Allá lejos y hace tiempo, el ciervo persa deambulaba libremente por la Tierra de Israel. Pero a fines del siglo XIX, la caza furtiva los hizo desaparecer del paisaje local.
Unas décadas más tarde, también huyeron de su hábitat en Irán, lo que llevó a los expertos a creer que estaban extintos.

Luego, en la década de 1950, se descubrió una pequeña manada en el suroeste de Irán y algunos ciervos fueron transportados a un zoológico en Alemania para ser criados. Más de 20 años después, dos parejas fueron traídas a Israel junto con seis ciervas en el último vuelo de Teherán a Tel Aviv tras estallar la Revolución Islámica.

Uno de los machos de Alemania no sobrevivió pero el resto sí, sentando las bases de lo que hoy es una población de entre 200 y 250 ciervos persas que una vez más pueden llamar hogar a Israel.

Los ciervos fueron criados en la Reserva Natural de Hai Bar Carmel y en 1996 intervino la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel (INPA) para ayudar a reintroducir a algunos de ellos en su entorno natural.

“Hubo una debate difícil”, contó el doctor Amit Dolev, ecólogo jefe de la región norte de la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel, porque en el pasado los ciervos de Israel vivían en arboledas esparcidas por la tierra. En Irán, en cambio, fueron hallados en una zona desértica junto a un río.

Así, los expertos finalmente decidieron ubicar a los ciervos en una arboleda que pudiera ser supervisada y que tuviera cerca un río de flujo constante.

De ese modo, la zona elegida fue la del río Kziv en la Galilea occidental en el norte del país. “Se optó por la apuesta más segura. Hoy, 24 años después, la población está ahí. Durante los últimos 15 años hubo una reintroducción de más individuos reproductores a un ritmo de más de diez ciervos por año”, indicó Dolev.

Algunos ciervos traídos de un zoo en Alemania sientan las bases de la población cérvida actual de Israel. Foto: Doron Nissim/INPA

Amenazas de humanos y lobos

En los últimos años, los ciervos también fueron reintroducidos en la región del Carmel y el área de Sorek cerca de Jerusalén. Aún son considerados una especie en peligro crítico de extinción.

El éxito de conservación del ciervo recuerda al de la cabra montés local, que se puede ver en Ein Gedi, cerca del Mar Muerto.

Los ibex también estaban en peligro de extinción debido a la caza furtiva pero una ley aprobada en 1955 para proteger la vida silvestre ayudó enormemente a que su número creciera de nuevo.
Todavía no están del todo seguros  y hoy en día el principal peligro al que se enfrentan es la interacción con los humanos ya que deambulan por las comunidades donde se enredan con alambres de púas o son lastimados por perros, y también se ven perjudicados por visitantes que les dan comida o basura.

El INPA utiliza cámaras, collares de seguimiento y estiércol para conseguir más información sobre los ciervos que deambulan en libertad. Según un análisis de 2019 sobre los ciervos reintroducidos en Galilea occidental, se concluyó que la mayor amenaza eran los lobos.

Otra dificultad que enfrenta el ciervo son las carreteras. Los animales pueden morir atropellados o por no poder expandir su hábitat ya que los caminos bloquean su movimiento.

El objetivo del esfuerzo de conservación es conseguir una población de ciervos estable. Foto: Doron Nissim/INPA

Un rol ecológico

Sin embargo, los esfuerzos para reintroducir a los ciervos en el hábitat de sus antepasados ​​continúan. “Más allá del deseo de cuidar a un animal especial y hermoso, estos tiene un papel ecológico. Se trata de un animal salvaje que come plantas y este proceso tiene una gran importancia en la cadena alimentaria”, explicó Dolev, que añadió que el ciervo persa es el único animal que naturalmente sabe cómo abrir arboledas en áreas donde las cabras, ovejas y vacas no llegan.

Los próximos planes para los ciervos incluyen la reintroducción de más individuos en la naturaleza. “Continuamos reintroduciendo ciervos cada año y espero que este próximo invierno podamos introducir más -tanto hembras como machos- en la Alta Galilea, el Carmel y Sorek”, contó el especialista.

El objetivo final es establecer una población silvestre estable y usar el ejemplo del ciervo persa para resaltar la importancia de la conservación de la naturaleza.