¿Se puede replicar el modelo de “Startup Nation” en otros países? El experimentado inversionista de capital de riesgo y fundador de IdealityRoads Oren Gershtein piensa que sí. Definitivamente.

La experiencia del inversor ya ha sido fundamental para exportar la forma en cómo Israel incentiva a las empresas de alta tecnología. Los primeros destinos fueron Nueva Zelanda y Argentina pero hay más países en la lista.

De acuerdo con Gershtein, el modelo israelí no se puede reproducir de manera exacta sino que se puede ajustar para su correcta implementación. “Es que todo se trata del principio de las tres PPP: public private partnerships (asociaciones público-privadas)», explicó.

En Israel, muchas nuevas compañías se han visto beneficiadas desde hace mucho por la regla de sociedades mixtas.

¿Cómo funciona la regla “PPP”?

Primero, la Autoridad de Innovación de Israel hace una pequeña inversión. Ahí está la parte pública. Más tarde se unen los inversores privados.

«No hay evidencia alguna de que cualquier ningún ecosistema tecnológico en todo el mundo haya tenido éxito sin el apoyo del parte público. Lo más importante es que esta parte entiende su responsabilidad de reducir el riesgo para el sector privado, sobre todo en la primera etapa», le contó Gershtein a ISRAEL21c.

En Israel, esta instancia incluye el programa Yozma, un sistema pionero en el que el Gobierno dio el 40 por ciento del capital recaudado por inversores externos (entre 1993 y 1998 el Estado invirtió 100 millones de dólares en Yozma) junto a la Fundación Binacional de Investigación y Desarrollo Industrial (BIRD), que da subvenciones de hasta un millón de dólares a empresas mixtas entre EEUU e Israel.

En la actualidad, la Autoridad de Innovación de Israel administra cerca de 40 proyectos “PPP”. Se hace una inversión temprana equivalente a alrededor del 15 por ciento del total de lo que hace falta mientras que el 85 por ciento restante proviene del sector privado.

Gershtein dijo haber estado involucrado en el lanzamiento de más de 75 empresas emergentes, la mayoría durante la década en la que fue director general de Van Leer Tech Incubators, una de las incubadoras tecnológicas más activas de Israel.
En 2013 dejó esa aceleradora y fundó IdealityRoads.

Nueva Zelanda, foco de innovación

Cuando ese año la Agencia de Innovación Callaghan de Nueva Zelanda se acercó a Gershtein para ver de qué manera impulsar allí el desarrollo de los emprendimientos tecnológicos, el inversionista guió al gobierno neozelandés para crear tres incubadoras que dieron subvenciones por más de 360.000 dólares a cada una de las compañías que lo solicitaron.

Sin embargo, el modelo tuvo una mayor presencia del sector público, que aportó  el 75 por ciento del capital contra un 25 por ciento de inversores privados.

De 2013 a 2016, IdealityRoads asesoró a Callaghan de forma activa, lo que dio como resultado el nacimiento de 45 empresas emergentes que, según Gershtein, «no se hubiesen habrían creado de otra manera debido al nivel de riesgo».
Claro, la recaudación privada fue de  50 millones de dólares.

Hoy en día, Nueva Zelanda está llevando la estrategia “PPP” a un nuevo nivel con cuatro nuevas incubadoras más que serán lanzadas en lo que queda de 2020.

Una de esas aceleradoras comandará un consorcio -que incluirá al gigante crowdfunding de Israel OurCrowd– que se centrará en tecnología para la agricultura y la comida con subvenciones de más de 600.000 dólares para cada empresa.

La Argentina, un escenario óptimo

IdealityRoads utilizó el mismo modelo para ayudar a crear 10 incubadoras tecnológicas y tres científicas en la Argentina.

Para las aceleradoras tecnológicas, el presupuesto se divide en un 50 y 50 entre los inversores estatales y privados. Respecto a las científicos, dos tercios provienen del sector público y un tercio de las inversiones privadas.

El trabajo en el país sudamericano comenzó en 2017 en la provincia de Santa Fe, a unos 470 kilómetros de la capital Buenos Aires. En un principio, el impulsor del programa no fue el gobierno argentino sino el Grupo Sancor Seguros (GSS), la compañía de seguros más grande del país con sede en Santa Fe.

El equipo de GSS empezó a reunirse durante una semana por mes con el de IdealityRoads para aprender, según Gershtein, «cómo construir empresas globales desde el primer día, de qué manera utilizar la propiedad intelectual para aumentar la competencia, cuál es la forma de crear flujo de negocios, cómo generar escalabilidad y cómo se recauda el dinero».

Lo que comenzó en la provincia de Santa Fe ya se extendió a todo el país latinoamericano con el gobierno federal cumpliendo un rol clave en la financiación de GSS.

Gershtein afirmó que ya fueron creadas 12 startups con foco en industrias como la de biotecnología, los dispositivos médicos y la agricultura inteligente basadas ​​en drones y camiones.

«Todo se pudo dar mejor gracias a que la junta directiva de GSS tuvo la visión de hacer un cambio a través de la innovación», narró el inversor serial.

Ver israelí con ojos propios

Oren Gershtein, director general de IdealityRoads. Foto cortesía

¿Cómo sigue el camino de Gershtein en el proceso de exportación del modelo “Startup Nation” al exterior?

«Estamos en contacto con países de Oriente Medio, Chipre y Grecia para explorar oportunidades en las que una economía del conocimiento podría hacer un gran cambio», explicó.

En el país heleno, IdealityRoads asesora a Patras Science Park, una incubadora de empresas que lanzó un programa de «Prueba de concepto» para transferir la investigación de la academia griega al mercado.
Este programa tiene un presupuesto de unos 55.000 dólares para cada uno de los proyectos.

Respecto a cómo ven los inversores extranjeros a Israel, Gershtein contó: «Los traemos para ver el país con sus propios ojos, porque una cosa es describir cómo es el espíritu empresarial en Israel o hacer que lean el libro “Start-Up Nation” pero otra es que hablen con un joven CEO que recaudó millones y siguió una estrategia para conquistar la mitad del mundo».

Un elemento que siempre genera sorpresa en los empresarios extranjeros es la capacidad de los israelíes para aceptar el fracaso. «Nos llega de forma muy natural. En otras culturas es fatal. Para nosotros es importante mostrar que no todo es brillante, que hay desafíos pero para los israelíes, si fallamos en el camino, no es el fin sino que hay que seguir adelante”.

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