La crisis del COVID-19 demostró que ningún país debería depender de las importaciones para su seguridad alimentaria. Esto lo afirmó Michal Drayman, socio de Jerusalem Venture Partners (JVP).

“Dios no quiera que no tengamos la capacidad interna de producir nuestros propios vegetales frescos”, le dijo el ejecutivo a ISRAEL21c.

Sin embargo, el coronavirus no es lo único que afecta a la seguridad alimentaria. El agua es escasa debido al cambio climático y las prácticas agrícolas que la derrochan. Además están Las plagas, las hierbas malas y las enfermedades de los cultivos, que crean resistencia a los productos químicos tóxicos usados para controlarlos.

Ni agricultores ni consumidores quieren que sus verduras y frutas sean cubiertas de pesticidas pero no hay suficientes recursos seguros y efectivos.

Todas estas cuestiones impulsan una gama de soluciones ecológicas rentables en Israel, líder mundial en tecnología agrícola.

La necesidad es aún más fuerte luego de que la Unión Europea declarara su intención de reducción de un 50 por ciento el uso de pesticidas químicos para 2030.

“Sin tecnología, va a ser muy difícil de lograr. La creciente demanda de protección del medio ambiente, junto con los requisitos reglamentarios, generan un mercado significativo para la tecnología de la agricultura”, manifestó Drayman.

Inversores internacionales como Monsanto, Syngenta y Bayer invierten invirtiendo en la “agtech” verde de Israel. Es que el Gobierno israelí junto a fondos privados y aceleradoras apoyan las iniciativas.

Las siguientes 8 compañías de tecnología de la agricultura trabajan para granjas verdes en todo el mundo.

1. BioBee

Fundada hace 35 años el kibutz Sde Eliyahu, BioBee es uno de los pioneros de los productos agrícolas naturales que ahora se venden en más de 100 mercados mundiales.

BioBee tiene tres líneas principales de productos: polinización natural, manejo integrado y biológico de plagas y gestión de la mosca de la fruta.

Shachar Carmi, vicepresidenta de marketing, ventas y desarrollo comercial, de la empresa, aseguró que “la polinización es crucial para producir fruta. El polinizador más famoso es la abeja melífera, que tiene problemas de mortalidad. Entonces producimos abejorros y eso resuelve muchas de las limitaciones”.

Las abejas necesitan luz solar para volar mientras que los abejorros pueden polinizar las plantas de interior en invernaderos o plantas de exterior en condiciones nubladas o lluviosas. Un beneficio secundario es que los agricultores que usan la polinización de abejorros logran reducir masivamente el uso de pesticidas para no dañar a las abejas.

El manejo integrado de plagas de forma biológica se trata de proporcionar insectos beneficiosos, extractos de plantas y microorganismos como alternativas libres de químicos y seguras a los pesticidas.

“Cada solución tiene una plaga objetivo que atacar, por lo que se debe comprender la enfermedad y qué puede matarla. La mayoría de nuestros clientes son productores convencionales que usan productos químicos cuando tienen que hacerlo, pero vemos una reducción muy significativa cuando usan nuestros productos con base biológica. Estos productos también ayudan a mantener los químicos efectivos porque cuando puedes usar menos las plantas no se vuelven resistentes a ellos”, dijo Carmi.

BioBee también cría moscas de la fruta. “Esterilizamos a los machos y los distribuimos por el área para controlar la población de moscas de la fruta. Cuando se aparean con las hembras, no nacen nuevas crías. Es una cuestión de proporción entre varones estériles y fértiles, por lo que es una solución completa”, describió la directiva.

Las mismas avionetas que alguna vez rociaron pesticidas en campos y arboledas ahora se usan para distribuir moscas de la fruta de BioBee en muchos países, incluidos Jordania y Croacia.

2. Groundwork BioAg

El producto Rootella de esta compañía consiste en hongos micorrícicos altamente concentrados. Son setas “buenas” relacionados con los hongos de trufa que mejoran el rendimiento y la calidad al tiempo que ahorran agua y fertilizantes.

“Se trata de un agente biológico orgánico totalmente ecológico que penetra las raíces y las extiende en una red subterránea para acceder y absorber nutrientes que de otro modo no estarían disponibles para la planta”, explicó Dan Grotsky, cofundador y vicepresidente de ventas y marketing de Groundwork BioAg,

De acuerdo con el empresario, “la empresa produce hongos de manera rentable utilizando un proceso de producción único”.

Foto aérea de un campo de soja en Brasil después de 20 días sin lluvia. Una mitad fue tratada con Rootella y medio no. La parcela tratada produjo un 21,6% más que la no tratada. Foto cortesía de Breno Teles/Ativa

 El tratamiento de semillas de Rootella y las líneas de productos adicionales se fabrican en Israel y se exportan a agricultores en América del Norte, Brasil, India y Ucrania, entre otros destinos.

Grotsky describió que el proceso es especial para cultivos en hileras. La mayoría de las semillas son pretratadas con fungicidas químicos pero Rootella les permite a los productores agregar micorrizas vivas en las semillas. “Es como una pequeña película que, eventualmente, podrá reemplazar los fungicidas clásicos”, manifestó Grotsky.

La micorriza también logra que los cultivos sean resistentes al estrés de inundaciones, sequías, salinidad, acidez o alcalinidad. “Nuestros productos micorrícicos están en el centro de la agricultura regenerativa. Con ellos, los agricultores pueden mejorar el rendimiento de los cultivos, ahorrar en fertilizantes y mitigar el estrés mientras restauran ecosistemas del suelo, revierten la degradación de la tierra y reducen la contaminación por escorrentía”, finalizó el emprendedor.

3. N-Drip

Una de las razones por la que la agricultura consume el 70 por ciento de los recursos hídricos del mundo es la práctica derrochadora del riego por inundación. Este antiguo sistema, que aún es usado en gran parte del mundo, no solo desperdicia agua sino que también reduce el rendimiento, provoca degradación de la tierra y sus minerales y contamina el agua debido a la escorrentía de fertilizantes.

Israel es el pionero en el riego por goteo eficiente pero solo tiene una participación de mercado del 4 por ciento en todo el mundo porque muchas granjas no pueden pagar la electricidad, las bombas y los filtros necesarios.

El profesor Uri Shani, ex comisionado de Agua de Israel y uno de los principales expertos mundiales en la materia, resolvió ese problema con N-Drip, una tecnología de microriego por gravedad que cambia las reglas del juego.

Este método no requiere filtros ni bombas. Ni siquiera energía para ofrecer riego de precisión. Incluso viene con un gotero que es ciento por ciento reciclable.

En los últimos dos años, se han implementado instalaciones personalizadas de la empresa en Australia, EEUU, Israel y Swazilandia, especialmente en granjas medianas y grandes que cultivan alfalfa, caña de azúcar, berenjena, col rizada, sorgo, melones, tomates, garbanzos, lechuga , papas y algodón.

Eran Pollak, director general de N-Drip, afirmó que la compañía se enfoca hoy en granjas no más grandes de 1,2 hectáreas (la mayoría de las granjas en todo el mundo), que son las que usan riego por inundación.

“El coronavirus impulsó una aceleración de este enfoque debido a la creciente demanda de soluciones para pequeños productores, principalmente en países en desarrollo donde las cadenas de suministro se interrumpieron durante la pandemia y las personas se quedaron sin alimentos”, le explicó Pollak a ISRAEL21c.

N-Drip ofrece su sistema a través de empresas y organizaciones asociadas que dan soluciones a los pequeños productores afectados por la crisis global.

4. AgroScout

Esta empresa usa drones comerciales de bajo costo y software de inteligencia artificial  para detectar enfermedades y plagas en campos cultivados en una etapa lo suficientemente temprana como para permitir un tratamiento selectivo en lugar de aplicar una fumigación general.

En la actualidad, la exploración se realiza de forma manual y muchas veces resulta que la detección enfermedades y plagas es tardía. Como resultado, los productores usan más químicos y así y todo pierden entre el 20 y el 40 por ciento de su rendimiento.

El sistema de AgroScout basado en la nube fue probado en fase beta en 2019 y contó con la colaboración de la Asociación de la Papa de EEUU. Ahora ya está disponible en ese país para los productores de ese tubérculo, que represente el cuarto cultivo más grande del mundo. En una recorrida a pie de 20 minutos, un agrónomo puede inspeccionar unas 150 plantas de papa. A más velocidad, AgroScout puede cubrir 10.000 plantas de papa en 50 hectáreas.

La tecnología de AgroScout se probará en el futuro en otros cultivos de campo abierto como el maíz, la soja y el trigo.

 

5. Greeneye

Creada en 2017, Greeneye desarrolla una plataforma que usa inteligencia artificial y cámaras para detectar y eliminar las hierbas malas con un sistema de pulverización selectiva.

Esto reduce la cantidad de pesticidas desperdiciados a través de la pulverización generalizada y asegurar que solo se pulvericen las malezas y no también los cultivos o el suelo circundante.

“Nuestras pruebas indican que la tecnología que creamos reduce el uso de herbicidas en un 65 al 92 por ciento”, afirmó el cofundador y director de la empresa, Nadav Bocher.

Mientras que hay otras nuevas empresas que desarrollando una tecnología similar, el sistema de Greeneye tiene la ventaja de integrarse con los rociadores agrícolas existentes ya que envía señales a las boquillas para que se abran de forma selectiva.

“Los agricultores no están entusiasmados con adquirir nueva maquinaria. Por eso, es mejor contar con una solución más asequible que use el equipo existente. Y nuestro software funciona a través de todos los ciclos previos y posteriores a la siembra e incluso puede identificar el tipo de malezas en el campo para que el agricultor pueda usar los herbicidas más efectivos”, le describió el ejecutivo a ISRAEL21c.

Greeneye tiene una unidad de demostración en Galilea  y planea integrar su solución a un rociador utilizado en los mercados a los que apunta.

“Por el lado empresarial, programaremos una serie de pruebas tan pronto como sea posible viajar porque vemos un gran interés de todos los involucrados en la industria”, dijo Bocher”.

 

6. WeedOUT

La maleza de amaranthus palmeri que crece en un maizal. Foto cortesía de WeedOUT.

El amaranthus palmeri es una hierba que amenaza a los cultivos de maíz, algodón y soja. Es devastadora y por ello es el objetivo por combatir del nuevo herbicida biológico ecológico que WeedOUT desarrolla por estos días.

Las hierbas malas compiten de forma agresiva con los cultivos por la tierra, el agua e incluso la luz solar. Aquellas que son resistentes a los productos químicos, como el amaranthus palmeri, afectan al 65 por ciento de los campos de los productores de cultivos solo en EEUU, lo que causa una pérdida global anual de unos 40.000 millones de dólares.

WeedOUT ganó el concurso de Mejor Empresa Israelí de Agtech en la conferencia AgriVest 2018 en Tel Aviv y el Radicle Challenge Israel en octubre de 2019.

“La resistencia a las malezas es una amenaza importante para la seguridad y sustentabilidad alimentaria mundial. Las malezas ya no responden a los herbicidas químicos existentes”, explicó Efrat Lidor Nili, cofundadora y codirectora de WeedOUT.

Las fundadores de WeedOUT Efrat Lidor Nili, a la izquierda, y Orly Noivirt-Brik. Foto cortesía

Lidor Nili es doctora en investigación del cáncer mientras que su cofundadora y codirectora Orly Noivirt-Brik tiene un doctorado en biología computacional. Ambas se conocieron como estudiantes universitarias en la Universidad de Tel Aviv y fueron al Instituto de Ciencias Weizmann para hacer estudios de posgrado.

Las doctoras aprendieron sobre malezas resistentes mientras trabajaban para la compañía de bioingeniería de cultivos Rosetta Green y luego para Monsanto, que adquirió a la primera en 2013. Luego fundaron WeedOUT en 2016 para resolver el problema de manera específica para cada tipo de hierba sin dañar los cultivos.

Su solución revolucionaria poliniza de forma artificial las malezas y bloquea su mecanismo de reproducción. “Los agricultores aplicando cada vez más productos químicos tóxicos y eso solo causa más resistencia. Nosotros estamos cambiando el sistema reproductivo de las malezas, una estrategia totalmente nueva en el sector”, dijo Noivirt-Brik

7. EcoPhage

Las enfermedades bacterianas no solo afectan a las personas sino también a los cultivos. Los agricultores de todo el mundo buscan alternativas efectivas y respetuosas del medio ambiente como los productos químicos a base de cobre.
En ese sentido, EcoPhage de Israel llega al rescate.

Fundada por Bayer y el inversor israelí de ciencias biológicas Trendlines en julio de 2019 con inversiones del Fondo de Innovación Agrícola Bayer Trendlines, EcoPhage emplea bacteriófagos (virus que atacan a las bacterias)

Este tipo de virus fue desarrollado en la ex URSS como enemigo natural de las bacterias. El profesor Rotem Sorek del Instituto de Ciencia Weizmann inventó una tecnología novedosa para identificar la combinación correcta para combatir enfermedades bacterianas específicas.

La plataforma de Sorek tenía licencia para la industria farmacéutica, y ahora EcoPhage la lleva a la agricultura. La empresa está dirigida por Orly Savion, doctora en biología de células moleculares y biología estructural.

Los tratamientos con bacteriófagos para la agricultura no son fáciles de desarrollar: los virus tienen que ser lo suficientemente robustos como para funcionar en condiciones de campo y cada uno debe combinarse de forma computarizada para matar bacterias específicas. Además, las soluciones tienen que cumplir con los estándares de regulación biológica.

Si EcoPhage tiene éxito, el tratamiento daría un beneficio adicional: dejar intactos los microorganismos beneficiosos en el suelo de la misma manera que la quimioterapia dirigida mata las células cancerosas y no las células sanas circundantes.

8. IBI-Ag

Creada a través del Fondo Bayer-Trendlines en 2018, IBI-Ag desarrolla soluciones biológicas potentes, ecológicas y rentables para controlar insectos sin pesticidas químicos.

Se trata de un modo de acción selectivo que ataca solo a la plaga específica.

La empresa emergente fue cofundada por Rony Oren Benaroya, doctor en agricultura y con más de una década de experiencia en I + D en nuevas empresas de biotecnología, y el profesor Amir Ayali, de la facultad de Zoología de la Universidad de Tel Aviv, que investiga la fisiología, la neurobiología y el comportamiento de los insectos y ha desarrollado enfoques novedosos para combatir a las langostas.

“Ya que los insectos causan miles de millones de dólares de pérdida cada años, el mercado agrícola aún depende en gran medida de los pesticidas sintéticos para la protección de los cultivos, a pesar de su toxicidad y su eficacia reducida debido a la mayor resistencia a los insectos”, dijeron los empresarios.

Según ellos, a medida que los insecticidas químicos se vuelven menos efectivos y están sujetos a regulaciones cada vez más estrictas, los productores están más dispuestos a probar opciones biológicas porque cuestan menos y ofrecen una opción más ecológica y efectiva.

En la actualidad, los bioplaguicidas representan el 5 por ciento del mercado de protección de cultivos de 3.000 millones de dólares. Y se proyecta que ese porcentaje aumentará a más del 7 por ciento en 2023 cuando el mercado podría alcanzar un estimado de 4.500 millones de dólares.​