Unas semanas antes de Rosh Hashaná -el Año Nuevo judío- un joven entra a la fábrica de shofar Barsheshet & Ribak en Tel Aviv.

Son casi las 17 y el taller cerrará pronto pero Eli Ribak se ha quedado hasta tarde para hablar con ISRAEL21c en Español sobre su raro oficio y le da la bienvenida al visitante y a su esposa, que llegaron en autobús desde un suburbio del sur de Jerusalén.

Antes de Ribak pudiera preguntarle al cliente por qué no compró un cuerno de carnero (shofar) en cualquier tienda de artículos de judaica o souvenirs cerca de su casa, el hombre le dijo: “Mi padre compró su shofar aquí hace 30 años así que he venido aquí también”.

El dueño sonrió, es algo que escucha todo el tiempo, sobre todo en vísperas de Rosh Hashaná, festividad que la Biblia llama “Yom Teruá”, el día en que suena el shofar.

Rosh Hashaná es considerado como un día de juicio divino.
En la sinagoga, 100 toques de esta trompeta natural marcan la larga liturgia del año nuevo como un llamado de atención al arrepentimiento y una fanfarria para el Rey de Reyes.

Quien haya sido designado para tocar el shofar necesitará un cuerno kosher: sin grietas, agujeros ni materiales adicionales como pegamento o pintura.
Ese instrumento debe tener la forma y la boquilla correctas para que cada persona que toca el shofar pueda cumplir con la obligación de cada congregante de escuchar una serie específica de sonidos: el tekiá largo, tres shevarim cortos y nueve toques de teruá entrecortados, rematados con un sonido extra: tekiá gdolá larga.

Es por ello que ese joven está en el negocio buscando un asesoramiento experto para comprar el cuerno correcto.

Ribak (52) y Zvi Barsheshet (67) están entre los pocos artesanos que producen shofares en Israel. Sus familias lo han hecho desde el siglo XIV.

De ese modo, este negocio de 15 generaciones tiene una historia extraordinaria.

Una asociación polaco-marroquí

En 1927 el tío abuelo de Ribak emigró desde Polonia al entonces Mandato Británico en Palestina y abrió una tienda en Tel Aviv que pasó a ser el negocio al padre de Eli Ribak.

A su vez, el padre de Barsheshet emigró de Marruecos a través de Francia en 1947 a bordo del barco Exodus que fue capturado por los británicos (los pasajeros fueron desviados a Chipre).
Tras su liberación, estableció un taller de shofares en Haifa.

“Mi padre y el padre de mi socio eran competidores. Hace treinta años, decidieron trabajar juntos”, le contó dice Ribak a ISRAEL21c en Español.

El difunto padre de Eli Ribak, Avraham, en una foto en una pared de Barsheshet & Ribak en Tel Aviv. Foto: Abigail Leichman

Inicialmente, Ribak tomó un rumbo diferente: tiene una maestría en ingeniería de materiales del Instituto de Tecnología Technion y trabajó durante 17 años en Motorola.

“Cuando murió mi padre hace nueve años dejé la alta tecnología y me uní a Zvi”, reveló.
Sacudiendo la cabeza con una sonrisa irónica, añadió: “No creo que una persona normal entraría en este negocio. Es un trabajo muy duro”.

Eli Ribak perfora una boquilla en un shofar. Foto: Abigail Leichman

No hay dos shofares idénticos

Ribak observó cómo su cliente sostenía el cuerno y con qué parte de su boca soplaba mientras comenzaba a probar una variedad de cuernos de carnero apilados en cajas de cartón.

“Hay que adaptar el shofar a la persona. Cada shofar es individual. Todos los días recibo clientes que quieren el mismo shofar que tenía su padre o el que tenían cuando eran más jóvenes. Pero no hay dos shofares idénticos como no hay dos personas idénticas”, explicó Ribak.

Una cesta llena de shofares de diferentes estilos ya terminados. Foto: Abigail Leichman

Oveja, cabra o antílope

La tradición de usar un cuerno de carnero como instrumento de sonido data de los tiempos bíblicos.

Quizás la historia más famosa del shofar esté en el libro de Josué, cuando los sacerdotes israelitas rodearon Jericó mientras tocaban sus cuernos, y los muros de la ciudad se derrumbaron.

En la actualidad, los shofares se pueden escuchar en ocasiones especiales como bodas. Y muchos judíos lo tocan todas las mañanas -excepto en Shabat- durante el mes anterior a Rosh Hashaná y al final del ayuno de Yom Kippur.

Por otro lado, personas de todas las religiones coleccionan shofares naturales y decorativos como souvenirs.
A menudo fabricados en Marruecos, China o India, están fácilmente disponibles en Israel y en el extranjero.

Abigail Klein Leichman sostiene un cuerno de antílope en Barsheshet & Ribak. Foto: Natalie Selvin

Si bien la fábrica de Barsheshet & Ribak también produce shofares adornados con diseños pintados o revestimientos de metales preciosos, solo los “naturales” sin adornos obtienen una etiqueta que certifica que son kosher para su uso en Rosh Hashaná.

Un shofar plateado en Barsheshet & Ribak. Foto: Eli Ribak

“Escuchar el shofar es la única mitzvá -precepto- asociada con el Año Nuevo judío. La responsabilidad de toda la congregación descansa en la validez del shofar que se usa”, expresó Ribak.

El animal del que proviene el cuerno, generalmente un carnero (oveja macho adulta) y, a veces, una cabra, oryx, kudú, gacela u otro tipo de antílope, debe ser de una variedad kosher pero no debe sacrificarse de acuerdo con las normas alimentarias que impone la Ley Judía.

El cuerno de cabra es el shofar preferido por los judíos italianos. Foto: Abigail Leichman

“Importamos los cuernos de carnero de proveedores en países árabes. Eso es porque el cordero es un alimento básico de la dieta musulmana, en Israel, comemos principalmente pollo”, explicó Ribak

Pero, ¿cómo llegan los cuernos de países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel?

“Los traemos a través de un tercer país. Nunca es un problema”, admitió.

Etapas en la elaboración de un shofar

Cada cuerno de cada envío se inspecciona en la fábrica en busca de grietas u orificios.

De acuerdo con Barsheshet, solo alrededor del 30 por ciento cumple con las condiciones para ser shofares kosher,.

 

Zvi Barsheshet en su taller de Haifa con cuernos de carnero importados. Foto cortesía de Zvi Barsheshet
Zvi Barsheshet en su taller de Haifa con cuernos de carnero importados. Foto cortesía de Zvi Barsheshet

Trabajadores capacitados comienzan el proceso de fabricación extrayendo el hueso del interior del cuerno para crear un interior hueco.

Ribak explicó que la palabra shofar significa “objeto hueco” aunque tiene también un significado más profundo: es la forma verbal de la que deriva el verbo  hebreo leshaper, que significa “mejorar”.

“Cuando se toca o escucha el shofar en el Día del Juicio, se está expresando que se quiere ser una mejor persona en el nuevo año”, dijo Ribak.

Después de ahuecar el cuerno, hay que crear una boquilla en el extremo estrecho sellado. Esto requiere recortar y taladrar el exterior del cuerno.

Diferentes tradiciones y tonos

Hay muchos estilos de shofar que reflejan las diferentes tradiciones que se desarrollaron entre los judíos en la diáspora durante más de 2.000 años: asquenazí, yemení, marroquí, babilónico, italiano y más.

Un shofar asquenazí certificado como kosher para Rosh Hashaná. Foto: Abigail Leichman

Algunas tradiciones prohíben alterar la forma o textura natural del cuerno. Otras permiten pulirlo y calentar el área de la boquilla para que la curva se pueda enderezar para facilitar la perforación.

Un shofar yemenita de cuerno de carnero sin pulir. Foto: Eli Ribak

“Si se calienta demasiado o se lija con demasiada fuerza, se agrietará. Cuanto más se practica, menos se daña a las piezas”, dijo Ribak mientras le mostraba a este medio un cuerno recalentado que parecía un malvavisco tostado..

Lijar y pulir un cuerno de carnero adelgaza un poco al futuro shofar, lo que resulta en un tono más alto.
La forma personal en la que suena un shofar individual también depende del grado de su curva y la fuerza del aire que se sopla en él.

Ribak explicó que a medida que las personas envejecen, la potencia de sus pulmones puede disminuir, por lo que el mismo shofar suena un poco diferente.

Sencillez y elegancia

Las ubicaciones de Barsheshet & Ribak en Tel Aviv y Haifa producen en promedio cerca de 1.000 unidades por mes, que se venden a tiendas y mayoristas de productos de judaica en muchos países excepto China.

“Comenzamos a enviar nuestro inventario de Rosh Hashaná justo después de Pesaj porque lo hacemos por mar y eso lleva su tiempo”, reveló Ribak.

Un shofar pequeño se vende al por menor por unos 60 shekels (unos 18 dólares), mientras que uno grande hecho a medida puede costar 2.000 shekels (cerca de 615 dólares).

“La mayoría de los clientes gastan entre 500 y 900 shekels”, dijo Ribak.

Un cuerno de antílope de 1,44 metros es el más largo de la tienda de Eli Ribak. Foto: Abigail Leichman

Para Rosh Hashaná, los judíos de ascendencia yemenita suelen usar un cuerno de carnero sin pulir pero son los shofares de cuerno de antílope largos y en espiral los que muchos clientes anhelan como pieza de exhibición o artículo de colección.
Esos son los que alcanzan los precios más altos.

En la actualidad, el cuerno de antílope más largo en la tienda de Tel Aviv mide 1,44 metros.

“La gente pide diseños personalizados con pinturas”, indicó Ribak mientras mostraba un shofar de kudú adornado con imágenes de banderas israelíes y estadounidenses, y otro con un motivo de león.

Un León de Judá decorado en un shofar de antílope. Foto: Eli Ribak

El shofar que Ribak toca en Rosh Hashaná para la congregación a la que pertenece en Shoham es de estilo marroquí: se trata de un cuerno de carnero pulido con delicadas tallas.

Un shofar de estilo marroquí. Foto: Eli Ribak

¿Es difícil aprender a sacar sonidos de un shofar?

“Es una técnica pero una vez que se la domina es muy fácil de hacer. Por supuesto, se necesita un buen shofar”, manifestó Ribak.

Para más información, clic aquí.