Si bien el último invierno en Israel ha sido duro  muchas personas no disfrutan de la primavera. Y por una buena razón: son semanas de sonarse la nariz, tener los ojos rojos y sentirse resecos.

Es que la temporada de alergias es cosa seria. Y, lamentablemente, el cambio climático que experimenta el mundo no mejora mucho las cosas.

“Está el efecto invernadero que en países como Israel prolonga la estación cálida, crea más contaminación del aire, lleva a más tiempo de floración y aparentemente conlleva también a una intensidad de floración muy alta, lo cual reduce la vida de las personas con alergias”, explicó el doctor Yuval Tal, director de la unidad de inmunología clínica y alergias del Centro Médico Hadassah de Jerusalén.

El especialista indicó que otra cuestión relacionada con el efecto invernadero es el aumento del dióxido de carbono: “Cuanto más aumenta la temporalidad del CO2, más tiempo se deja para que las flores florezcan y creen más polen”.

Y el justamente el polen el enemigo principal de las personas que padecen alergias respiratorias.

“Por lo general, cuando pensamos en el polen, pensamos en las bonitas flores que atraen a las abejas y las polinizan. Ese no es el polen del que hablamos cuando se trata de alergias. Este es polen polinizado por un método diferente basado en el viento”, manifestó Gabriela Adler, científica en jefe de la compañía de monitoreo y pronóstico de la calidad del aire BreezoMeter, que tiene un doctorado en ciencias atmosféricas.

El polen es el enemigo de las personas que sufren de alergias respiratorias. Foto: nobeastsofierce/Shutterstock

La especialista describió que debido a que la polinización no está dirigida como lo está con las abejas, el problema tiene que ver más con las cantidades.
“Las flores de estos árboles no son muy bonitas porque no necesitan atraer insectos. Así, simplemente arrojan grandes cantidades de polen al aire. El polen es estacional y varía de una especie a otra. Los árboles suelen florecer en la primavera, luego hay hierba y más tarde, en otoño, hay malezas. Cada cual tiene una temporada, al igual que los diferentes tipos de árboles (abedules, olivos y robles tienen su propia época) y todos se ven afectados por el microclima. Un árbol ubicado en Jerusalén tendrá una estacionalidad diferente a la de uno árbol similar ubicado a 20 kilómetros de distancia”, remarcó.

¿Qué saben los árboles?

Adler explicó que los árboles tienen un mecanismo de emisión y otro de dispersión: “El primero emite polen cuando las condiciones son óptimas y parece que el polen no se desperdiciará. Las mejores condiciones son una temperatura alta y una humedad relativamente baja. Para los árboles, eso suele ocurrir alrededor de la primavera”.

Pero los efectos del cambio climático, las temperaturas fluctuantes y las estaciones más largas y más cortas juegan con eso.

“Los árboles de coníferas, por ejemplo, tienen mecanismos que ‘cuentan’ el número de días fríos en invierno y luego, cuando suben las temperaturas, hacen lo mismo con los cálidos para poder polinizar. Cada interrupción relacionada con la temperatura obstaculiza toda la temporada de polen”, añadió Adler.

Los árboles se ven afectados por el aumento de las temperaturas, los cambios estacionales y los niveles de dióxido de carbono. Foto: Honza Hruby/Shutterstock

Según Tal, los eventos climáticos específicos como las tormentas eléctricas, también causan estragos en los patrones regulares de polinización: “Está todo el tema del clima extremo. Si, por ejemplo, hay una tormenta eléctrica, los rayos hacen que el polen se levante del suelo y la electricidad en el aire abra las proteínas”.

Estrés y alergias

Sin embargo, el cambio climático no es lo único que en los últimos años empeoró las alergias.

“Otras cosas que desmejoran la situación son nuestra creciente conciencia, el hecho de que tenemos más dinero y, quizás lo más importante, el progresivo estrés de la vida occidental. El estrés crónico hace que las enfermedades alérgicas sean más difíciles de equilibrar debido a una proteína en la sangre que es la principal en el proceso alérgico. Esto hace que el estado de las alergias empeore y sea más difícil de cara al tratamiento. Creo que eso no es menos sustancial que otras cosas”, indicó Tal.

En cuanto a la conciencia y el dinero, Tal señaló que dado que la mayoría de las personas ya no luchan por sobrevivir como lo hacían en el pasado, hoy pueden dedicar más tiempo y pensar en cosas más pequeñas que les molestan, como la secreción nasal y la picazón en los ojos, condiciones que ponen en peligro la vida pero sí afectan al bienestar.

Prevención y tratamiento

Los especialistas recomendaron tomar medidas preventivas y cumplir tratamientos.

Adler, cuya empresa les permite a los usuarios saber en tiempo real los alérgenos que hay en su entorno inmediato, señaló que acciones simples como decidir si colgar o no la ropa afuera o sacar a pasear al perro debido a los niveles de polen pueden minimizar la exposición y el sufrimiento.

“Es posible evitar algunas situaciones y gestionar todo el tema de las alergias. Principalmente se trata de ser conscientes de que las cosas pueden cambiar de un día para otro y que es algo dinámico, incluso cuando es temporada de alergias”, remarcó.

Por su parte, Tal sugirió renunciar a los antihistamínicos de venta libre en favor de una visita a un especialista. “Los profesionales tienen las herramientas para ayudar a las personas. Es posible darles soluciones a alrededor del 90 por ciento de los pacientes”, le dijo a ISRAEL21c.

Para él, la pastilla antialérgica no siempre es la solución. “La gente toma un antihistamínico para todo. Por lo general, no hace daño, pero tampoco hace mucho bien y, de todos modos, probablemente no sea el mismo tipo de antihistamínico que podríamos recetar como profesionales. De ese modo, ir a un experto es la solución más eficaz que se me ocurre”, concluyó