En 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las ONU publicó un informe que concluye que el mundo superará el umbral de 1,5 ° C establecido por el Acuerdo Climático de París para 2050 si los sectores de energía, transporte y agricultura no sufren una transformación radical.
A pesar de las complicaciones provocadas por la pandemia de COVID-19, se espera que la generación de electricidad renovable aumente un 5 por ciento adicional en 2020 gracias a la ampliación de proyectos de energía solar, eólica e hidroeléctrica.
En el sector del transporte, la producción y venta de vehículos eléctricos en todo el mundo superó los dos millones de unidades solo en 2018.
Por su parte, la industria agrícola, no recibió la atención correspondiente.
Abordar los problemas climáticos provocados por la agricultura y ganadería en particular no es algo que se haya abordado de forma tan activa a pesar de su segunda contribución más grande a las emisiones de gases que generan el efecto invernadero (GEI), sólo superadas por el hombre y la actividad de quema de combustibles fósiles.
Específicamente, el 14,5 por ciento de las emisiones globales de GEI son el resultado de las operaciones de la industria ganadera, lo que equivale aproximadamente a todas las emisiones producidas por todo el sector del transporte.
Huella de la industria cárnica
De acuerdo con proyecciones de la ONU, la población mundial alcanzará los 9.800 millones en 2050 y el consumo de productos cárnicos aumentará posteriormente en un 76 por ciento.
Si la agricultura industrial convencional continúa persistiendo a mediados de siglo, será necesario cultivar una superficie de aproximadamente el área de Brasil para satisfacer demanda futura de alimentos.
Esta cantidad de tierra abierta disponible no existe y es por eso que desarrolladores decidieron aprovechar las áreas boscosas, lo que promueve la deforestación masiva y la pérdida de biodiversidad principalmente en los trópicos .
Sin estos bosques para absorber el exceso de carbono, las concentraciones de GEI en la atmósfera se intensificarán de forma inevitablemente.
De la principal ganadería que comprende la industria de la carne, la carne vacuna es, por lejos, la más extensa y la que consume más recursos.
Sin embargo, es el producto cárnico menos consumido.
Aproximadamente el 60 por ciento de las tierras agrícolas se dedica actualmente a la producción de carne de vaca (incluida la producción de alimento seco y pastos).
Eso equivale a 30 millones de kilómetros cuadrados de los aproximadamente 51 millones de kilómetros cuadrados de tierra agrícola mundial.
En comparación, la producción avícola utiliza menos de dos millones de kilómetros cuadrados, al igual que la producción de carne de cerdo.
Aunque comprenden una cantidad significativamente menor de tierra, las aves y el cerdo representan el 34 y el 40 por ciento del consumo mundial de carne, respectivamente. La carne vacuna solo representa el 24 por ciento.
Dejando de lado las emisiones y la tierra finita, la industria de la carne tal como opera en la actualidad, consume mucha agua, sobre todo en lo referido a la carne de vaca.
En promedio, se necesitan más de 15.400 metros cúbicos, la misma cantidad necesaria para producir lo mismo de carne de pollo, cerdo y cabra.
Este es el panorama general: se está asignando una cantidad desproporcionada de tierra y recursos al sector agrícola para producir una carne de menor consumo.
Por lo tanto, una forma de abordar y desacelerar la tasa del cambio climático es jugar con el sistema agrícola convencional, en particular el sector de la carne vacuna de la industria cárnica, al menos inicialmente.
¿Dejar al medio ambiente afuera?
Si se necesitan millones de hectáreas extra de tierra para que la agricultura sostenga tanto al ganado como a la creciente población mundial -y eso significa talar las correspondientes extensiones de bosque y usar cantidades increíblemente grandes de agua para hacerlo-, ¿cómo esperar que el medio ambiente se sane a sí mismo y al mismo tiempo satisfaga nuestras necesidades alimentarias futuras?
Aleph Farms, una startup israelí de tecnología alimentaria, aborda este dilema mediante el desarrollo de un nuevo método de producción de carne de vaca a través de la agricultura celular: la carne cultivada.
Se trata de la producción en interiores de proteínas, grasas y tejidos animales mediante cultivos celulares e ingeniería biotecnológica, reflejando los procesos de crecimiento que se habrían producido de forma natural.
La idea es cultivar carne de calidad más rápido utilizando una fracción de los recursos.
“Aleph Farms es la primera empresa en producir bistec a partir de células de vaca en lugar de sacrificar al animal. En lugar de tomar un proceso que dura entre dos años y dos años y medio en la ganadería convencional, estamos replicando el proceso de formar la carne fuera de la vaca usando un biorreactor, que solo toma entre tres y cuatro semanas”, indicó el portavoz de la empresa Yoav Riesler.
Un biorreactor es un dispositivo que mantiene un entorno biológicamente activo y, en este caso, imita el entorno interno de una vaca, permitiendo que las células crezcan hasta formar un trozo de carne.
En la actualidad, Aleph Farms centra la mayor parte de sus esfuerzos en la carne de vaca en lugar de otros tipos de carne.
“Una de las razones por las que nos enfocamos en la carne de vaca como nuestro producto principal es por la huella ambiental que tiene en nuestro planeta en términos de la tierra y el agua que consume y los gases de efecto invernadero que emite”, afirmó Riesler.
Mientras Aleph Farms se amplía y forma asociaciones adicionales en todo el mundo, también está abierta a diversificar su cartera para incluir otros tipos de carne como cerdo o aves.
Superar los desafíos
Debido a la relativa novedad del método de producción, Aleph Farms y otras empresas de orientación similar encuentran algunas dificultades únicas.
Por un lado, la capacidad de la industria para escalar es lenta porque todavía hay mucho por entender en términos de las habilidades necesarias.
Lee Recht, director de sustentabilidad de Aleph Farms, explicó que la compañía asesora a varios cursos académicos para ayudar a educar a los estudiantes sobre las oportunidades a largo plazo que surgen en la ingeniería de alimentos y el cultivo celular.
“Toda la industria de la agricultura celular comenzó a crecer como una adaptación a los alimentos solo en los últimos cinco o seis años, y creo que veremos un crecimiento en el conjunto de habilidades a medida que avancemos”, dijo Recht.
El siguiente problema se deriva de los costosos medios de cultivo celular necesarios para regular el crecimiento celular, lo que aumenta el costo para los consumidores. Aleph Farms tiene una hoja de ruta sobre cómo reducir esos costos durante la próxima década.
Así lo explicó Riesler; “Estamos superando los desafíos de costos al desarrollar nuestros propios medios de crecimiento a partir de proteínas vegetales en lugar de utilizar componentes animales”.
Aunque Aleph Farms está decidido a sacar su producto comercialmente para 2025, es más probable que el precio deseado se logre más cerca de 2030.
Conseguir apoyo es crucial
Uno de los últimos grandes retos a los que se enfrenta Aleph Farms se relaciona con la aceptación del consumidor. “Muchas veces nos comparan con las hamburguesas Impossible y Beyond. Otros piensan que tenemos que ser transgénicos, pero no lo somos. Existen todos estos tipos de nombres y categorías que suelen ser engañosos”, destacó Recht.
Por lo tanto, para asegurar su éxito en los próximos años, Aleph Farms está atrayendo a las generaciones más jóvenes a través de una plataforma de discusión en línea, la Junta Asesora de la Generación Z.
Los individuos de la Generación Z ya representan alrededor del 32 por ciento de la población mundial. Al apuntar a este grupo demográfico y acumular un apoyo temprano para los beneficios ambientales de la carne cultivada, las posibilidades de éxito de la agricultura celular en los años climáticamente conflictivos que conducen a 2050 son más probables.
“Esta es una visión a largo plazo, y queremos incluir e involucrar a las generaciones futuras y que nos ayuden a comprender cómo abordan el consumo responsable y cómo quieren visualizar el futuro de su alimentación”, manifestó Recht.
*Max Kaplan-Zantopp escribe para la agencia de noticias científica y medioambiental ZAVIT.
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