobre este problema. No es fácil lograr que la gente cambie su forma de pensar”, remarcó.

Una pionera total

Ser una adelantada no es algo nuevo para Altura, que creció en un hogar religioso en Bnei Brak y fue educada en el conservador sistema de educación religiosa para niñas Beit Ya’akov.

A mitad de la década de 1970, Altura saltó la norma y fue una de las pocas mujeres que estudió en la primera clase del recién formado departamento de informática de la Universidad de Bar Ilan. También estudió matemáticas.

Luego, cuando estalló la guerra de Yom Kippur y no pudo continuar sus estudios para obtener un título superior, a regañadientes viajó a EEUU a instancias de un familiar.
Allí, la estadía sería corta pero luego conoció a quien sería su esposo, se casó y permaneció allí más tiempo del que había imaginado.

A medida que sus hijos crecían, decidieron criarlos en Israel.

Esther y Ariel Altura con su “boleto” para el MassChallenge US Roadshow 2019. Foto cortesía de DrizzleX

Durante la mayor parte de su carrera, Altura estuvo siempre entre las pocas mujeres directivas. Siendo una mujer judía religiosa nunca sintió discriminación.

“Tengo mucha confianza en lo que hago. En muchos sitios yo era la única mujer y encima religiosa. Era buena en lo que hacía y la gente lo apreciaba”, expresó.

Altura es la menor de cuatro hijos de sobrevivientes del del Holocausto que huyeron por separado de Polonia a Rusia y, finalmente, a Kazajstán, donde se conocieron y se casaron.
Ella fue la primera de su familia en tener un título universitario pero todos los miembros de la tercera generación se convirtieron en médicos, abogados, ingenieros y también rabinos.

“Mis padres eran refugiados y eso afectó en cómo nos criaron. Siempre soy fuerte. A veces no sé de dónde viene la fuerza pero tengo un gran sentido de la responsabilidad. Si sé que hay que hacer algo, no puedo dejarlo ir hasta que esté hecho”, reconoció.

Y para Altura una de esas cosas que hay que resolver es el consumo sostenible de agua en viviendas multifamiliares en EEUU.

El dispositivo creado por madre e hijo es adaptable para su uso en edificios de oficinas e instituciones como hospitales y hogares para personas mayores.
También se prevé que el medidor DrizzleX se use en países como Chile, India y Brasil.

La tecnología no es tan relevante para los edificios residenciales en Israel ya que cada apartamento ya tiene un medidor de agua separado. Sin embargo, podría usarse para oficinas, bases militares, hospitales o dormitorios universitarios o de escuelas secundarias.

“No sabía cuánto trabajo iba a ser. Quizás si lo hubiera sabido, no hubiera”, dijo Altura con una sonrisa.

Ella y su hijo también lograron navegar la complejidad de encontrar un equilibrio como socios comerciales mientras mantienen la relación familiar en buenos términos.

“Tengo cuatro hijos y no podría haber hecho este trabajo con los demás. Desde el principio, con Ariel pudimos tender un puente sobre la relación de madre a hijo. Yo soy quien se pone más tensa y él me calma. Puedo hacerle una crítica constructiva y no se siente ofendido”, explicó.

Más de 3.000 dispositivos instalados

A principios de 2020, luego de dos años de conversaciones con el dueño de una propiedad, pudieron instalar los medidores electrónicos en las unidades de apartamentos de dos edificios en Los Ángeles.
Luego, llegó la pandemia de COVID-19 y ​​​​tuvieron que cambiar de marcha por un tiempo. Mientras tanto, continuaron desarrollando el hardware para su sistema.

Hoy ya tienen más de 3.000 dispositivos instalados en 700 apartamentos y procesaron más de 34 millones de litros de agua en su sistema, con 3,7 millones de registros de uso de del recurso.

Esther Altura usando la aplicación DrizzleX en la computadora de su casa en Jerusalén. Foto: Noam Chen/ISRAEL21c en Español

En la oficina de su casa en Jerusalén, Altura abrió la aplicación DrizzleX en su computadora, se desplazó hacia abajo a través de los datos de algunas propiedades y observó alertas que señalan qué apartamento tiene un uso inusual de agua en el fregadero de la cocina.

“Podemos verificar por persona por día y esto ayuda con el cambio de comportamiento. Cuando los inquilinos saben lo que ocurre cambian su conducta. De hecho, así funciona. La mayoría de la gente entiende la importancia de la conservación del agua”, dijo. Y señaló un gráfico que mapeaba el mejor uso del agua en varias unidades de apartamentos.

Si bien las empresas emergentes son consideradas el reino de los jóvenes, Altura discrepa: “No tengo niños en casa. Tengo mucha energía y experiencia, ¿por qué no debería ser capaz? Veo lo difícil que es para mi hijo equilibrar su familia con su trabajo”. Aunque es mucho estrés, estoy abriendo camino para algo importante. Cada vez hay más y más personas mayores con medios para mantenerse, mucha experiencia y voluntad de sumergirse en proyectos”.

Altura aprendió paso a paso el conjunto de habilidades necesarias para administrar todo, desde la contratación de empleados hasta asuntos legales, ventas de productos y contabilidad. “Tomo decisiones racionales y cuando mis emociones entran en acción, me hablo a mí misma y me recuerdo que tomé mi decisión de forma cerebral. Soy buena aprendiendo, me sale fácil. Y estoy asombrada de cuánto más hay por aprender”, dijo.

Mientras enfoca sus energías en construir DrizzleX, ella y su esposo dejaron a un costado sus aventuras en solitario dos veces al año a países como Cuba, Sudáfrica y China, donde se aventuraron antes del COVID-19 con sus maletas llenas de comida kosher y, a veces, incluso equipos de cocina.

“Me gusta ver y hablar con otras personas para entender cómo es su vida. Escuché que Uganda es muy hermosa y me gustaría conocer Tailandia, el Tíbet y tal vez Mongolia”, afirmó.

Una indulgencia ocasional que se permite son las novelas de detectives, pero normalmente su material de lectura está relacionado con los negocios.

Sus ocho nietos, cuyas edades oscilan entre los tres meses y los 15 año, se convirtieron en sus mejores agentes. “Cada vez que ven un grifo que gotea, me lo señalan y dicen: “Mira, savta (abuela, en hebreo), está goteando. Son la mayor alegría en mi vida, sin duda”, resaltó.