En general se tiende a pensar que las bacterias son difíciles de ver a simple vista y todavía más complicado su proceso de detección desde el espacio exterior. Pero cuando se trata de floraciones de algas tóxicas, incluso los satélites que orbitan la Tierra no pueden equivocarse.
Las floraciones de algas azul-verdosas son bacterias tóxicas científicamente conocidas como cianobacterias. Esto ocurre cuando un ecosistema acuático se altera por contaminación interna o externa.
Las algas fotosintéticas proliferan y se apoderan de todos los recursos en lagos y embalses y arruinan su ecosistema, incluso convirtiendo los espejos de agua en zonas muertas.
Estas no solo son malas noticias solo para los lagos y sus flora y fauna sino también para las personas que viven a su alrededor y dependen de él por su agua potable, comida y recreación.
Es imposible beber el agua contaminada o comer cualquier criatura que vive allí. Tampoco se aconseja el consumo de vegetales cultivados con agua de esa fuente.
Es ahí cuando entra en acción la empresa emergente BlueGreen Water Technologies de Israel. Fundada en 2014, esta startup nació como una de las tesis doctorales de sus cofundadores sobre cianobacterias.
Este estudio hablaba de convertir las formas existentes de tratamientos de floraciones de algas en una solución más eficiente, amigable con el planeta y simple de usar.
«Durante años, la práctica más común era usar con alguicidas, específicamente el cobre. Es un material excelente que funciona muy bien pero es un metal pesado que se pega, se monta y finalmente es un químico”, explicó Eyal Harel, director general y cofundador de BlueGreen.
Según Harel, en el último cuarto de siglo se presentó un nuevo alguicida a base de peróxido de hidrógeno. “También hace un gran trabajo pero es tóxico y la forma en que hoy se usa requiere mucha cantidad», describió.
El uso de grandes cantidades de estos químicos es malo para el medio ambiente y no siempre es eficiente en el tratamiento de las floraciones de algas. Esto se debe a que la floración reside en la superficie del agua y las corrientes la mueven mientras que los químicos usados para tratarla son pesados y se hunden hasta el fondo, lo que implica que se desperdician grandes cantidades de alguicidas.
Una nueva y sustentable manera de tratar al agua
«Tomamos los mismos materiales químicos y en un proceso inteligente les dimos un nanorecubrimiento con un material que desarrollamos. Esto no altera a las sustancias pero cambia sus propiedades físicas. Por ejemplo, tomamos una sustancia pesada que se hunde y se desintegra rápidamente cuando se pone en agua y la convertimos en una sustancia liviana El resultado final es que flota sobre el agua y libera lentamente el material activo», contó Harel.
La solución Lake Guard de BlueGreen viene en forma de gránulos. Los usuarios arrojan una pequeña cantidad al cuerpo de agua y los ingredientes activos se liberan de su recubrimiento en entre cuatro y seis horas. Harel dice que los resultados se pueden ver dentro de las 24 a 48 horas siguientes.
«Es una especie de bala de plata. Todo lo que hay que hacer es tirar una cantidad muy pequeña de la sustancia química y el material comienza a moverse en el agua por sí solo. Con esto, logramos cambiar el paradigma del tratamiento», manifestó el empresario.
Un problema global
En 2018, BlueGreen comenzó a comercializar Lake Guard y hoy ya trabaja con la mayoría de los depósitos de agua en Israel (alrededor de 600 instalaciones).
«Israel es nuestro sitio beta. Trabajar aquí es muy conveniente. La variedad a la que estábamos expuestos era enorme y las distancias entre los embalses son cortas. Por eso es realmente genial para llevar a cabo investigación y desarrollo», afirmó Harel.
Los clientes potenciales de BlueGreen van desde agricultores con un pequeño lago cerca hasta municipios y autoridades regionales creadas a partir de fuentes de agua.
«En el futuro, el objetivo será alcanzar la cooperación internacional con respecto al agua que está fuera de los territorios», señaló Harel y añadió que las floraciones de algas pueden aparecer en cualquier parte del mundo, incluidos los polos y que se están convirtiendo en un gran problema.
«Al igual que cualquier infección bacteriana, esta sigue creciendo. La curva es muy clara en todo el mundo y cada año vemos que el tema se agudiza”, afirmó el emprendedor.
En febrero, BlueGreen trató el embalse de la presa Roodeplaat de 4,4 kilómetros cuadrados cerca de Pretoria, Sudáfrica. Allí, las floraciones de algas eran tan grandes que podían verse por satélite y no permitían el uso del agua.
En pocos días, la situación se revirtió.
«Uno de los lugares que vamos a tratar en las próximas semanas es en China, un lugar que ha estado sufriendo de floraciones durante los últimos 25 años. En los últimos 15 intentaron tratar el tema pero fallaron una y otra vez», dijo Harel, que indicó que la crisis del coronavirus no ha tenido mucho efecto en los negocios porque “al final del día, el agua es imprescindible, con COVID-19 o no».
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