A menudo hay gente que me pregunta cómo se construye un ecosistema tecnológico ya que buscan saber de qué manera se erige el próximo Silicon Valley y cuáles son los ingredientes que necesita una región para hacerlo.
Estas personas están particularmente interesadas ​​en cómo pueden emular lo que Israel, la nación emergente, ha desarrollado hasta ahora.

Pero así como no creo que otras regiones deban copiar el Área de la Bahía (San Francisco, EEUU), no deseo que otras regiones y personas tengan que pasar por el conflicto que soportamos en Israel.

¿Habría podido Israel crear tantas empresas en etapa de crecimiento y unicornios si no fuera por el hecho que aquí todo es una lucha y un conflicto? No lo creo.
Lo que puede parecer un obstáculo en realidad puede ayudarnos a crecer y prosperar contra viento y marea.

Cuando el carbón pasa por una presión intensa para salir por el otro lado como un diamante, siempre existe el temor de que se rompa en el camino. Pero sin presión, no se puede construir nada sustancial.

En ese sentido, vale la pena explorar no solo los rasgos y las ideas detrás de los emprendedores exitosos sino cómo el conflicto nos permite construirnos a nosotros mismos, autorrealizarnos y lograr cosas difíciles.

A continuación se presentan algunas reflexiones sobre cómo el conflicto actual y los que lo precedieron dan forma a los empresarios de este país.

“Sueña en grande”

No es ningún secreto que trabajar con israelíes puede ser un desafío pero ese empuje hace que los de este país seamos quienes somos. Esa tenacidad con esa mentalidad de que podemos hacerlo a pesar de las probabilidades es lo que dio forma a Israel.

Los israelíes entienden que necesitan soñar en grande y que Israel es siempre el mercado de prueba. Lo vemos especialmente hoy en día en la forma en que los fondos recaudan sumas récord de dinero de capital riesgo y en las muchas multinacionales con oficinas en la “Startup Nation”.

“Sueña en grande” es el lema inmortalizado en el Centro Peres para la Paz y la Innovación en Tel Aviv-Yafo. Foto: Anna Wachspress

Soñar con que es posible cuestionar la lógica “obvia” o el “sentido común” ha sido a veces la única forma de salir adelante.

Si los creadores de la Cúpula de Hierro hubieran creído y aceptado la idea de que no se podían detener los cohetes en el aire, todos hubiéramos estado peor durante estos últimos días tan difíciles.

El pensamiento global que hay a menudo en Israel corre en paralelo al pensamiento global típico de Silicon Valley.

De forma constante nos sentimos insatisfechos y desafiamos el statu quo. El pensamiento contrario estaba arraigado en los fundadores del país, como David Ben Gurion, y en líderes modernos como Shimon Peres.
Ellos tuvieron la audacia de soñar en grande.

Los líderes del país entendieron que no había otra opción y que no podían fallar.
“Ein brera” (no hay elección) no sólo ha sido un grito de guerra sino un recordatorio de las inevitables amenazas existenciales que enfrentaron y que todavía enfrentamos.

Cuando había tanto en juego, los líderes del país tuvieron que reunir su fuerza interior y su ingenio para enfrentar los desafíos. Hoy es eso lo que vemos en el espíritu de los empresarios que han decidido volar alto.

Don de lucha

Cuando hace años era un joven soldado en la Brigada Golani de las Fuerzas de Defensa de Israel -y mientras pasaba por ese agotador desafío mental y físico- me di cuenta de que era un regalo y entendí que hacer mi servicio me prepararía mentalmente para los desafíos que tenía por delante.

En muchas oportunidades debemos pasar por el infierno para llegar al cielo pero lo que siempre se necesita es perspectiva. No se puede conseguirlo de ambas formas: hay que pasar por el conflicto para crecer y desarrollarnos.
Y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Esto también se aplica a una compañía y a un país.

Es que si no fuera por los desafíos de seguridad y las amenazas a las vidas de sus ciudadanos, Israel no habría podido convertirse en la superpotencia tecnológica en la que se ha convertido al contrarrestar estas amenazas.
No es a pesar de estos desafíos que Israel es la nación de las startups. Es gracias a ellos.

Si bien no le deseo esto a ninguna persona o Estado, es posible interpretar los desafíos que el mundo nos lanza de una manera que nos ayude a convertirnos en mejores versiones de nosotros mismos o podemos estar peor echando culpas y siendo víctimas perpetuas.

Eso incluye hacernos las preguntas adecuadas y pensar cómo podemos crecer y aprender de una situación de seguridad desafiante.

El legendario ingenio interior

La historia de Israel es igual a la de una empresa emergente que casi se encuentra con su desaparición solo para salir y al final ganar.

La idea del más débil (el David) sigue formando parte del ADN del país. A pesar de cómo se representa a Israel, aún estamos en una posición de desvalidos aunque es posible que no muchos lo crean al ver el odio abrumador en las redes sociales dirigido hacia Israel.

Ver cómo se desarrolló la crisis actual en las redes sociales fue especialmente desafiante para aquellos en la comunidad tecnológica, muchos de los cuales no siempre están de acuerdo con las políticas del Gobierno.
Pero ver al mundo de las redes sociales volverse contra Israel en un abrir y cerrar de ojos ha sido muy difícil.

Aquí es donde la resiliencia juega un papel. Es saber que es posible superar el desafío y estar en un lugar mejor gracias a él.

*Jonathan ‘Yoni’ Frenkel dirige el programa “Partnerships” en Atento Capital con sede en Tulsa, EEUU. Además lidera la tarea de ayudar a las empresas estadounidenses e israelíes a contratar trabajadores remotos altamente calificados en Tulsa. Puede ser contactado en LinkedIn.