A unos 60 kilómetros al norte de Jerusalén se encuentra la pequeña aldea samaritana de Kfar Luza en el monte Gerizim donde el sociable sacerdote Husney Wasef Cohen (78) años nos da la bienvenida a su sucá.

Mientras que la festividad de Sucot y el festival de peregrinación se celebró hace un mes en cabañas temporales al aire libre, el calendario samaritano indicaba que la fiesta comenzaría el 20 de octubre de este año.
Otra diferencia: las “sucot” se construyen en el interior de las viviendas y la de Cohen está bien decorada con casi una tonelada de frutas y verduras como cítricos, granadas, pimientos rojos y verdes, membrillos, manzanas e incluso berenjenas.

El sacerdote samaritano Husney Wasef Cohen da la bienvenida a los visitantes a su sucá interior. Foto: Judith Sudilovsky

Las ramas de tres especies de árboles, incluidas las hojas de palmera, un árbol verde y un árbol casto lila, están apenas visibles en la parte superior de la exhibición de frutas.

La comunidad también es apenas visible. Conocidos por muchos por la parábola del Buen Samaritano contada por Jesús en el Evangelio de Lucas, los samaritanos son al vez el grupo religioso más pequeño del mundo.

Se identifican a sí mismos como descendientes de las tribus israelitas de Efraím y Menase y si bien la mayoría de esas tribus fueron exiliadas por los asirios en 722 a. C., los samaritanos han estado aquí de forma continua durante unos 3.650 años.

Alguna vez fueron millones -Cohen dice que llegaron a tres – pero hoy son unas 840 personas divididas casi equitativamente en dos comunidades: una en Kfar Luza en el Monte Gerizim cerca de Naplusa (Cisjordania) y la otra en Holón, un suburbio de Tel Aviv.

Sin haber abandonado nunca la Tierra de Israel -dijo Cohen- los samaritanos fueron masacrados y convertidos por los ejércitos conquistadores de asirios, griegos, romanos, persas, bizantinos y musulmanes.

Husney Wasef Cohen muestra una copia impresa de la Biblia samaritana en hebreo antiguo. Foto: Judith Sudilovsky

Cuando National Geographic llegó a Tierra Santa hace 110 años para informar sobre “el último de los samaritanos”, la comunidad tenía apenas 130 miembros.

“Pero todavía estamos aquí y hoy, gracias a Dios, somos más de 800”, afirmó Cohen.

Gente de paz

El sacerdote indicó que debido a que los samaritanos pasaron por tantos momentos difíciles, solo creen en la paz.

“Tenemos buenas relaciones con los judíos y los palestinos. La guerra es una catástrofe para todos porque no hay vencedores. Es por eso que rezamos para que haya paz real. Cuando se derrama sangre, la tierra no distingue si esta es samaritana, judía o árabe”, definió.

Como la mayoría de los samaritanos, Cohen habla árabe, hebreo e inglés modernos, así como hebreo antiguo, el idioma sagrado en el que está escrita su Biblia.

La pared exterior de la sinagoga samaritana en Kfar Luza tiene representaciones de las 12 tribus de Israel con sus nombres escritos en hebreo antiguo. Foto: Judith Sudilovsky

Los niños y niñas samaritanos comienzan a estudiar juntos la Biblia juntos a los seis años. Y en la vida cotidiana, los samaritanos de Gerizim hablan árabe y los de Holón hebreo.

Este grupo religioso adhiere solo a los Cinco Libros de Moisés en la Torá y no sigue ninguna enseñanza o edicto rabínico. No celebran festividades posteriores a la Torá como Purim o Janucá.

Samaritanos sostienen en alto su pergamino bíblico escrito en hebreo antiguo en el Monte Gerizim. Foto: Nasser Ishtayeh/Flash90

De acuerdo con sus creencias, el Monte Gerizim y no Jerusalén es donde Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a Isaac y también donde el Tabernáculo descansó por primera vez cuando Yeoshúa Ben Nun condujo a los antiguos israelitas a la Tierra de Israel.

La comunidad samaritana de Kfar Luza solía vivir en Naplusa pero se mudó a su sagrado Monte Gerizim en 1988 durante la Primera Intifada debido a los enfrentamientos entre soldados israelíes y manifestantes palestinos. La comunidad no se involucra en política.

Desde 1995, los samaritanos tienen tres documentos de identidad: israelí, palestina y jordana. Son el único grupo con esta característica.

Los samaritanos que viven en Holón sirven en las Fuerzas de Defensa de Israel pero no en unidades de combate ni en Cisjordania.  “Debido a que somos una comunidad muy pequeña no podemos enfrentarnos con otros. No podemos arriesgarnos a perder a nadie y cada persona en la comunidad samaritana es muy valiosa para nosotros”, expresó Salwa (33), hija de Cohen, exprofesional de alta tecnología que dirige el Museo Samaritano junto su padre.

Casamiento dentro de la fe

Si bien la comunidad samaritana se integra en la vida cotidiana tanto en Naplusa como en Holón, sus miembros son muy estrictos en cuanto a casarse solo entre ellos.

Casarse fuera de la fe significa excomunión, dijo Salwa.

Salwa Cohen con una Biblia samaritana escrita en hebreo antiguo. Foto: Judith Sudilovsky

Hasta hace poco tiempo, el mayor desafío era la escasez de niñas en la comunidad pero hace unos 20 años los ancianos samaritanos decidieron permitir que algunos de los hombres se casaran con extrañas siempre que las mujeres aceptaran convertirse en samaritanas.
Así fue como se permitió que llegaran cerca de dos docenas de “novias” de países como Ucrania y Turquía, y algunas mujeres judías locales.

“Toda niña… sabe… que de los 20 o 30 niños que hay uno de ellos será su esposo. Debido a que no tenemos suficientes chicas, ellas tienen muchas opciones. Puede parecer extraño, pero cuando uno cría a sus hijos de esta manera ellos lo absorben. La buena noticia es que la cantidad de niñas está creciendo así que en cinco o seis años creo que no necesitaremos tener ninguna niña de afuera”, dijo Salwa, que eligió casarse con su primo y es madre de tres niñas.

El exterior del Museo Samaritano en el Monte Gerizim. Foto: Judith Sudilovsky

Sucot al estilo samaritano

Dentro de la sucá, Cohen, que vestía un turbante blanco y rojo y una túnica gris sobre otra túnica de color crema, explicó que la tradición samaritana de construir la cabaña en el interior en lugar de al aire libre es para no desfigurar su apariencia.

Una sucá samaritana repleta de casi una tonelada de frutas y verduras. Foto: Judith Sudilovsky

Hay otras diferencias en cómo los samaritanos celebran esta fiesta bíblica: mientras que los judíos juntan ramas de sauce, mirto y palma junto con un etrog (cidra) como parte de la observancia de la festividad, los samaritanos creen que el precepto de la festividad se cumple solamente con sentarse bajo el borde suspendido de la sucá interior.

Temprano en la mañana del primer día de la festividad que dura una semana, los hombres de la comunidad vestidos con túnicas blancas ascienden a la cima del Monte Gerizim para rezar las tradicionales oraciones festivas.

Los celebrantes llevan una copia antigua de su Torá, que dicen es la más antigua del mundo.

Ese día, los samaritanos de Holón llegan en peregrinación a la cima de la montaña sagrada y luego celebran visitando a amigos y familiares en el pueblo.

“Todos son bienvenidos a su casa durante la fiesta”, indicó Cohen. Por las noches, los funcionarios palestinos y los vecinos de Naplusa llegan a saludar a los samaritanos. Durante el día, grupos de turistas y representantes de Israel visitan la aldea.

Una familia sacerdotal

Como el varón de mayor edad de la familia Cohen, que según la tradición samaritana son descendientes directos de la casta sacerdotal bíblica (los cohanim), Abdallah Wasef Tawfiq -el hermano mayor de Husney Wasef Cohen- es el sumo sacerdote de los samaritanos.

“Mi padre lo fue hace 40 años y mi abuelo hace 80 años”, dijo.

Abdallah Wasef Tawfiq, sumo sacerdote de los samaritanos de Kfar Luza. Foto: Judith Sudilovsky

Si bien Tawfiq es el clérigo máximo, de joven asumió en gran medida el papel de emisario de la comunidad. A menudo da entrevistas de radio y televisión, y en estas fiestas de Sucot habló también con un grupo de periodistas de diarios impresos.

Al dar la bendición sacerdotal a sus visitantes, Tawfiq vestía una túnica a rayas doradas y blancas. Allí expresó su esperanza de que los samaritanos pudieran servir de puente entre judíos y árabes, estableciendo un punto de apoyo en ambos mundos y manteniendo su neutralidad.

Para más información sobre la comunidad samaritana de Kfar Luza/Monte Gerizim, clic aquí.